El musical del director francés Jacques Audiard sobre la transición a mujer de un capo del narco mexicano es la película favorita para ganar los Oscar de este año, con 13 nominaciones.
Pero pocas veces una película que tiene tanto éxito entre la crítica y los votantes de los premios resultó tan controvertida para sus detractores.
Emilia Pérez, escrita y dirigida por el francés Jacques Audiard, ganó en mayo el premio del jurado del Festival de Cannes y el premio conjunto a la mejor actriz para sus cuatro protagonistas.
Más recientemente, el musical en español, ambientado en México pero rodado en su mayor parte en Francia, ganó cuatro Globos de Oro, cinco Premios del Cine Europeo y fue nominado a once Baftas. Ahora es la favorita para los Oscar de este año, con 13 nominaciones, más que ninguna otra película.
La trama, que es una mezcla de géneros, cuenta la historia de un narcotraficante mexicano que hace su transición a mujer y busca justicia para los desaparecidos del país: personas que han muerto o no son localizadas al ser víctimas de la violencia relacionada con las drogas y el crimen.
Emilia Pérez es el personaje interpretado por la actriz española Karla Sofía Gascón, quien se convirtió en la primera mujer trans nominada al Oscar a mejor actriz.
Pero aunque la caracterización de la protagonista transgénero de la película causó división -la organización estadounidense LGBTQ+ Glaad la calificó de “retrógrada”-, ni siquiera ese actualmente es el tema más controvertido.
Se trata de la representación que este musical hace de México lo que fue objeto de un creciente escrutinio en la temporada de premios.
La película se estrenó recién este 23 de enero en México para el público en general, pero ya desde antes habían surgido señalamientos de críticos mexicanos y figuras de la industria sobre la escasa participación de mexicanos entre su elenco principal y el equipo, así como su representación del país, sobre todo cuando se trata de abordar un tema tan delicado.
Una crítica viral
Tras el éxito de Emilia Pérez en los Globos de Oro, se produjo un aluvión de críticas a la película en redes sociales desde México.
En un post de X que superó las 2,6 millones de visualizaciones, el guionista mexicano Héctor Guillén etiquetó a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, que entrega los Oscar, el día después de la premiación de los Globos. Publicó un cartel que decía: “México odia a Emilia Pérez/Burla eurocentrista racista/Casi 500K muertos y Francia decide hacer un musical”.
“Intenté copiar la forma de Hollywood de promocionar las películas [para que sean consideradas en las premiaciones], ya sabes, cuando básicamente dicen: ‘película increíble’”, le cuenta Guillén a la BBC.
“Quería hacer una contraparte de eso, quería sacar otra visión de lo que Emilia Pérez es para muchos de nosotros los mexicanos”.
Guillén dice que Audiard es “un gran cineasta”, pero considera que la decisión de hacer la gran mayoría de la película en estudios fuera de París, así como la forma en que la historia trata un doloroso tema nacional, molestó a muchos.
“Hay una guerra contra el narcotráfico, casi 500.000 muertos [desde 2006] y 100.000 desaparecidos en el país”, afirma, citando cifras del gobierno mexicano, “y todavía estamos inmersos en la violencia en algunas zonas”.
“Toman uno de los temas más difíciles del país, pero no es solo una película cualquiera, es una ópera. Es un musical. Así que para nosotros y para muchos activistas, es como si estuvieras jugando con una de las mayores guerras del país desde la Revolución de 1910. Parte de la trama trata sobre la búsqueda de las madres de los desaparecidos: uno de los grupos más vulnerables de México. Y en los cuatro discursos de aceptación de los Globos de Oro hubo cero palabras para las víctimas”, señala el guionista.
Guillén también se pregunta por qué no se decidió involucrar a más mexicanos en la producción. Una de las cuatro actrices protagonistas, Adriana Paz, es mexicana.
De las demás, Zoe Saldaña, ganadora del Globo de Oro a la mejor actriz de reparto, tiene ascendencia dominicana, pero nació en Estados Unidos; Karla Sofía Gascón es española, de un suburbio de Madrid, aunque trabajó mucho en la televisión mexicana; y la última (y más famosa), Selena Gomez, es estadounidense, pero de ascendencia mexicana.
Gomez, que creció hablando español pero perdió la fluidez, tuvo que volver a aprender el idioma para el papel, mientras que su personaje de Jessi se reescribió para que fuera mexicano-estadounidense en lugar de puramente mexicana.
El personaje de Saldaña, Rita, una abogada, se modificó para reflejar su origen dominicano, en lugar de mexicano. En cuanto a Audiard, no habla español en absoluto.
