La 30ª Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida (PAV), celebrada en el Vaticano del 3 al 5 de marzo, reunió a más de 400 destacados académicos, entre miembros e invitados, de las más prestigiosas universidades del mundo.
Bajo el lema “¿El Fin del Mundo? Crisis, Responsabilidades y Esperanzas”, el evento, cuya apertura no ha podido ser presidida como de costumbre por el Sumo Pontífice, estuvo a cargo del Canciller Mons. Renzo Pegoraro y el Presidente de la PAV, Mons. Vicenzo Paglia, quienes transmitieron el mensaje escrito del Papa Francisco. Este abordó la actual “policrisis” global, caracterizada por la convergencia de conflictos bélicos, cambio climático, crisis energéticas, epidemias, migración forzada e innovación tecnológica. Lamentó que la humanidad no haya aprovechado crisis previas, como la pandemia de COVID-19, para transformar su conciencia y prácticas sociales. Destacó la dimensión multidisciplinar del conocimiento actual y su naturaleza más dinámica e interconectada que las visiones mecanicistas del pasado. Y criticó además la tecnocracia como amenaza a la dignidad humana, resaltando la figura de Teilhard de Chardin como ejemplo de diálogo entre ciencia y teología.
Asimismo, el Papa advirtió sobre la creciente irrelevancia de los organismos internacionales y llamó a fortalecer un multilateralismo eficaz que garantice la erradicación del hambre y la protección de los derechos humanos fundamentales. Finalmente, resaltó el rol de la PAV como símbolo de sabiduría y esperanza, exhortando a continuar su labor en favor de la vida humana y el bien común.
La Asamblea abordó cuestiones clave desde la ciencia, la filosofía, la teología y las humanidades, con la participación de notables personalidades como los Premios Nobel Katalin Karikó (Medicina, 2023) y Paul Romer (Economía, 2018 ), más destacadas figuras internacionales como el jurista Giuliano Amato; la tecnóloga Sheila Jasanoff del Programa de Ciencia, Tecnología y Sociedad en la Universidad de Harvard; el bioeticista Henk ten Have ; Hans Kluge, director regional para Europa de OMS; Laura Palazzani, del comité bioético de la UNESCO y el físico Guido Tonelli, del equipo que descubrió el bosón de Higgs en el CERN.
En este encuentro, emplazado en el Institutum Patristicum Augustinianum, cuya imagen guía es Noé soltando la paloma, Mosaico de la Basílica de San Marcos en Venecia, sobresalió la presencia del Rabino Dr. Fishel Szlajen, uno de los intelectuales y académicos más prominentes de Argentina, con una notable proyección internacional en el ámbito de la bioética y la filosofía. Szlajen, Rabino, doctor en filosofía y posdoctorado en bioética, fellow del Madel Leadership Institute y del Religion and the Rule of Law de la Universidad de Oxford, ha sido reconocido con múltiples distinciones tanto a nivel nacional como internacional por sus contribuciones al pensamiento y la legislación en bioética. Como miembro titular de la Pontificia Academia para la Vida desde 2017, designado por el Papa Francisco, ha participado en debates y comisiones de alto nivel sobre cuestiones éticas contemporáneas, influyendo en el desarrollo de políticas públicas en diversos países. Sus artículos, papers y libros, abarcan desde la bioética hasta la intersección entre religión, política, derecho y tecnología, siendo una de las figuras argentinas más influyentes en el ámbito de la bioética.
Fishel Szlajen dialogó con Infobae y reflexionó sobre los temas centrales discutidos durante el evento, destacando la exploración de las implicaciones éticas de la biotecnología y la necesidad de una regulación bioética que contemple el progreso y bienestar humano sin sacrificar principios esenciales como la dignidad y la justicia.
