Cada miércoles, cuando se acercan las ocho de la mañana, alguna de las personas que van al centro de día de Oberá se encarga de buscar la llave y abrir el mueble que guarda, apiladas, las carpetas con el material con el que trabajarán más tarde. Aunque todas son de cartón, ninguna es igual a la otra. Están adornadas según los gustos de su dueño: con stickers, cortezas de árboles, carteles hechos a mano y figuras de goma eva brillante.

Las carpetas les pertenecen a las 20 personas que van al Centro de Día, un lugar de recreación, contención y acompañamiento que la Municipalidad de Oberá armó para adolescentes, jóvenes y adultos con discapacidades como síndrome de Down, retraso madurativo, sordera, autismo, neurodivergencia o movilidad reducida. Tienen entre 14 y 70 años y cada semana aguardan con ansiedad la llegada de Lucas Vogel (44), un docente de matemática que en ese centro creó un lugar de aprendizaje que bautizó Espacio STEAM.

Allí, además de matemática, Lucas se convierte también en profesor de tecnología, ingeniería, ciencia y arte (en inglés, las letras iniciales de cada materia conforman la sigla STEAM). En las últimas semanas trabajó con sus alumnos sobre el ciclo del agua. Hicieron dibujos, maquetas y hasta prototipos con materiales reciclados para entender el proceso de potabilización. Más allá de los contenidos teóricos, para Lucas, la enseñanza más grande que se llevan cada semana es “que ellos son capaces de aprender” y que “aprender está bueno”.

Para Lucas, es clave empoderar a las personas con discapacidad para que se convenzan de que ellas también son capaces de aprender

La semana pasada, Lucas fue seleccionado, junto a Karina Sarro, otra docente argentina, entre los 50 finalistas al GEMS Education Global Teacher Prize, una iniciativa de Fundación Varkey organizada en colaboración con UNESCO. El premio busca reconocer a un profesor destacado que haya hecho una contribución excepcional a la profesión, así como poner en valor el importante rol que los docentes desempeñan en la sociedad. Lucas fue seleccionado entre 5000 nominados.

De Kiosquero a profesor

Lucas nació y se crio en Oberá, y tiene cuatro hermanas mujeres. Es de una familia de clase media baja y sus papás siempre fueron “buscas”. Trabajaron por su cuenta de vendedores o de empleados en alguna empresa, por ejemplo, en el acarreo de motores. “Siempre nos apoyaron en todo lo que hacíamos”, cuenta Lucas, el primero de su familia que logró tener un título universitario.

A Lucas siempre le encantó leer. Como trabajaba en talleres mecánicos desde los 15 años e iba a una escuela técnica le pareció que el camino lógico era seguir la carrera de Ingeniería Civil, y lo hizo. Pero no la terminó. Y es que durante los primeros años de cursada, empezó a dar clases particulares de matemática para solventar algunos gastos. Eso hizo que lo llamaran de algunas escuelas para hacer suplencias. Y aunque le hubiera encantado seguir el camino de la docencia, tendría que esperar varios años para volver a él.

Y es que las pocas horas que tenía como docente no le alcanzaban para cubrir sus gastos e independizarse. En el medio, tuvo un kiosco y trabajó como técnico de aires acondicionados.

Sin embargo, cuando junto a su mujer, Soledad, tuvieron a su hijo, que ahora tiene 13 años, decidieron volver a lo que realmente les gustaba y a seguir sus pasiones, para darle el ejemplo. Así, se recibió de profesor en educación técnica y, años más tarde, de licenciado en Educación con orientación en Estudios Sociales. Hoy, da clases de matemática en los niveles secundario y superior.

“Enfocarse en lo que sí pueden hacer”

“Te estarás equivocando de lugar”, le dijeron a Lucas cuando hace dos años propuso crear un lugar de aprendizaje en el Centro de Día de Oberá. Y es que pensaron que se estaba confundiendo con el Hogar de Día, al que asisten unos 40 chicos de 6 a 18 años que viven en situaciones de extrema pobreza, violencia o institucionalizados. Pero el profesor de matemática redobló la apuesta: “Quiero enseñar ahí también, entonces. En el Centro y en el Hogar”.