“Su manera de hacer la película es despreciar a tantos en la industria (del cine) en México que ya hablan de este tema, como no considerar a guionistas mexicanos, ni a más actores mexicanos aparte de Adriana, que hizo un trabajo increíble”, argumenta Guillén.
Dice que es “realmente doloroso” el comentario de la directora de casting de la película, Carla Hool, que nació en México, durante una sesión de preguntas y respuestas de la Fundación SAG-Aftra, en el sentido de que habían buscado actores en América Latina y México, pero al final creyeron que habían elegido a los mejores para el trabajo.
“Que haya unos cuantos mexicanos no hace que deje de ser una producción eurocéntrica”, añade.
Podría haber razones comerciales detrás de las decisiones de casting: Gomez y Saldaña son sin duda nombres mundiales más importantes para el proyecto que muchos actores mexicanos.
En particular, la actuación de Gomez provocó otro momento viral de crítica contra la película, esta vez en un popular podcast de cine mexicano, Hablando de Cine.
El actor Eugenio Derbez le dijo a la presentadora Gaby Meza que la actuación de Gomez, incluida su pronunciación del español, era “indefendible”, lo que llevó a la actriz a comentar en TikTok: “Lo siento, hice lo mejor que pude con el tiempo que me dieron”.
Derbez se disculpó más tarde por el comentario, mientras que Meza dice que la entrevista completa en sí no era una crítica a la actuación de Gomez en la película -de hecho, Gomez fue nominada a un Globo de Oro y a un Bafta- o a su acento español, dado que se suponía que interpretaba a una estadounidense para la que el español no es su lengua materna.
“Se pretendía remarcar que si no hablas español, solo ves su buena actuación con subtítulos”, explica Meza. “Y ella hace una buena actuación. Lo que no es bueno es que hay una desconexión entre las palabras que dice y su forma de entenderlas”.
“Su cuerpo, su voz, sus tonos dicen algo, pero el diálogo no coincide con lo que está diciendo. Y eso no es culpa de Selena, porque creo que no se le dieron las indicaciones adecuadas, las herramientas para su interpretación. El director es francés y Selena es de Estados Unidos, pero se comunican en español”.
Meza añade que, en su opinión, se trata de una película “diseñada para exportación”.
“Si vas a un centro turístico en México, los turistas pueden comprar cosas que parecen mexicanas, pero están hechas en otro lugar”, expone.
“Con esta película, puede que veas referencias a la cultura mexicana, y puede que hable de México, pero no fue hecha en México”.
La defensa del cineasta
En medio del aluvión de críticas, algunas acusaciones sobre la película han sido inexactas. Por ejemplo, un post en X calificaba a Audiard como un “francés que nunca pisó México”.
El cineasta, sin embargo, le cuenta a la BBC que fue varias veces a México con la intención de rodar allí el musical, así como de elegir al elenco.
“Tenía la idea de hacer una ópera de Emilia Pérez y luego me asusté un poco, sentí que necesitaba inyectarle algo de realismo”, explica.
“Así que fui a México, y también exploramos allí durante el proceso de casting, quizá dos o tres veces y algo no funcionaba. Y me di cuenta de que las imágenes que tenía en la cabeza de cómo sería [la película] no coincidían con la realidad de las calles de México. Ahí era demasiado ordinario, demasiado real. Tenía una visión mucho más estilizada en mi mente. Así que la llevamos a París y reinyectamos en ella el ADN de una ópera”, añade.
“Puede que sea un poco pretencioso por mi parte, pero ¿necesitaba Shakespeare ir hasta Verona para escribir una historia sobre ese lugar?”.
A juzgar por el éxito de la película en la temporada de premios, muchos críticos y votantes deben estar de acuerdo con Audiard, o al menos, creen que Emilia Pérez tiene un gran mérito artístico independientemente de esta cuestión.
“Cuando la vi, me pareció una obra enormemente fresca”, afirma James Mottram, crítico de cine británico. “Es decir, una nueva visión de la historia de un cartel, un musical poco habitual, una historia trans. Combinar esos tres elementos es una proeza de destreza narrativa. Admiro la valentía de la película por encima de todo”.
“Audiard ya había trabajado antes en el género policíaco -si es que a esto se le puede llamar una película policíaca- con películas como The Beat That My Heart Skipped, pero esta parecía totalmente nueva. Y como crítico, eso es lo que uno siempre busca: alguien que aborde temas controvertidos y les dé un nuevo giro”, continúa.
“Se puede decir que Emilia Pérez es una telenovela además de una ópera, y en cierto modo es una fantasía, no creo que se suponga que es un retrato auténtico de los carteles. Sin embargo, es difícil, puedo entender que algunos mexicanos se sientan ofendidos cuando es un tema tan sensible para ellos, y no fueron tantos los que participaron en la producción.
