UNESCO destaca que una evidencia global “revela las dificultades desmedidas que las niñas y mujeres tienen para ejercer su derecho a la educación

Desde hace 115 años, cada 8 de marzo se celebra el día de la mujer en diversos países y es una ocasión para concientizar sobre cómo las desigualdades y los techos de cristal –barreras y limitaciones sociales– siguen impactando de manera negativa en niñas, adolescentes y mujeres a lo largo de su vida. También es una oportunidad para visibilizar historias y reflexiones de aquellas que se educan, se organizan y debaten para hacer una diferencia.

Desde la UNESCO sostienen la importancia del eje Género y Educación en las políticas educativas nacionales ya que permite considerar: “La noción de género como un concepto fundamental; la desigualdad y discriminación de género como problemas públicos que afectan el derecho a la educación de calidad; y la igualdad de género como un objetivo de desarrollo, que orienta la agenda pública y educativa a nivel regional y global”.

Desde la organización destacan que existe una evidencia global que “Revela las dificultades desmedidas que las niñas y mujeres tienen para ejercer su derecho a la educación, motivadas por diversos factores: barreras de acceso, exacerbadas por la pobreza y las crisis económicas; estereotipos de género en los planes de estudios, libros de texto y procesos pedagógicos; violencia contra las niñas y mujeres dentro y fuera de la escuela; y obstáculos de orden estructural e ideológico para ser parte de disciplinas académicas o de formación profesional dominadas por los varones”.

Ticmas conversó con diversas mujeres y especialistas vinculadas al mundo de la educación y la tecnología para que nos brinden su mirada.

María Noel Castro Campos, es una ingeniera salteña candidata a ser la primera astronauta argentina

No es “excepción”

En 2008, la UNESCO designó la igualdad de género como una de sus dos prioridades globales; una medida pionera dentro del sistema de las Naciones Unidas en especial al resaltar que “las prácticas sexistas en la educación contribuyen a reproducir estereotipos y sesgos, reforzando patrones discriminatorios”.

“Creemos que la diferencia entre hombres y mujeres en el día a día ya no existe. Que el talento, la inteligencia y la pasión no entienden de género. Pero, aún así, seguimos escuchando ‘sos de las pocas’, comentarios que nos recuerdan que, de alguna manera, todavía estamos desafiando una norma que nunca debería haber existido”, asegura María Noel Castro Campos, la Ingeniera salteña que hoy es candidata a ser la primera astronauta argentina y sueña con viajar a Marte.

María Noel, que construyó su carrera académica a partir de su tesón y esfuerzo, agrega: “Pero la realidad es que ya estamos aquí. Pertenecemos. No porque tengamos que demostrar algo extra, sino porque siempre hemos sido parte de la ciencia, la ingeniería y la tecnología. Porque no se trata de ser una excepción, sino de entender que este es también nuestro lugar, como siempre lo ha sido. El futuro no distingue géneros, solo ideas, determinación y trabajo. Y es con esa convicción que seguimos avanzando.”

Inés Kreplak, licenciada en Letras de la UBA y Magíster en Derechos Humanos por UNSAM (@kreplings)

Avances y retrocesos

Por su parte, la Licenciada en Letras de la UBA y Magíster en Derechos Humanos (UNSAM), Inés Kreplak reflexiona sobre el presente social y político en el que hoy se encuentran las mujeres: “Aparentemente esta contraofensiva que estamos viviendo, en una inmensa medida por parte de varones, blancos, heterosexuales, se justifica porque el feminismo ‘se pasó dos pueblos’. Por supuesto esa discusión me es irrelevante, pero deja en evidencia el mecanismo del castigo que siempre estuvo presente en los discursos de la desigualdad. ¿No es acaso muy parecido a decir que fue porque tenía la pollera muy corta, salía de noche o era poco femenina? ¿No es acaso una manera de justificar lo injustificable? Estamos viviendo una época de retrocesos en todos los derechos humanos, y osamos creer que estaban conquistados para siempre, pero no es así”.

“En un contexto en el que los espacios educativos están sufriendo ahogos presupuestarios, coerción y censuras, dado que no se puede trabajar con ciertos libros ni tocar ciertas temáticas bajo amenaza de denuncias penales y pérdidas de puestos de trabajo, queda claro que tendremos que seguir tramando, tejiendo y urdiendo estrategias y alianzas, con suspicacia y con inteligencia, pero también con fuerza y potencia tanto en las aulas, recreos, bares o casas, como en las calles, con susurros, gemidos o aullidos porque lo que defendemos nos importa y está en riesgo”, plantea la también escritora que no duda en poner el foco en la lucha en el día a día.

Soledad Salas, Fundadora y Directora Ejecutiva de Mujeres en Tecnología (MeT) reflexiona: “En la última década vimos cómo la participación de mujeres y LGBTIQ+ tuvo avances y retrocesos en el sector tecnológico”.

