El reciente estreno del remake de Nosferatu, el icónico film de Friedrich Wilhelm Murnau, trae de regreso a la gran pantalla la atmósfera gótica y misteriosa que rodea a los vampiros. Con dirección del estadounidense Robert Eggers y con un elenco estelar que encabezan Willem Dafoe, Lily-Rose Depp y Nicholas Hoult, esta nueva versión reaviva el interés por el universo de las criaturas de la noche.
El imaginario vampírico es un territorio vasto en la literatura, con libros que marcaron el género: de los grandes clásicos hasta títulos juveniles, estas historias han cautivado a generaciones.
Hablar de vampiros es, inevitablemente, hablar de Drácula, la obra maestra del autor irlandés Bram Stoker que definió al vampiro como una figura central del terror gótico. Publicada en 1897, esta novela inmortalizó el estereotipo del vampiro aristocrático y seductor, convirtiéndose en un fenómeno que vendió más de doce millones de ejemplares y sigue siendo una referencia obligada.
Yo escuché a Borges cantar en Madrid
Desde su publicación, además, Drácula inspiró múltiples adaptaciones cinematográficas que dejaron su huella en el cine de terror. La primera versión llegó de la mano del director Tod Browning, mientras que una de las más recordadas es la de Francis Ford Coppola, en 1992, con Gary Oldman, Anthony Hopkins y Winona Ryder, que destacó por su enfoque más romántico y emocional, en contraste con las versiones previas del célebre conde de Transilvania. La influencia del vampiro más famoso de la literatura no se detuvo allí. Incluso se adaptó al público infantil con Hotel Transylvania, una exitosa película animada donde un Drácula con la voz de Adam Sandler, administra un hotel exclusivo para monstruos.
Pero si bien Drácula es el libro más popular sobre vampiros, no fue el primero. Ya en 1819 John William Polidori, médico personal del poeta Lord Byron, publicó su relato El vampiro. El cuento surgió luego de un reto que les propuso Lord Byron durante unas vacaciones a él y a la pareja de Mary y Percy Shelley. El escritor británico los desafió a escribir una novela de terror. De ahí surgió no solo el relato de Polidori, sino también Frankenstein, la obra maestra de Mary Shelley.
Otro clásico del género vampírico es Carmilla, escrito por el también irlandés Sheridan Le Fanu en 1872. Esta novela corta se adelantó a Drácula y exploró, con un toque de erotismo, la relación entre Laura, una joven de 19 años, y la vampiresa Carmilla. Considerada una obra pionera, tuvo una gran influencia en el desarrollo de la literatura sobre vampiros.
Para meterse de lleno en el universo vampírico, la obra de Anne Rice es una gran opción. Su célebre saga Crónicas vampíricas reúne trece libros que cautivaron a millones de lectores en todo el mundo. El primero y más aclamado por la crítica fue Entrevista con el vampiro (1976), la historia de Lestat de Lioncourt y otros vampiros, que dio origen a la popular adaptación al cine que protagonizó Tom Cruise, más tarde convertida también en serie. Rice continuó ampliando este universo literario hasta 2018, cuando lanzó el último libro de la saga, La comunidad de la sangre, tres años antes de su muerte.
Los vampiros también han sido abordados por uno de los grandes maestros del terror, Stephen King. En El misterio de Salem’s Lot (1975), el autor aborda la historia de Ben Mears, un escritor que regresa a su pueblo natal y descubre que sus habitantes están siendo acosados por un vampiro (también este título inspiró varias adaptaciones audiovisuales, la última fue la película dirigida por Gary Dauberman, estrenada en octubre en la plataforma Max). King reveló que la idea para su novela surgió de una pesadilla que tuvo en su infancia, y que, como sucedió en otros libros sobre vampiros, el contexto político de la época tuvo una gran influencia en el libro.
En Argentina, la escritora Mariana Yuszczuk aportó una mirada local al género con su novela La sed ( Blatt & Ríos, 2020), que ganó la primera edición del Premio Nacional Sara Gallardo en 2021. Dividida en dos partes, cada una tiene su narradora. La primera parte da voz a una vampira que habita la Buenos Aires del siglo XIX, en pleno auge de la epidemia de fiebre amarilla; mientras que la segunda es el diario de una mujer contemporánea separada, con un hijo pequeño, que está afrontando la muerte de su madre. Yuszczuk reinterpreta en La sed el mito vampírico desde una perspectiva humana y local.