“También hubo quejas de la comunidad trans al respecto. Audiard fue atacado desde todos los ángulos realmente, y quizás comprensiblemente, pero creo que cuando haces algo arriesgado y divisivo, eso siempre va a pasar”, señala.
El director francés cuenta que se le ocurrió la idea de la película tras leer parte de la novela Écoute, del escritor Boris Razon, en la que aparecía en un capítulo el personaje secundario de un narcotraficante “que quería hacer la transición” a mujer, pero “Boris no había dado continuidad a la idea”.
“Hay dos temas delicados en esta película: la identidad transexual y los desaparecidos en México”, explica el cineasta.
“Y es algo que no puedo explicar del todo racionalmente, pero había un vínculo entre los dos, en el que yo imaginaba esta historia de si este gángster, que es responsable de este mal, puede redimirse a sí mismo y por extensión a todo México, a través de esta transición, a través de cambiarse a sí mismo.
“Y creo que el uso de la ópera, del canto, y del baile, permite una cierta distancia que hace que el mensaje sea mucho más eficaz. Penetra mucho más profundamente que si lo documentaras de una manera muy realista”.
Sin embargo, en una reciente rueda de prensa en México, Audiard se disculpó ante sus críticos, afirmando que la película es un musical, y por tanto no es “realista”.
“Si hay cosas que parecen chocantes en Emilia Pérez entonces lo siento mucho… El cine no da respuestas, solo hace preguntas. Pero quizá las preguntas en Emilia Pérez sean incorrectas”.
Sin embargo, aunque existe cierto disgusto, la película también cuenta con defensores de alto perfil en México, como el director de La forma del agua, Guillermo del Toro, que calificó a Audiard como “uno de los cineastas vivos más increíbles” en una conversación con el director en una proyección del Sindicato de Directores de Estados Unidos el pasado mes de octubre. Incluso dijo que la película es una “obra maestra”.
Por su parte, la mexicana Adriana Paz se refirió a la polémica: “He oído a gente decir que es ofensiva para México. Quiero saber por qué, porque yo no lo he sentido así. Y he preguntado a algunas personas en las que confío, no solo como artistas sino como personas, y no lo sienten así, así que estoy tratando de entender”.
Zoe Saldaña le explica a la BBC que dejar que los cineastas lleven a cabo su visión artística es importante, incluso cuando el tema es delicado.
“Creo que vivimos tiempos muy delicados, en los que las comunidades están muy preocupadas por la exactitud de su representación”, indica.
“Y yo vacilo entre respetar eso, que es principalmente mi objetivo, pero también dejar espacio para que cineastas o narradores amables tengan un enfoque muy especial al respecto y darles espacio para que lo hagan aunque no formen parte de esa comunidad.
“Porque a veces pueden tener la mejor historia que contar. Y creo que Jacques siempre fue respetuoso, siempre fue muy amable, con su forma de abordarlo”.
Saldaña, que agradeció que la película le diera la oportunidad de trabajar en su lengua materna, el español, pues dice que “nunca había podido hacerlo antes, aparte de una película independiente en la República Dominicana cuando era muy joven, pero nunca en Estados Unidos”, también señala que no le preocupó que Audiard no hablara español, ya que había hecho películas como Un profeta y la ganadora de la Palma de Oro en 2015, Dheepan, en otros idiomas además del francés.
“Se desafió a sí mismo y desafió esa gravedad a la que nos sujetamos a través del lenguaje, y eso no le prohibió conectar con otras personas. Siempre le he admirado por su curiosidad por otras culturas y por contar historias sin apropiarse de ellas”, sostiene.
Pero Emilia Pérez forma parte ahora del actual debate sobre si la autenticidad cultural es primordial a la hora de contar historias, o si las producciones occidentales deberían ser más conscientes de que se exponen a acusaciones de apropiación cultural cuando los directores abordan historias de países y culturas ajenos a su ámbito de experiencia.
A la pregunta de qué opina en caso de que la película triunfe en los Oscar, Héctor Guillén responde que “solo demuestra que la industria funciona así, que está alejada de lo que ocurre en América Latina y México, aunque no estemos tan lejos de California”.
El guionista dice que “sólo desearía” que la producción hubiera estado “más abierta” a los consejos desde dentro de México.
“Creo que Audiard es un gran cineasta, y creo que tuvo buenas intenciones con la película. No creo que sea un francés racista que quiera ridiculizar nuestra cultura”, dice.
“Pero podría haber sido más abierto con los creadores mexicanos, con los activistas, para hablar sobre la forma correcta de contar la historia. Porque yo sí creí, al final del filme, que había una oportunidad de que fuera una gran, gran, audaz película de la manera correcta”.
Por Emma Jones