A los 88 años, murió hace horas en Madrid Helga de Alvear, decana del galerismo español, pionera por su compromiso con el arte contemporáneo, que afirmaba con ese acento germano que nunca perdió: “Goya fue el primer artista conceptual”

Conocí a Helga en Arco, la feria que contribuyó como nadie a transformar en plataforma internacional. Pequeña y rotunda, se enamoró de la fotografía y del video, cuando estos lenguajes resultaban disruptivos en la España posfranquista, fuera del mapa del arte contemporáneo por demasiados años.

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Nacida en Alemania, llegó a Madrid a los 21 años para estudiar español y en una boda conoció a Jaime de Alvear un arquitecto 11 años mayor, con quien estuvo casada 50 años y tuvo tres hijas.

Lo de Helga es un caso único. Ella decía que empezó a coleccionar arte abstracto juntando piedras en el río cerca de su casa. Lo cierto es que se formó con Juana Mordó, una institución del galerismo español, quien con Juana de Aizpuru y Soledad Lorenzo formaron la task force de la España de la movida, de la revolución cultural que tuvo en Tierno Galván el alcalde bisagra.

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Su espacio de acción era una galería enorme de 900 metros, al lado del Reina Sofia, donde mostraba desde Olafur Eliasson y Louise Bourgeois a los jóvenes españoles ignorados por el alto coleccionismo. El primer cuadro que compró fue un Zobel pagado en cuotas.  Esa elección, y el interés por el grupo El Paso, define su gusto, refinado y audaz al mismo tiempo.

Hija de un empresario alemán poderoso, reunió una colección de más de 3000 obras, considerada la más importante de España en arte contemporáneo y una de las mejores de Europa. Fundó un museo en Cáceres, con fondos propios y del gobierno de Extremadura, inaugurado en 2021. Visitarlo es una deuda de todos con la discreta Helga, que nunca levantó el perfil, aunque tuvo todos los premios y reconocimientos.

Será la primera vez que la feria Arco inaugure sin Helga, una de sus fundadoras

En plena pandemia donó un millón de euros para impulsar la investigación en vacunas, sin levantar la voz ni buscar prensa en las revistas del corazón. En 2010 inició la mudanza de su colección de más de 2000 obras valoradas en 140 millones de euros a una casa de la ciudad de Cáceres, destino elegido para crear el museo de sus sueños. Allí se levantaría el edificio de Tuñon y Mansilla construido a la medida de las obras.

La colección se inicia con las vanguardias históricas de los años veinte y llega hasta nuestros días, con obras de Anish Kapoor, Ugo Rondinone, Dan Flavin, Donald Judd, John Baldessari, Damien Hirst, Joseph Beuys y la fabulosa Lámpara descendente de Ai Weiwei que sería con el tiempo la imagen icónica del museo, como el Jeff Koons del Guggenheim de Bilbao.

La

Helga de Alvear marcó una etapa decisiva en la integración de España a la Europa comunitaria, porque siempre miró más allá de las fronteras y supo cómo sumar el arte contemporáneo a las tradicionales colecciones madrileñas.

Será la primera vez que Arco inaugure sin Helga, una de sus fundadoras. La edición que comienza el próximo 5 de marzo no contará con su propuesta siempre innovadora y transgresora. La galerista alemana contribuyó como nadie, o como pocos, a moldear en los ochenta una cita necesaria para entender el pulso del arte actual.

La trayectoria vital y profesional la hizo merecedora de múltiples  reconocimientos: la Medalla de Extremadura en 2007; la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes concedida por el Ministerio de Cultura en 2008; la Cruz de la Orden del Mérito Civil de la República Federal Alemana, otorgada en 2014; la Medalla Internacional de las Artes de la Comunidad de Madrid en 2020 y la Medalla al Mérito Cultural de la República Portuguesa de 2024.