Desde la comunidad de MeT crean espacios seguros de intercambio regional para conectar a mujeres y diversidades de género a partir de aprendizajes colaborativos e intercambios de experiencias. Salas indica: “Este 8M llega en medio de un contexto político donde las empresas cierran sus áreas de género y diversidad y los estados desfinancian las políticas para reducir la brecha digital de género. Desde la sociedad civil y los territorios sostenemos la urgencia de trabajar por una tecnología más inclusiva y de construir soberanía tecnológica”.

Y agrega: “Necesitamos tecnologías que impulsen a toda la sociedad y resuelvan las dificultades de todas las personas; tecnologías que sean diseñadas especialmente para incluir a las personas excluidas. Sólo con mayor diversidad en los equipos de desarrollo e integrando perspectiva de género y diversidad, podremos crear soluciones tecnológicas propias y situadas para el desarrollo socio-económico-cultural de nuestra sociedad en la era digital”.

A los 15 años, Paloma Rieznik se especializó como programadora Mobile Android y hoy es una de las jóvenes voces de referencia en tecnología y programación

La tecnología es para todas

Los sistemas educativos no suelen escapar a los estereotipos de género y muchas veces las niñas y adolescentes deben crear nuevos caminos para lograr la igualdad de oportunidades.

“El 8 de marzo es una fecha que nos invita a reflexionar sobre lo que todo lo que avanzamos en la lucha por la igualdad de género, pero también sobre lo que queda por cambiar. En mi experiencia viví de cerca cómo los estereotipos y techos de cristal siguen limitando las oportunidades de las mujeres, especialmente en áreas como la tecnología, donde todavía somos pocas. Me acuerdo cuando tenía 13 años y quería entrar a una escuela técnica, pero me dijeron que no aceptaban mujeres. No lo cuestioné, lo tomé como algo natural. Años después me di cuenta de que eso era ilegal, pero por desconocimiento lo dejé pasar”, relata Paloma Rieznik quien a los 15 años se especializó como Programadora Mobile Android, desarrolló una app y hoy es una de las jóvenes voces de referencia en tecnología y programación.

Rieznik reflexiona sobre su camino y plantea: “Hoy tengo 21 años, un trabajo en una empresa multinacional en tecnología, en el que entré con 18 años, estudio una carrera en sistemas, y sigo transmitiendo mi pasión por la educación siendo voluntaria en Fundación Líderes de Ansenuza. Gracias a las referentes que conocí a lo largo del camino, pude entender que sí era posible para mí estar en este mundo. Además tuve la posibilidad de viajar tanto nacional como internacionalmente inspirando a otros jóvenes y otras mujeres a seguir su pasión sin importar quienes son o de dónde vienen y me siento orgullosa de poder convertirme en una referente para otras chicas que como yo alguna vez pensaron que el ámbito en el que se desarrollaban o querían desarrollar no era para ellas”.

Además destaca: “Aunque ahora hay más mujeres en tecnología, cuanto más me especializo, más noto las brechas. En mis cursos, muchas veces fui la única mujer, y hoy, trabajando en sistemas, sigo encontrándome en ambientes dominados por hombres. No se trata solo de los números, sino de cómo nos sentimos dentro de esos espacios, que muchas veces es como si no encajáramos. Creo que hablar de esto es fundamental. Cada vez que una de nosotras visibiliza su historia, se está abriendo una puerta para que otras no tengan que enfrentar las mismas dificultades o por lo menos se sientan un poco más acompañadas”.

Si bien estamos viviendo un boom digital tecnológico desde hace décadas, desde la organización Chicas en Tecnología (CET) resaltan: “Nuestras investigaciones nos indican que sólo el 10% de las chicas de 10 a 14 años se interesa en carreras tecnológicas”.

El CET –que desde el 2015 trabaja para reducir de manera consciente la brecha de género en el sector– plantea que: “En el panorama regional, nuestro último informe La brecha que persiste nos muestra que las mujeres somos mayoría en las universidades pero la distribución de carreras es muy desigual. Si vemos un aula de carreras de programación, de cada 100 estudiantes solo 23 son mujeres –en el mejor de los casos–. La mayoría de las mujeres decide estudiar carreras de salud y bienestar, educación y ciencias sociales. En cambio en carreras de ciencias, tecnología, matemáticas e ingeniería, somos minoría”.

Y subrayan que “La falta de interés de las mujeres para desarrollarse en estas áreas es el resultado de estereotipos de género que influyen en nuestros deseos y decisiones desde la niñez y la adolescencia. Por eso, trabajamos para achicar la brecha de género en tecnología, un cambio necesario para reducir la desigualdad económica existente entre mujeres y varones y al mismo tiempo garantizar que nuestra perspectiva esté incluida en el desarrollo de las soluciones del futuro. Apostamos a que las más jóvenes pasen de ser usuarias a creadoras y líderes de tecnología con impacto social”.

Este nuevo 8 de marzo nos deja una invitación a recordar que el cristal puede romperse y que la educación es el martillo que toda mujer y una sociedad igualitaria necesita.