SAN FRANCISCO.- Hace ocho años, durante la primera campaña presidencial de Donald Trump, los ejecutivos de las grandes tecnológicas básicamente lo ignoraron, y luego tuvieron que expiar su desdén con una caminata televisada por el lobby de la Trump Tower de Nueva York para reunirse durante 90 minutos con el presidente electo.

Pero en el ciclo electoral de este año intentaron no cometer el mismo error. Desde Mark Zuckerberg, Tim Cook y Sundar Pichai, los ejecutivos de las grandes tecnológicas empezaron a tender puentes directos con Trump desde semanas y meses antes del día de las elecciones.

Lo adularon, compartieron con él sus problemas y criticaron a sus opositores, poniendo el énfasis en los enemigos que tienen en común.

El cambio de estrategia habla de lo que los líderes empresarios aprendieron durante su primera presidencia y revela la forma en que adaptaron su enfoque antes de que Trump regrese a la Casa Blanca. Convencidos de que las posiciones políticas de Trump son fluidas y que sus acciones suelen ser transaccionales, los CEO tecnológicos están forjando relaciones directas con la esperanza de beneficiar a sus empresas.

Tim Cook de Apple, Satya Nadella de Microsoft y Jeff Bezos de Amazon durante una reunión con el presidente Donald Trump en 2017

En su primer mandato, Trump criticó a las tecnológicas por manipular la cobertura que se hacía sobre él en sus plataformas de redes sociales y por oponerse a su agenda de gobierno. Y hasta llegó a castigar a los que consideraba antagonistas: en una ocasión, Amazon acusó a Trump de presionar al Pentágono para que les cancelara un contrato de computación en la nube porque su fundador, Jeff Bezos, es el dueño de The Washington Post.

Pero también elogió a Cook, CEO de Apple. Le gustó que Cook lo llamara directamente para hablar de temas económicos y comerciales. Esa línea directa con el presidente ayudó a Apple a evitar el arancelamiento de muchos de sus productos cuando el gobierno de Trump tomó drásticas medidas contra otras empresas que fabricaban sus productos en China.

Esta vez, los CEO de las tecnológicas han seguido el manual de Cook. Después del intento de asesinato que sufrió Trump en julio, Zuckerberg, CEO de Meta, se comunicó directamente con él. Pichai, CEO de Google, le dijo a Trump que su escala de campaña en un local de McDonald’s fue uno de los eventos más importantes de la historia de Google. Y Andy Jassy, CEO de Amazon, se presentó formalmente con una llamada telefónica, mientras que Bezos, su predecesor, llamó a Trump para elogiar su resistencia después del atentado de julio.

Los ejecutivos nunca le dieron un respaldo público al candidato, pero el martes, después de la victoria de Trump, lo cubrieron de felicitaciones en la plataforma social X. Cook, que durante el anterior mandato de Trump solía ser el último de sus pares en opinar sobre temas polémicos, tuvo la última palabra y escribió: “¡Felicitaciones por su victoria, presidente Trump! Ansiosos de trabajar con usted y su gobierno”.

Jeffrey Sonnenfeld, un profesor de administración de empresas de la Universidad de Yale que a lo largo de los años ha asesorado a ejecutivos y al propio Trump, dice que el acercamiento directo y el sigiloso cortejo a Trump fueron “hacer lo que había que hacer”, y señala que la responsabilidad de los ejecutivos hacia los accionistas es tener una buena relación con quienquiera que ocupe la Casa Blanca.

“Estaban construyendo una relación”, dice Sonnenfeld. “Y esa es la manera correcta de hacerlo: establecer contacto visual, personal, y sentar las bases para el futuro.”

Pero con su acercamiento a Trump los ejecutivos tecnológicos estaban haciendo más que cubrirse las espaldas ante una elección muy reñida: también estaban sentando las bases para mejorar las relaciones entre Silicon Valley y el gobierno central de Washington.

