Para algunos puede parecer extraño pero para otros es de lo más normal: usar el baño como refugio entre la rutina y la privacidad. Ya sea con el teléfono en mano o un libro bajo el brazo, el inodoro puede ser un lugar en el que se pasa más tiempo del necesario y este hábito aparentemente inofensivo puede traer consigo una serie de consecuencias inesperadas para la salud.

El diseño del sanitario, la postura que adoptamos al estar sentados y el tiempo prolongado que pasamos ahí juegan un papel crucial en nuestra salud. Desde molestias pasajeras hasta problemas serios, como hemorroides o complicaciones intestinales, esta práctica cotidiana puede transformarse en un riesgo silencioso que afecta significativamente nuestra calidad de vida a largo plazo.

¿Por qué nos quedamos tanto tiempo en este lugar? En un mundo saturado de estímulos, el baño parece ofrecer un escape momentáneo, donde nadie nos interrumpe y podemos desconectarnos del caos diario. Pero ese hábito, reforzado por la tecnología que nos acompaña incluso en esos momentos, podría estar jugando en contra de nuestro bienestar físico.

“El uso de celulares, tablets o libros durante el tiempo en el inodoro puede prolongar significativamente la estancia, ya que estas actividades no solo distraen y hacen que las personas pierdan la noción del tiempo, sino que también interrumpen el enfoque en la acción principal, lo que puede llevar a esfuerzos innecesarios al evacuar. Por otro lado, la prolongada permanencia en una posición que no está diseñada para mantenerse por largos períodos ejerce presión constante sobre los vasos sanguíneos del área anal, lo que incrementa el riesgo de hemorroides, fisuras anales y malestar. Además, la inclinación hacia adelante, común al usar estos dispositivos, intensifica esta presión en los tejidos y puede generar molestias musculares en la región lumbar y pélvica. En algunos casos, este hábito está relacionado con problemas digestivos, como el estreñimiento, que también contribuyen a la necesidad de pasar más tiempo en el baño. Por ello, limitar estas prácticas y mantener la atención en la tarea puede ayudar a prevenir estos efectos negativos tanto en la postura como en la salud general”, expresó el doctor Eduardo Carcausto, médico internista de Sanitas a Bienestar.

¿Qué problemas de salud pueden derivarse de estar demasiado tiempo sentado en el inodoro?

Al estar sentado en el inodoro, el cuerpo adopta una postura con las piernas en un ángulo de aproximadamente 90 grados respecto al torso y el peso recae sobre los glúteos y los muslos. Por esta razón, si se mantiene por tiempos prolongados, esta puede aumentar el riesgo de varias afecciones. Según Sarah Vogler, cirujana colorrectal de Cleveland Clinic, una de las más comunes es el desarrollo de hemorroides. Básicamente, dicha postura, el esfuerzo y la presión en el abdomen, incrementa la tensión en las venas del área rectal, causando una inflamación y agrandamiento de estas.

Igualmente, el esfuerzo constante y prolongado mientras se está sentado en el inodoro puede debilitar los músculos del suelo pélvico. Estos músculos son esenciales para el control de la vejiga y el intestino, y su debilitamiento puede llevar a problemas como incontinencia urinaria, dificultad para evacuar o incluso prolapso rectal. Además, la presión excesiva en el colon durante el esfuerzo puede causar inflamación o aumentar el riesgo de fisuras anales.

“Estar sentado durante largos períodos en el inodoro puede interrumpir el funcionamiento normal del intestino. Básicamente, esta postura genera presión innecesaria en el recto y el ano, lo que puede dificultar la evacuación en lugar de facilitarla. Además, puede ser indicativo de un problema subyacente como el estreñimiento crónico, que requiere atención médica”, agregó la experta.

Del mismo modo, puede causar tensión en ciertos grupos musculares y articulares, pues la inclinación pélvica que ocurre al estar sentado en un inodoro estándar, combinada con la tendencia a encorvarse, puede provocar molestias en la parte baja de la espalda, las caderas y la pelvis, especialmente si ya existen predisposiciones a problemas musculoesqueléticos. Asimismo, cuando se permanece mucho tiempo en esta posición, por ejemplo, usando el celular o leyendo, la inclinación hacia adelante aumenta la presión sobre la zona lumbar y la pelvis, lo que puede contribuir a dolores crónicos y rigidez en los músculos del cuello y los hombros.

Permanecer sentado por mucho tiempo también puede afectar negativamente la circulación sanguínea, especialmente en las extremidades inferiores. De acuerdo al médico internista de la Clínica Ricardo Palma, Juan Manuel Jiménez, esto puede provocar una disminución del retorno venoso y de la circulación óptima en las piernas. Como resultado, se genera una obstrucción en el flujo sanguíneo que puede ocasionar hinchazón, incrementar el riesgo de insuficiencia venosa periférica -comúnmente conocida como várices– e incluso favorecer la formación de coágulos o trombos.

¿Cuáles son las señales de alerta que indican que esta práctica está afectando a la salud?

Según el doctor Carcausto, hay varias señales y síntomas que pueden indicar que permanecer mucho rato sentado en el inodoro está afectando la salud y que sería recomendable buscar ayuda médica, incluyendo:

  • Dolor o incomodidad persistente en el área anal o rectal.
  • Hemorroides visibles o sangrado durante la evacuación.
  • Sensación de evacuación incompleta.
  • Hinchazón persistente.
  • Cambios en los hábitos intestinales.
  • Persistencia de estreñimiento.
  • Molestias abdominales recurrentes.
  • Pérdida de peso inexplicable.
  • Sensación de incomodidad o entumecimiento en las piernas.
  • Prolapso rectal.