Vampiros para niños y adolescentes
Dentro de la literatura juvenil, tres sagas contemporáneas han dejado su huella al reinterpretar el mito de los vampiros. Por un lado, el best seller Crepúsculo, la serie de cuatro libros escrita por la estadounidense Stephenie Meyer, que catapultó su éxito con las adaptaciones cinematográficas protagonizadas por Robert Pattinson y Kristen Stewart. La trama gira en torno al romance entre Bella Swan, una joven humana, y Edward Cullen, un vampiro inmortal. Meyer inventa un estereotipo de vampiro que en vez de morir al sol, brilla. Y muy alejado al primer conde Drácula que apareció en la película de Tod Browning, aquí las criaturas de la noche son dueñas de una belleza extraordinaria.
Por su parte, Academia de vampiros, saga de seis libros de Richelle Mead, relata la historia de Rose Hathaway, una “dhampir” de 17 años cuya tarea es proteger a los Moroi, vampiros pacíficos de sangre real. Rose, que no puede enamorarse debido a su misión, se entrena para convertirse en la guardiana de su mejor amiga, la princesa Vasilisa Dragomir.
Otra propuesta juvenil es Medianoche, de Claudia Gray. En cinco tomos, la serie narra la vida de Bianca Olivier, una adolescente que ingresa a la academia Medianoche, un internado misterioso donde conviven humanos y vampiros. A medida que Bianca descubre la verdad sobre sí misma y los demás, se desarrolla un romance prohibido con Lucas, que pertenece a una organización dedicada a cazar vampiros.
Dentro de la literatura infantil, una buena opción es Siete vampiros en bicicleta, del escritor bonaerense Franco Vaccarini, que reúne ocho cuentos con toques humorísticos, ideales para disfrutar en compañía de los pequeños. Otra propuesta es la serie de Isadora Moon, creada por Harriet Muncaster: Isadora es una niña mitad hada y mitad vampiro, hija de la condesa Cordelia Moon y del conde Bartolomeo Moon, que protagoniza numerosas aventuras ilustradas en rosa y negro. En Isadora se mete en un lío, la niña recibe la visita de su prima Mirabella, mitad bruja y mitad hada. Juntas se hacen diminutas por un rato para jugar adentro de la casa de muñecas y lo incluyen también a Pinki, el peluche favorito de la protagonista. En Isadora Moon va de viaje, Isadora y su familia disfrutan de unas vacaciones: un volumen ideal para sumar al bolso de viaje estos días.
Otra alternativa para estos meses de verano es Murciélagos vampiros acechan en la oscuridad, de Olga Drennen, donde los hermanos Marianela y Juan Pablo pasan unas vacaciones con su tía abuela en Termas de Federación, donde la aparición de murciélagos vampiros transforma por completo el tranquilo ritmo de sus días de descanso.
La mujer vampiro, de la cordobesa María Teresa Andruetto, anima a los niños a enfrentar sus miedos a través de las palabras. El libro reúne una serie de historias que están inspiradas en la tradición oral. Además de vampiros, hay hombres lobos, ogros y brujas.
Los preferidos de Mariana Enriquez
La escritora Mariana Enriquez, ganadora del Premio Herralde de Novela en 2019 por su libro Nuestra parte de noche, suele recomendar libros en su cuenta de Instagram (algo que hacía en su cuenta personal de X, antes de cerrarla). Destacada justamente en el género de terror, los libros góticos suelen estar entre los favoritos de la autora. Esta semana, justamente, sumó tres títulos a la marea de lecturas que despertó Nosferatu: Déjame entrar, del sueco John Ajvide Lindqvist, protagonizada por un niño vampiro; El alma del vampiro, de Poppy Z. Brite, que narra la historia de dos amigos, Steve Finn y Fantasma; y Out for blood, del estadounidense John Peyton Cooke, que habla sobre vampiros gays, pero que todavía no fue traducido al español.
View this post on Instagram