Por el largo pasillo del piso que mira a Avenida del Libertador, viene Milagros Maylin. Con sus 39 años recién estrenados, el pelo todavía mojado, un equipo deportivo de color verde y muchas ilusiones, avanza hacia los últimos meses que quedan de 2024, un año que, para ella, resume emociones encontradas: por un lado, la muerte, a los 64 años de Claudio, su padre, en el mes de julio, debida a un cáncer de páncreas; y, por otra parte, su esperada boda con Horacio Rodríguez Larreta (59), tras un noviazgo de dos años. “Ha sido un año difícil, pero Horacio ha estado ahí, a pleno, bancándome. Después de la campaña de H [tal como ella le dice a él en la intimidad] y la enfermedad de mi papá, casarnos es una manera de reconfirmar lo que nos pasa; es decir ‘Acá estamos’”, confiesa a ¡HOLA! Argentina Milagos, o Mili, como la llaman todos.

“Para encontrar esta casa, nos ayudó la mamá de Horacio, Cristina [Díaz Alberdi], que trabajaba en el rubro inmobiliario. Nos mudamos en marzo de 2023 y empezamos a decorarla de a poco. Creamos un hogar nuevo

Es la primera vez que la ex funcionaria brinda una nota y que, además, abre las puertas de la casa que, desde hace un año, comparte con su futuro marido. “Siempre tuve perfil bajísimo. Mi historia laboral, que es previa a conocerlo a Horacio, la hice íntegramente con el candado de Instagram. Nunca mostré nada. Un día me di cuenta de que, por este perfil bajo, otros estaban hablando por mí. Decir ‘Estoy acá, esta es mi historia’ tiene que ver un poco con eso”, dice con sus ojos transparentes ella, que es la mayor de las cuatro hijas que tuvieron Mariana Vasquez Ferro [profesora de inglés] y Claudio [asesor de seguros] y que cuenta con un currículum vitae impresionante (y del que nunca hizo alarde), que empezó a armar luego de terminar el secundario en el Saint Catherine’s Moorlands School, donde obtuvo el mejor promedio del bachillerato internacional. Y vayan acá sólo unos pocos datos nomás: de la carrera de Ciencias de la Comunicación, que hizo en la Universidad Austral, egresó con medalla de oro; cuando terminó el Executive MBA en el IAE Business School, lo hizo como graduada magna cum laude.

En el living de su casa, que mira a Avenida del Libertador. Muchos muebles, como mesas, sillas y sillones, vienen de “mi casa de soltera… porque todavía soy soltera”, dice ella, divertida, a pocos días de su boda. Otros de los muebles fueron creados por Delfina, su hermana. El cuadro que está en la pared, al igual que muchos otros que tiene en diferentes ambientes, fue realizado por Mili.

–¿Empezamos contando tu historia de amor?

–Empezó de a poco. “No puede estar pasándome esto”, pensaba al principio. En el ámbito laboral, nos veíamos, pero no pasaba nada. Después del cumpleaños de un amigo en común, empezamos a hablar por teléfono; y fuimos hablando cada vez más. ¡Me enamoré por teléfono, como cuando tenías 16 años y te llamaban al teléfono fijo!

–Vos no aceptabas lo que te pasaba… pero, en tu entorno, ¿lo notaban?

–Me acuerdo de que, en un evento en La Rural y en medio de ese momento confuso en el que todavía yo no sabía bien qué me pasaba con H, una amiga mía me dijo: “Che, Mili, a vos te regusta el Pelado. Nosotros siempre supimos que ibas a terminar con alguien como él, así, inteligente, más grande…”. “¿Por qué no me lo dijeron antes?”, le dije yo. [Se ríe]. La verdad es que, durante muchos años, lo único que me importó fue mi carrera, el doctorado… y, después, mi trabajo. Pasé por muchos roles, tanto en el sector privado [trabajó durante nueve años como gerenta de proyectos estratégicos y de marketing en la industria de telecomunicaciones] como en el público. Siempre fui bastante workaholic. Siempre me sentí útil en el trabajo… y en el trabajo conocí a Horacio. ¡Y me enamoré! En ese primer momento, no hubo un segundo en que no pensara: “Si me enamoro, la vida me cambia”.