¿Qué grupos son más vulnerables a desarrollar problemas por esta práctica?

Existen varios grupos poblacionales que son más vulnerables a desarrollar problemas de salud debido a la práctica de permanecer mucho tiempo sentado en el inodoro. En primer lugar, como señaló el médico internista de la Clínica Ricardo Palma, las personas con estreñimiento crónico, por ejemplo, son especialmente propensas a pasar largos períodos en el baño en un intento de poder evacuar. De igual manera, aquellas que sufren de trastornos digestivos como el síndrome del intestino irritable (SII) pueden verse más afectadas, ya que esta práctica puede agravar los problemas existentes, provocando tensión excesiva, hemorroides, fisuras anales y otros trastornos relacionados con la evacuación.

Tener que ir al baño varias veces durante la noche puede ser motivo de una consulta médica. Foto: Pexels.

“Los niños pequeños, especialmente aquellos que están aprendiendo a usar el inodoro, también pueden permanecer mucho tiempo en él debido a la curiosidad o la falta de paciencia. Igualmente, las personas adultas mayores son un grupo de riesgo, ya que con la edad los músculos y tejidos del sistema digestivo se debilitan, lo que puede desencadenar estreñimiento crónico o dificultades para evacuar. Además, estas suelen experimentar limitaciones de movilidad, lo que aumenta la probabilidad de permanecer sentados más tiempo del necesario”.

Por su parte, la Vogler refirió que, las mujeres embarazadas son otro grupo vulnerable, ya que la presión adicional sobre el área abdominal debido al crecimiento del útero puede dificultar la evacuación y provocar estreñimiento, lo que las lleva a pasar más tiempo en el inodoro. De igual forma, las personas con antecedentes de enfermedades vasculares, como la hipertensión o insuficiencia venosa, tienen mayor riesgo de complicaciones por pasar mucho tiempo en el baño. Básicamente, estas condiciones debilitan las paredes de los vasos sanguíneos, dificultando el flujo sanguíneo y aumentando la presión en las venas, lo que puede afectar tanto la circulación en las piernas como en la región pélvica, elevando el riesgo de hemorroides, prolapso rectal y otros problemas circulatorios.

¿Cuánto tiempo es recomendable pasar sentado en el inodoro?

El tiempo ideal para estar en el inodoro debe ser el mínimo necesario para completar la evacuación, generalmente entre 5 y 10 minutos. Permanecer más tiempo sentado puede aumentar la presión en los vasos sanguíneos de la zona anal, elevando así el riesgo de desarrollar complicaciones para la salud. Por consiguiente, si no se logra evacuar en este lapso de tiempo, lo más recomendable es levantarse, caminar un poco para relajar el cuerpo y luego intentar nuevamente, ya que forzar la evacuación o seguir sentado mucho tiempo puede empeorar la situación y generar problemas adicionales.

¿Qué medidas prácticas podemos tomar para reducir el tiempo que pasamos en el inodoro?

Para reducir el tiempo que pasamos en el inodoro, podemos implementar varias medidas prácticas que favorezcan un proceso de evacuación más rápido y efectivo:

  • Establecer un horario regular: Ir al baño a la misma hora todos los días, preferiblemente después de las comidas, puede ayudar a aprovechar el reflejo gastrocólico, lo que facilita una evacuación más eficiente.
  • Evitar distracciones: No utilizar el inodoro como espacio de lectura o para revisar el celular es clave para concentrarse en la tarea de evacuar, lo que puede acelerar el proceso y evitar que se pase más tiempo del necesario.
  • Usar un taburete para los pies: El uso de taburetes para apoyar los pies mientras se está sentado en el inodoro puede ser muy beneficioso. Este método permite adoptar una posición más parecida a la de cuclillas, lo que alinea el colon y facilita una evacuación más rápida y eficiente. Es una solución ergonómica simple que puede reducir la necesidad de esfuerzo y prevenir problemas asociados con la evacuación prolongada, como hemorroides o fisuras.
  • Mantener una dieta rica en fibra: Consumir alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, ayuda a suavizar las heces, lo que facilita su paso por el colon y garantiza evacuaciones regulares y saludables, previniendo así el estreñimiento.
  • Hidratarse adecuadamente: Beber suficiente agua, al menos 2 litros al día, es crucial para evitar que las heces se endurezcan y se vuelvan difíciles de evacuar, lo que puede prolongar el tiempo en el inodoro.
  • Evitar alimentos que causen estreñimiento: Reducir el consumo de alimentos procesados, ricos en grasas saturadas o azúcares refinados, que pueden contribuir al estreñimiento y dificultar las evacuaciones.
  • Realizar actividad física regularmente: El ejercicio físico, como caminar o hacer ejercicio aeróbico, estimula el movimiento del intestino y promueve un tránsito intestinal más rápido.
  • No ignorar las ganas de ir al baño: Atender de inmediato la necesidad de evacuar previene que las heces se endurezcan, lo que facilita una evacuación más rápida y reduce el esfuerzo innecesario.
  • Controlar el estrés: El estrés puede afectar la motilidad intestinal, por lo que prácticas como la meditación, el yoga o técnicas de relajación pueden mejorar la función intestinal y reducir el tiempo en el baño.