ROMA.- Hace quince años Paolo Guzzini, empresario de la región de las Marcas, extitular de una famosa marca de lámparas (IGuzzini) y coleccionista de arte, compró en un mercadito de pulgas de Le Mans, Francia, una pintura. Aunque había algo que le decía que se trataba de algo importante, Guzzini jamás pensó que, como se confirmó ahora, ese cuadro era un auténtico Modigliani, como certificó el Archivio Modigliani de esta capital después de diversos análisis.

Se trata de un retrato que Amedeo Modigliani (1884-120), artista famoso por sus mujeres con el rostro y cuello alargado, y aire melancólico, le hizo a Mario Cavaglieri, un pintor amigo. Y una de las primeras que realizó en París, donde se trasladó en 1906 y murió de tuberculosis, a los 35 años.

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Cuando Guzzini compró este retrato, hace 15 años en un mercadito de antigüedades de Le Mans, más que la pintura, le llamó la atención otra cosa. “Me impactó el sello que había en la parte trasera de la tela, proveniente de un taller de Montmartre frecuentado por muchos artistas célebres y decidí comprarlo”, contó el coleccionista al Corriere della Sera, que se hizo eco de esta increíble historia. “Lo pagué algunos miles de euros, no poco, porque era imposible darle una atribución”, agregó el coleccionista, al admitir haber tenido entonces “velocidad” y “ojo clínico”.

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Para tratar de entender si ese cuadro podía llegar a ser algo importante, el historiador y crítico de arte, Alberto Mazzacchera, que comenzó a sospechar que el autor podía llegar a ser “Modi”, le aconsejó a Guzzini interpelar el “Archivio Modigliani” de Roma.

“Entonces hubo un primer encuentro con Christian Parisot, director del ‘Modigliani Institut Archives Legales’ de Roma. Cuando vio el cuadro, la expresión de su cara cambió. Y me dijo: ‘No puedo hablar, hacen falta exámenes radiológicos sobre la tela y sobre los colores’”, evocó.

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Acto seguido, llevó la obra a un instituto de esta capital especializado en análisis de pinturas. Y a partir de la primera radiografía se descubrió que allí debajo había otra pintura no terminada y que la tela se remontaba a la época correcta, es decir, primeros años del Novecientos. En ese período, existía un color que se denominaba “blanco económico”, utilizado por los artistas sin plata, que justamente usaba Modigliani.

Guzzini llevó luego el informe con los resultados de esos análisis al ‘Archivio Modigliani’, que comenzó una investigación para buscar el sujeto de ese retrato. “Fue entonces que salió a la luz que antes de trasladarse a París en 1906, Modigliani, proveniente de la escuela de los Macchiaioli (los ‘manchadores’, movimiento pictórico surgido en Florencia a fin del siglo XIX), solía hacer retratos de conocidos. Entre estos está el de Mario Cavaglieri, que se remonta a una estadía en Venecia. Cavalglieri, artista cotizado, hospedó a Modigliani, que para agradecerle lo homenajeó con este retrato”, dijo el coleccionista.

La pintura, que es hoy parte de la colección privada de Guzzini, fue recientemente reconocida como una creación de Modigliani por el “Archivio” homónimo, que la sumó a uno de los tomos reservados al artista, uno de los más célebres del siglo XX.

“El valor de esta obra no tiene que ver hoy con su valor de mercado, sino, sobre todo, por su importancia histórica. De hecho, según expertos, podría ser una de las primeras obras realizadas por Modigliani después de su llegada a París, en 1906, cuando su talento comenzaba a ser notado”, subrayó Guzzini, que adelantó espera poner en marcha en la localidad de Recanati, en las Marcas, una fundación que custodie y promueva el arte.