Genaro Zavala, líder asociado del Research Lab del Tec de Monterrey, es es el organizador del summit de enero que se dedica al impacto de la inteligencia artificial en educación

Da la impresión de que la innovación no es un accidente en el Tecnológico de Monterrey. Desde sus inicios en los años 40, cuando fue creado por Eugenio Garza Sada, un empresario que tenía la visión de modernizar el país a través de la educación y el trabajo, se apostó por la innovación como un motor para transformar la realidad. Y, como en aquel tiempo, innovación y tecnología se entendían casi como palabras intercambiables, esa es una de las razones por las que la universidad lleva ese nombre.

La tecnología forma parte del núcleo de la institución —fue la primera universidad de Latinoamérica en tener una carrera en Computación— pero agota su compromiso con la vanguardia. El Tec, de hecho, ha realizado grandes transformaciones en educación con el modelo Tec 21, que plantea un aprendizaje  más dinámico y más conectado con los retos actuales del mundo. Y Genaro Zavala fue justamente quien tuvo a cargo el diseño de los planes de estudio del Tec21 de los programas la Escuela de Ingeniería y Ciencias. Desde el Researh Lab, donde actúa como líder asociado, su trabajo ha sido decisivo en la enseñanza.

En esta conversación, Zavala, que además es organizador del summit que se dedica al impacto de la inteligencia artificial en educación, reflexiona sobre cómo el “gen” Tec que toma a la innovación como un imperativo categórico. Habla de logros y desafíos, y también de la incertidumbre que provoca la inteligencia artificial en el tablero educativo.

¿Se puede hacer vanguardia con inteligencia artificial desde el Sur Global?

—Definitivamente. Cuando hablamos de inteligencia artificial en las universidades, lo que tenemos en el Tecnológico de Monterrey no es muy diferente de lo que tienen las mejores universidades del mundo. Lo difícil es competir con las grandes corporaciones de inteligencia artificial. OpenAI invierte millones de dólares en los nuevos modelos que están sacando. En eso definitivamente es muy difícil competir. Sin embargo, en la parte académica competimos perfectamente porque tenemos una planta académica muy fuerte. Puedo decir que, como universidad, estamos a la vanguardia de la inteligencia artificial en el mundo.

¿En qué medida los estudiantes son los que les piden a ustedes, los profesores, que sean innovadores? Y, a su vez, ¿cuánto del trabajo de ustedes es evitar que ellos se vuelvan conservadores?

—Eso es una pregunta súper importante. Yo lo vinculo con lo que sucedió en la pandemia, cuando tuvimos que salir a la digitalización de una semana para otra. Estamos hablando de 26 campus con más de 50.000 estudiantes. Nosotros ya habíamos preparado programas a distancia, pero pasar toda la educación a lo digital fue un cambio muy significativo. Y al principio, los estudiantes tuvieron sus frenos. Cuando se dice que los estudiantes son nativos digitales porque usan sus celulares desde muy jóvenes, eso no significa que entiendan la educación digital y las tecnologías. Entonces les tenemos que enseñar a utilizar las herramientas digitales para que puedan aprender mejor. Es un ir y venir. Muchas veces te dicen: “A mí me gustaría que tú me enseñaras”: el profesor expone y ellos aprenden.

Como en la educación tradicional.

—¡Se juega a la escuelita! Yo juego a que enseño y él juega a que aprende. Pero, en realidad, ni yo enseño, ni el otro aprende. Hay que convencerlos de que la mejor manera es usar la tecnología y las nuevas estrategias pedagógicas. Una vez que entienden esta manera de enseñanza, ya se vuelven parte del modelo.

Hay una serie de invenciones del Tec que van desde el profesor holograma hasta pulseras para medir la presión de los estudiantes. Con tantos programas y desarrollos y métricas, ¿cómo hacen para no perderte en un laberinto de datos?

—Con Inteligencia Artificial. Un ejemplo: estamos desarrollando un sistema de monitoreo dentro del salón de clases para medir la interacción de los estudiantes por medio de videos. Ponemos cámaras y, a través de un algoritmo que analiza las imágenes, observamos indicadores del engagement —la atención, la participación— de los estudiantes en tiempo real. Así el profesor puede saber cómo va siendo la participación de los estudiantes con respecto a lo que él hace y puede cambiar la estrategia en el momento.

