Autores: Miguel Angel Cárcano y María Inés González. Dirección: Sebastián Pajoni. Intérpretes: Celeste Muriega, Christian Sancho y Melina González. Música: Hugo Hoffmann. Vestuario: Héctor Ferreira. Iluminación: Nacho Vellino. Escenografía: Gustavo Ruiz. Coreografía: Vera Mauer. Sala: Picadilly (Corrientes 1524). Funciones: miércoles, 20.30 hs. Duración: 70 minutos. Nuestra opinión: Regular.

Dividida en cuatro actos, cada uno de ellos lleva el título de una estación del año: otoño, invierno, primavera y verano. Sus personajes son: Manuel, Pilar y Marta. El primero tiene por amante a la segunda, mientras que la tercera es su pareja estable, la que se presume no sabe que su novio la engaña con otra mujer. La obra fue escrita por dos argentinos radicados hace varios en España, Miguel Angel Cárcano y María Inés González, que la estrenaron en 2021, en el Teatro Lara, de Madrid, aunque previamente, en 2008, fue llevada al cine. En Europa, esta comedia ligera, que habla de lo que le sucede a una pareja, luego de varios años de estar juntos, llevó el título de Cuatro estaciones y un día.

Cárcano y González son autores a los que les preocupa el tema de las relaciones amorosas y eso les ha servido como inspiración para sus guiones o piezas teatrales. Así han escrito otras piezas, como Mientras tanto, en la que sus protagonistas eran tres mujeres; o Entreactos, sobre una pareja hombre-mujer. Hablar sobre el amor y sus consecuencias no deja de ser un acierto, porque es un tema que nunca se agota. Quizás lo que se agota, sino se le da una mejor contextura, o un poco más de profundidad, o se les suma un elemento que provoque desconcierto, son los personajes. Pero esta es una comedia liviana, de situaciones rápidas y superficiales, en las que cada uno de los personajes, le pregunta al otro y le cuenta al espectador, lo que le sucede cuando a él, en este caso, solo le atrae ella, o ellas.

¡¿Cuántos querés que te amen?!, una comedia liviana donde una relación de infidelidad muta hacia un vínculo abierto

Los autores dejan en claro, que son las mujeres a las que les surgen más interrogantes dentro de una relación. Ellas son las que luego de pasado el instante de “hacer el amor”, se preguntan si para él, son solo un cuerpo o puede haber algo más. Si acaso él recuerda cómo es la vida de una de ellas. Si tiene hermanos, padres, o un perro, reflexiona quien hace de la amante, mientras se viste en ese hotel de paso. Mientras que la novia “oficial”, digamos, se pregunta porque siente que se agotó la relación con ese hombre, del que promete separarse, pero vuelve una y otra vez.

La crisis finalmente estalla entre las dos mujeres y se consultan por qué a él solo le interesa hacer el amor con una por vez y goza al saber que engaña a la otra. Quizás habría que probar estar los tres juntos ¿por qué nó? ¿Lo lograrán? Quizás sí, o no, o los personajes se abran a otros interrogantes. ¿Poligamia o poliamor? Es una frase que promociona esta comedia tan superficial, como ligera, a la que Christian Sancho y Celeste Muriega, pareja en la vida real, le prestan sus cuerpos esculturales y bien trabajados en el gimnasio, aunque ella es bailarina y en la misma pieza se anima no sólo a actuar, también a mostrar algunos movimientos coreográficos. A ellos se suma Melina González. Los tres sonríen al terminar y piden al público que no cuenten el final. Nosotros tampoco lo haremos, ya que es una sorpresa de la que disfrutan función tras función un público de cuarenta para arriba, que aplauden y llenan la sala.

¡¿Cuántos querés que te amen?! se acerca, por momentos, a un ejercicio típico de una escuela de actuación

La pieza de Cárcano y González es ligera, liviana, monótona y no aporta nada nuevo a un tema muy trillado. Podría decirse que es un sketch teatral, o un ejercicio típico de una escuela de actuación, al que se le han añadido palabras hasta lograr la duración de 70 minutos. A su vez desconcierta que un director de la experiencia de Sebastián Pajoni, maestro de actores, no haya intentado trabajar o marcar situaciones, en las que les hubiera permitido explorar una mayor sensualidad, erotismo, o empatía a los personajes. Esto hubiera posibilitado a los actores enriquecer no sólo sus textos y ejecutar los escasos movimientos, o reacciones que muestran sus personajes. Quizás haber sumado otros elementos escenográficos, además de la cama que preside el espacio, un pequeño mueble, una botella y unas copas, hubieran ayudado a los intérpretes a enriquecer un poco más los caracteres de estos personajes.