El dibujante, empresario y creador de un imperio de ilusiones, Walter Elias Disney, más conocido como Walt Disney, falleció en un hospital de California, Estados Unidos, el 15 de diciembre de 1966. A lo largo de su vida, este creativo artista estimuló la imaginación de los millones de niños y adultos que amaron sus historias. Paradójicamente, esta virtud suya para despertar fantasías continuó incluso después de su muerte. Es así como, a poco de su deceso, comenzó a crecer el mito de que su cuerpo se encuentra congelado y a la espera de una cura para la enfermedad que acabó con su vida.
La leyenda se alimenta de detalles que le dan una pátina de verosimilitud y que son los que permiten que el cuento perdure incluso hasta nuestros días. Hay entonces gente convencida de que el cadáver del creador del ratón Mickey permanece en el interior de una cámara criogénica flotando en nitrógeno líquido, oculta en algún lugar bajo la atracción Piratas del Caribe, ubicada en Disneylandia, Anaheim, California.
Pero esta información, que es absolutamente falsa, sirve sin embargo para tratar de entender cómo es el funcionamiento de este tipo de mitos urbanos. Piratas del caribe se inauguró en el parque de Disney en 1967. El célebre dibujante falleció en 1966. Puede sonar lógico que, poco tiempo después del fallecimiento, se aproveche la construcción de una atracción en su parque principal para colocar allí la cámara con el cuerpo congelado. Como los tiempos coinciden, la historia parece encajar. Pero no.
La muerte de Walt Disney
Walt Disney tenía 65 años, una prolífica carrera y era universalmente conocido como el gran pope de los dibujos animados cuando su salud entró en un declive del que ya no pudo recuperarse. En rigor, era un fumador compulsivo y sufría hacía mucho tiempo una enfermedad pulmonar. En sus estudios de animación los empleados sabían reconocer a su jefe cuando se acercaba por su tos seca y persistente. También cargaba con algunas secuelas por una lesión que había tenido en las cervicales al caer de un caballo en la disputa de un torneo de polo en Hollywood de los años 30.
Lo cierto es que en noviembre de 1966, el hombre comenzó a sentir dolores intensos de cuello y piernas. Al realizarse los estudios pertinentes descubrieron un tumor del tamaño de una nuez en su pulmón izquierdo. Se le extirpó pronto buena parte de ese órgano, pero los cirujanos y oncólogos descubrieron que el cáncer se había propagado. Esto fue un 6 de noviembre de 1966.
Luego de 15 días de posoperatorio el empresario pudo dejar el hospital Hospital St. Joseph de Burbank, que quedaba justo frente a sus estudios de animación. Pero poco después tuvo que volver a internarse para realizar tratamientos contra la enfermedad. Todo resultó infructuoso. El 15 de diciembre de 1966 el sistema circulatorio de Walt Disney colapsó y el mundo quedó huérfano de su talento.
La manera en que la familia del dibujante prefirió mantener en secreto su enfermedad, el anuncio algo tardío de su muerte y la despedida íntima de sus restos fueron gestos que contribuyeron en principio a crear el mito alrededor del destino del cuerpo de Disney. Pero lo cierto es que el creador del Pato Donald fue incinerado apenas dos días después de su muerte. La urna con sus cenizas descansa en el mausoleo familiar del cementerio Forrest Lawn de Glendale, California.
La perspectiva de la inmortalidad
Por alguna causa que escapa a la racionalidad, una parte de la sociedad no quiso o no supo aceptar un hecho tan simple e irreversible como la muerte de un ídolo. Y entonces surgieron las historias. Justo se dio el caso de que en esos años de la década del 60 estaba en auge, a través de distintos artículos de divulgación, la idea de la criogenia aplicada a los seres humanos.
Existía en efecto la perspectiva científica, que era apenas una proyección a futuro, de que los cuerpos podrían ser detenidos en el tiempo, intactos, a través del congelamiento, para poder ser devueltos a la vida en el momento del futuro en que la ciencia encontrara la cura para determinadas afecciones. Casualmente, en 1964 se había publicado el libro La perspectiva de la inmortalidad, de Robert C.W. Ettinger, donde se hablaba de la criogenia como el camino posible, en un porvenir no muy lejano, para la reanimación de los cuerpos.
Los habituales conspiranicos, que ya existían entonces, comenzaron a vincular la temática del congelamiento de cadáveres con el hecho de no haber podido ver el cuerpo de Disney tras su muerte. A eso le sumaron que la familia del empresario de los dibujos pidió que la gente, en lugar de enviar flores y coronas al cementerio, donara ese dinero para el Instituto de Artes de California (fundado por el propio dibujante). Como resultado, los que sostenían el mito sacaron como conclusión que los montos de las donaciones se utilizarían, en realidad, para pagar el proceso de crioconservación de Walt, que se suponía era excesivamente caro.