Es como el minuto a minuto de la tele. ¿No es desesperante?

—Es que el sistema te permite decidir qué hacer en el salón de clases cuando ves que la atención y la participación de los estudiantes es baja. Y además tenemos un sistema —que sigue los lineamientos éticos de la Comunidad Europea— que toma el log para que el profesor ver cómo va cambiando el engagement a través del tiempo. Un director de departamento puede empezar a monitorear ese tipo de de indicadores.

Pienso que todas estas herramientas pueden ser vistas como una ayuda para el docente. Pero también como un control.

—Totalmente de acuerdo. Por eso tenemos mucho diálogo con los profesores. Es un sistema donde se retroalimenta al profesor para que vea las áreas de oportunidad que puede tener dentro de su salón. No se rankea profesores. Hay mucho diálogo con ellos para que vean la importancia de monitorear el aprendizaje. Lo que nos debe importar como Tecnológico de Monterrey es el aprendizaje de los estudiantes.

El campus del Tec de Monterrey

Le propongo un juego para pensar el futuro de la educación: pero no mucho más allá en el futuro, sino cómo va a ser en cinco años. Con la irrumpción de la inteligencia artificial, ¿qúe cambios van a verse?

—Dentro de cinco años vamos a tener sistemas personalizados para cada estudiante donde, a través del sistema, puedas seguir un camino diferenciado por medio de sus capacidades, de sus conocimientos base. Va a ser un aprendizaje mucho mejor que lo que se podía hacer cuando no era personalizado.

¿Se rompe el aula?

—No. Pero hay que hablar del concepto de inteligencia híbrida. Es importantísimo entender que la inteligencia artificial trabaja con la inteligencia humana para que podamos mejorar los procesos educativos. No puedes deshacerte del aula ni del profesor porque él tiene que ser quien guíe al estudiante para hacer uso de la IA de manera que le ayude a los procesos educativos. En cinco años el aula sigue existiendo, pero las herramientas del profesor a su alcance van a ser tales que se pueda tener un aprendizaje adaptativo del estudiante. En este momento lo tenemos, pero en cinco años va a ser mucho más fuerte. Y algo que va a cambiar en que nos vamos a concentrar en lo importante…

Que es ¿qué?

—Si pensamos en la década de los 70, los 80, nos concentrábamos en el contenido. Yo era el transmisor del contenido porque no estaba en ningún lado. “Si yo no lo enseñé, los estudiantes no lo aprendieron”. Ahora es diferente. Nos tenemos que concentrar únicamente en el aprendizaje de los estudiantes, ya no en el contenido. Porque el contenido está en todas partes. Tardamos mucho tiempo en diseñar una clase, tardamos mucho en evaluar al estudiante. Todo eso está va a estar automatizado de manera que nuestra tarea será concentrarnos solamente en el proceso de enseñanza aprendizaje. Eso es lo mejor.

¿Cómo se le hace ver a un estudiante que la inteligencia artificial es más que hacer un atajo para entregar un trabajo?

—¡Híjole! Eso es súper importante. De ninguna manera, ni siquiera para las carreras de Tecnología, la inteligencia artificial es para saltar a un atajo, sino para hacer mejor las cosas. El proceso de creatividad del estudiante va a estar apoyado por la inteligencia artificial. Entonces, en las universidades somos capaces de utilizar esas herramientas para potenciar el aprendizaje. No para hacer shortcuts, sino más bien para usar la herramienta en mi propio desarrollo. Lo que hacemos en el Tecnológico de Monterrey y lo que deben hacer todas las universidades es desarrollar las capacidades de los estudiantes que van a utilizar en la profesión y, para hacerlo, hay que pedirles retos reales. Ahora van a poder usar la inteligencia artificial para resolverlos. Pero, ¡ojo!, es muy importante que estemos seguros de que el estudiante entiende que el uso de la inteligencia artificial para su desarrollo y no para sacarnos la vuelta.