Augusto Tamayo ha dirigido cintas como “Cuentos inmorales” (1978), “Anda, corre, vuela” (1995), “Rosa mística” (2018), “La herencia de Flora” (2023), entre otros. Su vida ha estado ligada al cine, pero no solo desde su aspecto artístico, sino también político. Así lo confirma en “Historia de la industria cinematográfica en el Perú (1972-2014)” (Argos, 2024).

En conversación con Infobae Perú, el cineasta comentó el libro donde rescata nombres, organizaciones, fechas y tantos intentos que se pusieron en marcha para promover el séptimo arte en el Perú. Su lectura resulta crucial para los curiosos de la historia del cine y aquellos que tienen en sus manos la responsabilidad de promover una nueva ley del cine peruano.

Durante la lectura se siente una suerte de nostalgia por la ley publicada en 1972 durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado.

No sé si nostalgia, pero sí reconocimiento. En su momento la criticaron y pedían siempre una nueva, por eso un capítulo del libro se llama “La obsesión legislativa” porque siempre se ha creído que una nueva norma corregirá todo. La anterior no fue mala, sentó la bases de lo que hoy es el cine peruano. Me gustaría que eso lo conozcan las nuevas generaciones que creen que todo viene caído del cielo. Creen que todo es merecido cuando todo es combatido.

Augusto Tamayo, cineasta y escritor, conversó con Infobae Perú a propósito de la publicación de

Una característica de ley fue la cuota de proyección de cintas nacionales.

No era una cuota, sino una obligatoriedad. La Comisión de Promoción Cinematográfica determinaba si una película era meritoria de recibir el certificado de exhibición obligatoria, tanto en largos como cortos. Se creó un mecanismo de exhibición de cortos que permitió la formación de cineastas.

¿Esa comisión rozó con la censura?

Se usó para la censura, aunque se suponía que no eran sus funciones. Estos tenían que determinar la habilidad técnica, artística e informativa de la obra. No hay medida que determine algo que no se cargue de intencionalidad política e ideológica de quienes tienen el poder de dictaminarlo, sobre todo en un gobierno dictatorial. Fue bastante flexible por las propias contradictorias del propio gobierno que tuvo cara de izquierda, luego de derecha y luego no se supo su postura. Fue lo suficientemente flexible para exhibir la gran mayoría de largometrajes y una mayoría notable de cortos.

Se crearon más de mil cortos, hecho que generó el problema de la sobreproducción de estos.

Porque era rentable y la ley quería crear una industria. Algunos decían que se hacían cortos para sacar plata. Bueno, una fábrica de zapatos no solo tiene que producir Gucci, algunos pueden ser solo para ganar dinero. Por eso digo que en el caso peruano siempre hubo una industria del cine.

¿Deberíamos retornar a la obligatoriedad?

Los tiempos cambian. Ahora no me atrevería a exigir nada. No hay que exigir nunca lo que me parece políticamente inviable e ideológicamente imposible. No sé si ahora entre las circunstancias ideológicas y políticas sea posible. Los subsidios eran una figura imposible de promover, por eso se encontró la fórmula del premio.

Fórmula que no ha estado libre de críticas ni de los intereses del gobierno de turno.

Aristóteles dice que si alguien hace algo va a ser criticado. Efectivamente, nada es perfecto y algunos cuestionaron quién decidía los resultados de los premios. Pues, los jurados. ¿Cómo escogen a estos? Se optó por los notables de la cultura. Con ese nombre se les quería elitizar, sino que eran personas que no podían poner en riesgo su prestigio. Los jurados ahora se escogen con otro criterio, está en manos de técnicos y especialistas que son propuestos por los gremios a partir de sus intereses. La fórmula anterior hacía más legítima la decisión del jurado.

Augusto Tamayo, cineasta y escritor, conversó con Infobae Perú a propósito de la publicación de

Hace unos días se entregaron los premios Oscar, el punto máximo del cine estadounidense. ¿Qué ha sucedido para que el cine peruano no haya alcanzado los niveles de Hollywood?

Yo he defendido el cine peruano toda mi vida y a veces la realidad se impone. No creo que sea un perjuicio contra el Perú ni contra el cine iberoamericano. Las razones podrían ser dos: tal vez no hacemos cine de acuerdo al gusto de la Academia, quizás no hemos coincidido en temáticas, estilo, perspectiva y tono. La otra razón un poco más melancólica es que tal vez no hemos producido cinta de suficiente calidad, aunque una llegó.

Hace 15 años.

Es como el mundial de fútbol, nos aferramos a la única vez que fuimos.

Mi pregunta iba más por el lado de por qué la industria peruana no ha crecido al punto de ser un referente en la región ni tener un premio que sea relevante en el cine en español. ¿Quizás la respuesta está en 1992 con el fin de la ley?

No me atrevería a decir eso. Yo digo que el 2014 es un año decisivo, pero Emilio Bustamante, según los datos de este libro, cree que 1992 es más importante porque transformó.

¿Transformó o destruyó?

No llegó a destruir, pero sí fue un ajuste doloroso. En 1993 no hubo ni una sola película peruana y poco a poco se fue recuperando hasta el 2014 con el estreno de “Asu Mare”. Siempre hubo éxitos de público y de festivales en el Perú, pero en el 2014 ocurre un boom de recaudación que se repite hasta tres veces. Durante los últimos diez años, se ha invertido un montón en el cine privado tratando de repetir lo ocurrido. 1992 transforma el modo en que el cine se exhibe.

¿En qué momento se encuentra el cine peruano desde el aspecto legislativo?

Está aprobada una ley que no creo que sea muy beneficiosa y que solo tienen en cuenta a la empresa privada. No hay país en el planeta, ni Estados Unidos, cuyo cine no cuente con el apoyo y promoción del Estado. Prefiero, en estos momentos de mi vida, cumplir con los proyectos que tengo en mente.

Augusto Tamayo, cineasta y escritor, conversó con Infobae Perú a propósito de la publicación de

Es decir, en esta nueva etapa de obsesión legislativa, Augusto Tamayo no estará involucrado.

Así como antes había servicio militar obligatorio, puedo decir que ya he cumplido mi servicio cinematográfico obligatorio. Ahora quiero terminar y ampliar mi obra.

¿La película sobre José María Eguren?

Ese guion se llama “La niña de marfil” y es, para mí, mi mejor guion. Ahí he sintetizado toda mi visión del mundo, toda mi sensibilidad y ojalá pueda hacerla.