Después de aquella reunión de 2016 en la Trump Tower, la relación de algunos de los líderes tecnológicos con el presidente Trump se deterioró rápidamente. Pocas semanas después de su asunción, algunos de ellos criticaron su decreto que bloqueaba temporalmente la inmigración desde siete países de mayoría musulmana. Uno de los cofundadores de Google, Sergey Brin, fue visto en una protesta contra la medida en el aeropuerto de San Francisco.

La rebelión de Silicon Valley sembró tensiones con el gobierno de Trump, y continuaron cuando Biden asumió el cargo, en 2021.

El gobierno de Biden puso a las tecnológicas en la mira, con agresivas medidas antimonopolio y una ofensiva contra las fusiones y adquisiciones de empresas. En los últimos cuatro años, el Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Comercio (FTC) presentaron demandas antimonopolio contra Amazon, Apple, Meta y Alphabet, la empresa matriz de Google. Y esas causas fueron y son una amenaza para sus negocios, especialmente para Google, que fue declarada “monopólica” por un juez.

La FTC también tomó enérgicas medidas contra las fusiones y adquisiciones de empresas, y ha anunciado una investigación sobre las inversiones de los gigantes tecnológicos en start-ups de inteligencia artificial. El escrutinio de la Comisión ha sido criticado por los capitalistas de riesgo, quienes afirman que pone trabas a los acuerdos en Silicon Valley y obstaculiza las oportunidades de crecimiento de las grandes empresas.

Trump ha dicho que los directivos de esas empresas han manifestado estar dispuestos a dar vuelta la página y se ha mostrado receptivo a sus reclamos, y le manifestó su solidaridad a Cook cuando el mes pasado lo llamó para quejarse de las regulaciones de los organismos europeos.

“No voy a dejar que se aprovechen de nuestras empresas”, recordó Trump haberle dicho a Cook, durante una entrevista para un podcast, el mes pasado.

Musk, otro magnate de la industria tecnológica, se convirtió en una imagen reiterada en los eventos de campaña de Trump

Trump también ha dudado de la posibilidad de que el gobierno obligue a Google a dividirse, y dijo considerar a la empresa como un bastión contra las ambiciones tecnológicas de China. Aunque a lo largo de los años el flamante presidente electo ha criticado a la empresa por la forma en que su algoritmo clasifica los artículos de noticias sobre él, también dijo que le preocupa debilitar a la compañía en un momento de tanto competencia tecnológica internacional.

El ablandamiento de las posturas regulatorias de Trump alienta las esperanzas de Silicon Valley de que en su nuevo mandato el presidente reemplace a Lina Khan, la presidenta de la Comisión Federal de Comercio, que ha tratado de bloquear las fusiones, y a Gary Gensler, el jefe de la Comisión de Bolsa y Valores, antagonista de la industria de las criptomonedas.

El mandato de Khan ya expiró y Trump tendrá que decidir si la mantiene. La todavía funcionaria ha sido elogiada por el vicepresidente electo, JD Vance, por animarse a ir tras las grandes tecnológicas. Pero su punto de vista será solo uno de los muchos que tomará en cuenta Trump, que tiene un largo historial de cortejar opiniones encontradas sobre un tema antes de tomar su decisión final. Al interactuar directamente con Trump, los directivos de las tecnológicas tienen más chances de convencerlo sobre el rumbo a seguir y posiblemente influir en el reemplazo de Khan, señala Adam Kovacevich, director ejecutivo de la Cámara del Progreso, un grupo de análisis de políticas tecnológicas que cuenta con el respaldo de empresas como Amazon y Apple.

“Sabemos que el último que habla con Trump es el que tiene más chances de influir sobre sus decisiones”, dice Kovacevich. “Su estilo de gestión no ha cambiado, pero puede que esta vez sepa mejor qué priorizar.”

Por Tripp Mickle y David McCabe

Traducción de Jaime Arrambide