Estás en la mesa del almuerzo de domingo, mirás a tu amigo bostezando y, listo, empezás a bostezar también. O sucede durante esa reunión en la mitad de la tarde, ves a tu colega bostezar y tenés que esforzarte para no hacer lo mismo. Seguramente no podés evitarlo y seguramente recordás alguna escena similar.

El bostezo es un fenómeno universal, observado en muchas especies de vertebrados, desde lobos hasta loros y, por supuesto, también en los seres humanos. Lo que la ciencia todavía trata de entender es: ¿Por qué bostezamos y por qué repetimos la acción al ver a otra persona hacerlo?

Los motivos del bostezo

Existen diversas teorías sobre la necesidad que sentimos de bostezar: algunas hablan de oxigenar el cerebro, otras ponen el foco en que ayuda a regular la temperatura corporal o de proporcionar una señal social.

La idea generalizada de que el bostezo aumenta la oxigenación del cerebro no ha sido confirmada. Otra explicación sugiere que el bostezo ayuda a mantener la atención. Nuevamente, no hay consenso al respecto.

Lo que parece más claro es la relación que existe entre el bostezo y el ritmo circadiano, el reloj biológico que tenemos las personas.

La mayoría de los bostezos ocurren cuando estamos en reposo, generalmente están concentrados en las fases de vigilia y sueño. Más precisamente, suceden cuando el cuerpo está menos alerta, como por ejemplo, cuando está trabajando para digerir una comida.

Durante esa reunión en la mitad de la tarde, ves a tu colega bostezar y tenés que esforzarte para no hacer lo mismo

El efecto contagioso

Ver o escuchar a otra persona bostezar estimula determinadas regiones del cerebro involucradas en la imitación y la empatía, gracias, en particular, a las neuronas espejo.

La naturaleza “contagiosa” del bostezo está generando descubrimientos significativos en varias disciplinas, tanto en biología como en psicología social.

Es sabido que los avestruces, por ejemplo, al igual que los seres humanos, bostezan para pasar del estado de vigilia al sueño y viceversa. Entre ellos, el bostezo sirve para sincronizar el comportamiento del grupo, indicando que todos los miembros deben estar alertas o en reposo al mismo tiempo, lo que aumenta la seguridad colectiva y mantiene el ritmo del grupo.

El contagio del bostezo parece ser una característica predominantemente humana, con algunas excepciones

Sin embargo, el contagio del bostezo parece ser una característica predominantemente humana, con algunas excepciones, como los chimpancés o los monos león.

Esta especificidad refuerza la idea de que el bostezo humano, además de sus funciones puramente fisiológicas, es un medio de comunicación no verbal que, al igual que ocurre con los avestruces, ayuda a sincronizar el comportamiento del grupo.

Otra línea de investigación sugiere que no es necesariamente el hecho de ver a alguien bostezar lo que desencadena la reacción, sino la presencia y las interacciones que hay dentro del grupo.

Entonces, si te descubrís bostezando junto a la persona que tenes al lado después del almuerzo o frente a un colega a mitad de la tarde, puede ser simplemente que lo que provoca esa reacción sincronizada es el contexto compartido (en este caso, haber comido juntos o compartido un momento).

OGlobo/GDA