En la gestión pública, Milagros tiene una importante trayectoria. En 2015 y 2019, fue directora general en Tercera Edad en la Ciudad de Buenos Aires y directora provincial de Control de Gestión en la provincia de Buenos Aires. Entre 2018 y 2019, dirigió el Organismo Provincial de Integración Social y Urbana (OPISU), donde desarrolló políticas públicas de integración social y urbana en 20 barrios vulnerables. Durante 2020 y 2021, fue coordinadora general de la estrategia del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires contra el COVID-19. Y, entre 2021 y 2022, secretaria de Tercera Edad y Bienestar Integral para Personas Mayores del Ministerio de Salud del GCBA.

–¿Pensabas eso?

–Sí. Al principio, me costaba pensar en el futuro. Horacio y yo nos llevamos veinte años y yo hacía cálculos. Me parecía necesario por ejemplo que, entre mi papá y Horacio, hubiera una diferencia de edad: y había ocho años de diferencia. “Si esto avanza, ¿qué pasará cuando yo sea más grande? Cuando yo tenga 70, él tendrá 90″. Lo que más me aterraba era la exposición. Desde que empecé a trabajar en el Estado, en 2014, y mucho antes de conocer a Horacio, ejercí cargos con mucha responsabilidad. Si bien cuando sos funcionario público estás expuesto a los desafíos, no necesariamente estás expuesto a las fotos. De haber querido que mi carrera fuera pública, habría dado notas periodísticas o abierto mis redes. Elegí no hacer eso.

–En estos primeros momentos, ¿con quién lo hablaste?

–Una de las primeras personas fue María Eugenia Vidal, que fue mi mentora. La admiro y la quiero como amiga. “En política, si sos hombre, nadie habla de tu físico o cómo lograste tu cargo. Pero si sos mujer van a decir que llegaste porque lo cono cías de antes”, me decía. O sea: ¡no importaba nada de lo que yo hubiera hecho! Era mujer y terminaría siendo “la pareja de”. Mientras la relación con Horacio avanzaba, empecé a decirle: “No voy a poder seguir con esto”. Entonces, me dijo: “Tomate tu tiempo, pero te voy a decir tres cosas: a) vos y yo vamos a estar juntos; b) vamos a ayudarnos en los proyectos; y c) vamos a ser felices”. No tengo idea de qué cosas les atrae a las mujeres de un hombre, a mí su inteligencia y su seguridad me enamoraron.

“Con Horacio, empezamos a hablar por teléfono; y fuimos hablando cada vez más. ¡Me enamoré por teléfono, como cuando tenías 16 años y te llamaban al fijo!”, confiesa.

–Durante la campaña de Horacio en la interna presidencial de JxC, ¿eso empeoró?

–La campaña fue muy intensa y con muchas fake news. Y, para atacarlo a él también me atacaban a mí. A fines de 2022, me retiré de la función pública: preferí acompañar a Horacio desde afuera. Trabajé en un organismo multilateral [tras un proceso de selección, se sumó a un proyecto liderado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)]. No quería abandonar mi carrera y, después de las elecciones, armé mi propia asociación civil, que hace foco en las personas mayores. Se llama Marta Vásquez Ferro, que era mi abuela.

–En un posteo por tu cumpleaños [el 12 de noviembre], Horacio escribió: “No me alcanzan los días para agradecerte que te hayas jugado por nosotros”.

–Se refería a que yo me animé a salir de mi lugar cómodo por amor. Lo volvería a hacer. Estoy feliz. Me enamoré y aposté a esta relación… ¡porque nunca me había pasado algo así! Cuando la vida te sorprende así, la edad te deja de importar. A mí no me importa que le digan Pelado ni que lo sea. A mí, él me encanta. Es noble, atento, seguro de sí mismo. Es el amor de mi vida. Estoy tranquila porque nosotros sabemos nuestra historia: estamos muy tranquilos de nuestro amor y de lo que armamos. Cuando leí ese posteo, me dije “Wooooo”. Me sorprendió porque él es más bien de hacer, hacer, hacer. Yo soy más pasional y conversadora: por ejemplo, si me quedó algo pendiente, soy capaz de despertarlo a las 2 de la mañana para hablar. El día de mi cumpleaños, además de ese posteo, me escribió una carta de tres hojas. Para mí, fue el mejor regalo que me podía hacer. Siento que, desde que perdió las elecciones, nos unimos más. Los dos aprendemos y crecemos juntos.