El mito se consolida
Otra de las circunstancias que cimentó la leyenda del dibujante en estado glacial fue el testimonio del periodista de un medio sensacionalista, The National Spotlite, quien aseguró que a comienzos de enero de 1967 se había colado en el Hospital donde fue tratado el empresario y para descubrir algo que lo dejó boquiabierto. Siempre según su versión, en un depósito del centro de salud, donde ingresó disfrazado de empleado hospitalario, encontró el cuerpo del creador de Bambi suspendido en un cilindro de metal criogénico.
En un informe sobre el origen de esta creencia, el medio público estadounidense PBS añade que, en el año 1969, una revista francesa, Ici Paris, y luego una de Estados Unidos, The National Tattler, difundieron también los mismos rumores que el cronista de The National Spotlite. Añadían además que Walt Disney sería descongelado en 1975. Por supuesto, ninguno de estos reportes exhibían una imagen del difunto artista y tampoco ocurrió jamás tal descongelamiento, pero el mito ya había sido echado a rodar.
En el año 1972, Bob Nelson, un reparador de televisores que se convirtió en el presidente de la Sociedad Criogénica de California, aseguró en una entrevista en Los Angeles Times que “Walt Disney quería que lo congelaran”. Pero de inmediato el hombre agregaba a su revelación la siguiente aclaración: “Mucha gente piensa que sí (fue congelado), y que el cuerpo está en una cámara frigorífica en su sótano. La verdad es que Walt se perdió la oportunidad. Nunca lo especificó por escrito, y cuando murió la familia no aceptó. Hicieron que lo incineraran. Personalmente he visto sus cenizas”.
Claro que, a modo de teléfono descompuesto, lo único que quedó del testimonio de este personaje en el imaginario popular fue la primera frase, que sugería que el productor de Dumbo tenía deseos de conservarse en una cámara criogénica. Y eso apuntaló aún más el mito, que se mantuvo sólido incluso cuando la propia hija de Disney, Diane, salió a desmentir a Nelson. “No es para nada cierto que mi padre, Walt Disney, deseara ser congelado. Dudo que mi padre hubiera oído hablar alguna vez de la criogenia”, dijo la mujer en aquel entonces.
Biografías equívocas
El interés de Disney por la criogenia, que hasta su propia hija desmintió, volvió a aparecer en dos biografías del artista: Disney’s Worlds, de Leonard Mosley, del año 1986, y Walt Disney, Hollywood’s Dark Prince, publicado en 1993 y cuyo autor es Marc Eliot. De acuerdo con la página estadounidense Snopes, dedicada especialmente a corroborar o rechazar mitos urbanos, ambos libros contienen numerosos errores y afirmaciones no documentadas o de fuentes poco fiables.
En algunos casos, en estas biografías ni se menciona de dónde viene la información acerca del congelamiento de Disney y en otros, como hace Mosley en su biografía, solo se habla de “colegas” o “asesores cercanos” del dibujante. Según afirma Snopes, estos personajes eran “empleados de la periferia de la organización Disney que nunca habían hablado con Walt sobre la criónica y que simplemente estaban repitiendo el mismo rumor de décadas atrás”.
Otra prueba irrefutable a la que echa mano esta publicación estadounidense es al certificado de defunción del Disney. Allí consta que el dibujante fue incinerado dos días después de su deceso, en la funeraria Forest Lawn. Y también es posible visitar el sitio en el cementerio en que se encuentran las cenizas de Disney, donde una placa recuerda el nombre del artista y a otros de sus familiares que descansan allí.
El peso de un mito
En definitiva, se dieron varias circunstancias coincidentes, y también un toque de fantasía y credulidad, para que se generara el mito de la criopreservación del cadáver de Disney. Otro punto que suma es el verdadero interés del magnate de los dibujos por los temas relacionados con la tecnología y el futuro, exhibidos en varias atracciones de sus parques, como La Casa del Futuro o el Viaje a la luna. O su proyecto, realizado de manera póstuma, de realizar el parque Epcot como una exhibición de la “comunidad del mañana”.
Esta fascinación de Disney por los avances tecnológicos pudo abrir la puerta a pensar que también se había interesado por las últimas innovaciones en la medicina, como la criogénesis. Especialmente, cuando vio que se avecinaba su propia muerte. Pero se ha visto que esto en realidad no sucedió.
Como sea, y a pesar de las contundentes pruebas, seguramente hay mucha gente que prefiere seguir creyendo en la leyenda del dibujante congelado. Porque así son este tipo de mitos urbanos, capaces de sobrevivir tanto al paso de los años como al peso de la verdad.