Lucas se recibió de profesor en educación técnica y después de licenciado en Educación

“Pará, ¿de qué estás hablando?”, le respondieron. Una semana más tarde, entregó el boceto de lo que sería el espacio STEAM, el lugar de aprendizaje en el que combina ciencia, arte y tecnología con proyectos prácticos y el uso de materiales reciclados.

“La evidencia lo indica así y yo estoy convencido de que todos somos capaces de aprender a lo largo de toda la vida. A veces los caminos son mucho más complicados, a veces no apuntamos al lugar correcto y tenemos que apuntarle a otro. Pero todos podemos aprender de alguna manera”, asegura Lucas.

Por eso, cuando trabaja con personas con discapacidad, Lucas prefiere enfocarse en lo que sí pueden hacer, en vez de en lo que no les sale: “Por ahí, muchos están acostumbrados a que otras personas hagan las cosas por ellos porque piensan que ellos mismos no van a poder. Pero yo estoy intentando cambiar eso. Si alguno no puede recortar porque no puede usar una tijera, adapto la tijera, o me fijo si puede cortar con una regla o con una trincheta. Cambiemos y miremos que sí pueden hacer, lo que sí se puede cambiar”.

Para aquellos que no pueden leer, por ejemplo, graba audios o utiliza dibujos o esquemas. Además, les proporciona a sus alumnos textos en “lectura fácil”, una adaptación que permite una comprensión más sencilla del contenido. Lucas también acerca libros de este tipo al Hogar de Día al que también va una vez por semana, en el que unos 10 de los 40 chicos que asisten, aunque estén escolarizados, tienen problemas para leer y escribir. “Los libros en lectura fácil los lleva a no frustrarse y a querer seguir aprendiendo. Es hermoso ver cómo mejoran su rendimiento en la escuela y me muestran las nuevas cosas que lograron”, cuenta el docente.

“No hay que tenerles lástima”

Si bien había estudiado algo en el profesorado, nunca antes había trabajado con personas con discapacidad. Por eso, del espacio STEAM se lleva dos grandes aprendizajes. El primero es que, efectivamente, los libros no están equivocados: cualquiera puede aprender y en cualquier momento de la vida. El segundo, a no tenerles lástima. “Ellos saben que son un peso para su familia o para los lugares en los que están. Por eso, hay que acompañarlos a que ellos se superen y sean un poquito mejores todos los días, así se dan cuenta de que si se proponen algo, van a poder lograrlo”.

Lamentablemente ellos también saben que gran parte de la sociedad es prejuiciosa y los considera menos”, dice Lucas. Por eso, evitar felicitar a sus alumnos con frases como “qué genios”. En su lugar, prefiere felicitarlos por su esfuerzo y animarlos con un “vos podés”. “Cuando no les sale algo, los aliento a seguir intentando y seguir esforzándose. Y cuando lo logran, les recalco que fue gracias a eso: a haberse esforzado y a haber creído en sus propias capacidades”, explica.

Con el espacio STEAM, Lucas quiere que quienes asisten al centro entiendan y se crean que ellos mismos tienen la capacidad de aprender y de estar mejor y así poder darles la oportunidad de tener una mejor calidad de vida. Por eso, le parece “mágico” la predisposición que tiene cada uno a aprender, y la subida en su autoestima y su confianza.

Lucas se emocionó hasta las lágrimas cuando Francisca, que al principio decía que no podía hacer nada, le regaló una remera decorada con una mariposa que ella misma hizo. O cuando Ricardo, que está en silla de ruedas y apenas habla un par de palabras en “portuñol”, sacó de la carpeta una guía sobre el ciclo del agua y le señaló la parte de la que creía estaba hablando unos de sus compañeros, mientras mostraba la maqueta que había hecho.

En sus 44 años, Lucas no dejó nunca de pensar que la educación puede cambiar el mundo: “Hace que seamos mucho mejores personas. No necesitamos nada más que la educación para saber que tenemos que tratar bien al resto para que todos como sociedad estemos mejor”.

Más información

  • Si querés saber más sobre por qué la inclusión educativa de las personas con discapacidad es un derecho, podés ingresar a la guía temática de Fundación La Nación.