Se complementan…

–Sí. Si bien yo me encargué de decorar la casa, la administramos los dos: yo cocino muy poquito… no lo conquisté por ahí porque sólo hago sopa de calabaza [se ríe], pero él lava los platos todos los días. Vamos a la cancha a ver a Racing: él es fanático, al igual que toda mi familia. Él es metódico: se levanta a las cinco y, a las seis, sale a correr… Yo no te corro ni la cortina. [Se ríe]. Pero nos gusta jugar al paddle y a juegos de mesa: en ajedrez y en Tutti Frutti gana él; pero, en el Burako y en el Catán, le vengo ganando desde hace varios fines de semana: soy una estratega. [Se ríe]. Hacemos muchos planes familiares: su mamá, Cristina [Díaz Alberdi] que tiene 84, vive enfrente y se lleva muy bien con mi mamá, que tiene 64… la misma diferencia de edad que tenemos Horacio y yo.

Ya que hablás de la familia, ¿cómo fueron las presentaciones?

–Contarlo en mi casa y presentarles a Horacio era importante. En mi familia, somos como un bloque y, aunque suene algo de otra época, quería llevarles tranquilidad: porque debido a mi decisión, ellos iban a tener también cierta exposición. La primera persona a quien le conté fue a mi mamá: “Me gusta Larreta. Mucho”. Después, le tocó el turno a mi papá. En octubre de 2022, mi papá estaba sufriendo la recidiva por un cáncer de páncreas detectado en 2019. Tras una duodenopancreactectomía y tratamiento de quimioterapia, tuvo dos años espectaculares. Pero, a fines de 2021 y principios de 2022, el cáncer volvió y no era operable.

–Y ¿cómo tomó él la noticia de tu relación?

–Se lo conté cuando estaba en medio del tratamiento. Y ¿sabés que también me dijo que él intuía que yo me iba a enamorar de alguien grande? Papá siempre jorobaba mucho conmigo: decía que era complicada para tener novios y que duraran. Me llamaba “Unicenter”. y me decía: “Lo importante no es que [el chico] venga, sino que vuelva”. Papá se volvió fan número uno de Horacio. Y Horacio, que estaba en plena campaña, se hacía tiempo para tomar un café con él. Horacio se puso al hombro la sanación de mi papá. Lo llenaba de vida.

-¿Cómo sentís que tomaron la noticia Manuela, Paloma y Serena, las hijas de Horacio? La madrastra sigue siendo “la otra” o “la mala” de la película a pesar de que estamos en el siglo XXI.

–Disney no ayudó a las madrastras; con los padrastros ha sido más benévola la cosa. Armar una nueva pareja no siempre es fácil, sin embargo, no tuve dificultad. Si bien ya estábamos de novios, a ellas las conocí recién en 2023. Respetar los tiempos fue lo correcto. Las chicas son lo más importante que tiene Horacio y para mí también. Con él, tienen un vinculo diario: se llaman o se visitan. Horacio siempre ha tratado de mantenerlas fuera de la exposición pública. De mi parte, mi postura fue siempre “Tengo amor para dar”, ojalá que lo quieran recibir. Mi deseo era integrar, unir, sumar; me importaba que ellas estuvieran cómodas. Son espectaculares y las quiero muchísimo. Las mayores viven cerca, y la más chica tiene acá su propia habitación: con Horacio, ella eligió los colores y yo diseñé su cama [uno de los hobbies que tiene Mili además de pintar, es la decoración. Cada mueble y objeto de la casa lo eligió ella]. Me importaba que ella armara acá su refugio.

Mili, con una de sus pinturas.

–En una entrevista en la que le preguntaron por tu relación con vos, Horacio dijo que, sin casarse, estaba bien. ¿Cómo surgió la propuesta de matrimonio?