En este sentido, Szlajen resumió los temas centrales discutidos durante la Asamblea señalando seis puntos:
El primero, en el cual la biología, la planetología y la física abordaron la pregunta: ¿Puede la vida desarrollarse sólo en las formas que conocemos? ¿O la exploración planetaria podría ampliar nuestro conocimiento sobre la vida? Preguntas a partir de las cuales se reflexionó sobre nuestra concepción de la materia, influyente en las relaciones entre los seres humanos y la necesidad de repensar nuestra visión del mundo, considerando tanto el universo infinitamente grande como las partículas cuánticas. Estas consideraciones, según Szlajen, tienen implicaciones filosóficas y científicas que abren el debate sobre la posibilidad de redefinir los límites de la biología en los nuevos enfoques para la detección de vida en otros planetas.
En segundo lugar, subrayó el análisis del antropoceno como una nueva era geológica, marcada por el calentamiento global, la contaminación y las transformaciones derivadas del crecimiento demográfico y la industrialización, conformando una tecnosfera como reemplazo de la biosfera. Los interrogantes centrales giraron en torno a la irreversibilidad de estos cambios y su impacto en la supervivencia de la humanidad. Este punto de discusión abordó el rol de la ciencia en la mitigación del cambio climático, la ética del desarrollo sostenible, la superación de la masa antropogénica respecto de la biomasa y las responsabilidades de las naciones en la preservación de los ecosistemas, todo ello obstaculizado por la corrupción gubernamental y la escasa conciencia de que dichos factores definen la habitabilidad de nuestro planeta en el futuro cercano y previsible. Cabe mencionar, destacó Szlajen, que según el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, más del 67% de los 180 países evaluados en el mundo presentan altos niveles de corrupción en el sector público, lo que se traduce en efectos devastadores para la gobernanza global.
Otro punto clave fue el abordaje de la antropología y la lingüística, donde se discutió la capacidad humana para el lenguaje y el pensamiento abstracto o razonamiento simbólico como elementos definitorios de nuestra especie. Szlajen destacó la importancia de este análisis para comprender el concepto de “espíritu humano único”. Se debatió cómo las lenguas han modelado las civilizaciones y la relación entre el desarrollo lingüístico y la conciencia ética, sugiriendo que la evolución del lenguaje ha sido clave para la construcción de sociedades complejas y la transmisión del conocimiento intergeneracional.
En un aspecto más técnico, la Asamblea también exploró los avances en genética y biología molecular, enfatizando la necesidad de integrar estos desarrollos en ámbitos como el derecho, la política y la religión. Se presentaron experiencias del Observatorio Global de Edición Genómica, ilustrando la intersección entre ciencia y bioética. Se discutieron los dilemas éticos sobre la modificación genética, los riesgos y beneficios de la edición del genoma humano y el impacto que estas biotecnologías podrían tener en futuras generaciones y en el considerado orden básico de las cosas.
Szlajen hizo hincapié en el rol de la educación, subrayando la necesidad de inspirar a las nuevas generaciones a reflexionar sobre su futuro con una comprensión profunda del pasado y del presente. Consideró esencial fomentar un diálogo educativo que propicie el pensamiento crítico y la esperanza. En este sentido, se exploraron modelos educativos que integren la ciencia, la ética y la espiritualidad, promoviendo una formación integral que prepare a los jóvenes para enfrentar los desafíos del mundo contemporáneo.
Por último, la Asamblea abordó la relación entre teología y humanidades, destacando la conexión entre humanidad y naturaleza. Se propuso repensar la creación como “co-creación”, promoviendo una visión de la existencia centrada en la cooperación y la solidaridad en lugar del individualismo. Se debatió sobre la ética de la responsabilidad colectiva en el cuidado del planeta y la necesidad de un enfoque holístico que integre valores espirituales con la acción ambiental.
Cabe recordar que la Pontificia Academia para la Vida, fundada por el Papa Juan Pablo II en 1994, es el máximo organismo internacional en bioética, reuniendo a expertos internacionales de diversas disciplinas con impacto en políticas bioéticas, biomédicas, biotecnológicas y biojurídicas.