–[Se ríe]. ¡Eso fue cuando recién estábamos conociéndonos! Pero a fines de 2022 ya hablábamos de casarnos. Al principio, me sorprendió que él estuviera entusiasmado: él ya había pasado por esa experiencia. Pero me hizo tres o cuatro propuestas formales. Con anillo y todo cada una de las veces. En cada ocasión, le dije que sí. El tema era cuándo. Porque lo íbamos postergando. Primero, por la campaña. Así como yo decidí no participar de la campaña presidencial de Horacio –él podría haberme pedido que lo acompañara a actos políticos o viajes, pero nunca lo hizo–, casarnos en medio de ese momento no nos parecía indicado. Después, cuando ya teníamos una fecha, mi papá empeoró. Murió en julio de este año.

–¿Tu papá sabía de la boda?

–¡Sí! Se lo habíamos contado en febrero. Estaba muy entusiasmado: mi papá era muy protagonista, amiguero y muy divertido. Había buscado la música con la que se imaginaba que me iba a entrar. Nunca fui Susanita, pero sí tenía la ilusión de que, si me casaba, quería que me entrara mi papá. Cuando murió, me hundí. Pero le dije a Horacio que quería seguir adelante… Tampoco quería correr tanto la fecha: quiero formar mi familia. Además, voy a sentirme triste hoy, el año que viene, siempre. Horacio me subsidió emocionalmente: porque yo estaba como en coma. Me costaba ir a probarme el vestido [estará a cargo del diseñador Gabriel Lage] o armar la lista de invitados [serán cerca de 350].

Mili descubrió su lugar en el mundo en la gestión pública:

–Recién dijiste “formar familia”, ¿te referís a hijos?

–Postergué formar una familia porque siempre preferí el trabajo y, además, porque no encontraba la persona indicada. Cuando conocí a Horacio, estuve segura de que era él: “Acá me quedo”, dije. Tengo 39 años y supongo que, después de casarnos y de que volvamos de la luna de miel [viajarán a China un poco a descansar y un poco a trabajar: y mientras sueña con volver a la gestión pública, Mili está por encarar un emprendimiento para chicos], empezaremos a buscar… Pero ahora estoy enfocada en la fiesta, que será el 30 de noviembre [en Reserva Cardales] y en el Civil, que será tres días antes, el 27 de noviembre, el día de la Medalla Milagrosa. Mi familia es muy religiosa y practicante, y yo soy muy devota de la Virgen. Le rezo para que mi papá esté ahí, en ese momento. Casarme con Horacio será el momento más feliz de mi vida y voy a vivirlo mezclado con tristeza. Pero tengo la esperanza de que ese día pueda unir el cielo y la tierra.

Las hermanas Maylin en el casamiento de Agustina, en 2021. Además de Mili (la segunda de la izquierda) están Delfina y Magdalena. En el centro, Claudio Maylin, que murió el 18 de julio de este año. Vestida de angelito, en el jardín de infantes del San Martin de Tours, antes de que la familia Maylin se mudara a zona norte. La mejor alumna. Acá, en el Saint Catherine’s Moorlands, recibiendo una medalla. De carrera de Ciencias de la Comunicación, que hizo en la Universidad Austral, egresó con medalla de oro; cuando terminó el Executive MBA en el IAE Business School, lo hizo como graduada magna cum laude. En 2023, Milagros dictó clases en distintas universidades nacionales e internacionales, como la Universidad de Harvard, sobre temáticas urbanas y el vínculo con las políticas públicas. Actualmente, cursa un doctorado en Ciencias Políticas. Tres de las cuatro hermanas con su madre, Mariana Vasquez Ferro.H & M, tal como se llaman, en el casamiento de otra de las hermanas de Mili, Magdalena, el año pasado. “Estamos muy tranquilos de nuestro amor y de lo que formamos. Logramos una unión entre las dos familias. Para mí, lo más importante es la familia”, asegura. En el Teatro Colon, en el cierre de gestión de Horacio Rodríguez Larreta.

Producción: Vicky Miranda

Maquillaje: Antonella Spinazi (@antospinazi.makeup) para Frúmboli Estudio (@frumboliestudio)

Peinado: Nacho López Fagalde para Vardø Management con productos Kerastase

Agradecemos a Evangelina Bomparola

La tapa de revista ¡Hola! de esta semana