Figura fundamental en la evolución arquitectónica del Perú durante el siglo XX. Su trabajo se destacó por la creación de una arquitectura moderna, pero a la vez profundamente enraizada en las tradiciones y el patrimonio cultural del país.
Con una carrera que abarcó más de cuatro décadas, Enrique Seoane dejó un legado que aboga por la integración de lo moderno con lo local, una propuesta que sigue vigente en el debate arquitectónico contemporáneo. Y esta es su historia.
Enrique Seoane, el arquitecto que le cambió la cara a la capital
Enrique Seoane Ros, arquitecto peruano nacido el 12 de enero de 1915 en Lima, se destacó por su capacidad de reinterpretar la modernidad con una profunda identidad local. A lo largo de su vida profesional, Seoane fue pionero en integrar elementos de la arquitectura prehispánica dentro de los códigos contemporáneos, fusionando lo moderno con las tradiciones arquitectónicas peruanas. Su obra dejó una huella imborrable en la ciudad de Lima y su legado continúa siendo un referente para las nuevas generaciones de arquitectos.
Nuestro compatriota, hijo de Buenaventura Guillermo Seoane y Rosario Ros Gutiérrez, creció en un ambiente que le permitió conocer diversas regiones del país. De niño mostró gran inclinación por las artes, primero con la pintura y luego con el dibujo, lo que le llevó a estudiar arquitectura en la Escuela Nacional de Ingenieros, actual Universidad Nacional de Ingeniería. A pesar de los obstáculos económicos que atravesaba su familia, Seoane se destacó por su habilidad en el diseño, aunque sus calificaciones no fueron las más altas debido a su dedicación laboral. Se graduó en 1944, pero no fue sino hasta 1945 cuando comenzó a dejar su marca en la arquitectura peruana.
Los primeros años de su carrera estuvieron marcados por el estilo neocolonial, influenciado por la corriente neoperuana promovida por el escultor Piqueras Cotolí. Durante esta etapa, colaboró en proyectos como la Iglesia de Ancón y la Hacienda Huando, dos ejemplos representativos de su inicial enfoque neocolonial. Sin embargo, el arquitecto no se conformó con esta etapa y comenzó a buscar un estilo propio, que más tarde adoptó por completo en la década de los 50, cuando la modernidad comenzó a hacer su entrada en Perú.
Una de las obras más emblemáticas de este período fue el edificio del Ministerio de Educación, diseñado entre 1951 y 1956. Este monumental proyecto no solo rompió con la estética del pasado, sino que incorporó elementos visuales que evocaban el antiguo Perú, creando una arquitectura que dialogaba con el pasado sin dejar de lado el avance tecnológico de la época. Con este y otros proyectos, como el Edificio Rizo Patrón y el Banco Wiese, el peruano consolidó su posición como uno de los arquitectos más innovadores del país.
En la segunda etapa de su carrera, Seoane pasó de una arquitectura de transición a una más radicalmente moderna. Esta fase se vio influenciada por el movimiento funcionalista que ganaba terreno en el ámbito internacional. Aunque sus diseños dejaban atrás el simbolismo peruano de su primera etapa, el arquitecto nunca dejó de lado sus raíces. Las formas geométricas y el uso del concreto y acero caracterizaron sus nuevas propuestas, que incluían tanto edificios comerciales como residenciales.
Entre los proyectos más destacados de esta fase está el Edificio Diagonal, un hito de la arquitectura limeña. Esta construcción, que sintetiza la modernidad con la estética local, se convirtió en un referente de la nueva Lima contemporánea, que se alzaba con grandes edificios de oficinas y espacios públicos. El connacional no solo construyó en Lima, sino que también dejó su huella en otras ciudades y países, como Panamá, donde proyectó edificios como el Hotel Sheraton y el Edificio Carfa.
En la última parte de su carrera, se acercó al posmodernismo. A finales de los años 60 y 70, experimentó con nuevas formas constructivas y con un estilo más expresionista y brutalista. Sus obras en este período, como el Hotel César’s, reflejaron una tendencia a incorporar materiales más audaces y formas arquitectónicas menos convencionales. No obstante, muchos de sus proyectos más icónicos fueron realizados antes de esta etapa, cuando logró fusionar con mayor fuerza la modernidad y la identidad peruana.
Cabe señalar que en un momento de su vida se dedicó a la docencia. Impartió clases en la Universidad Nacional de Ingeniería y, después de una breve estancia en Panamá, continuó su labor en la Universidad Nacional Federico Villarreal, donde dejó un legado tanto en la práctica como en la teoría de la arquitectura. Su influencia trascendió el ámbito académico y profesional, siendo elogiado por su capacidad para transformar el paisaje urbano de Lima.
Enrique Seoane fue un arquitecto que desafió las convenciones de su tiempo, buscando siempre un equilibrio entre la modernidad y el respeto por las tradiciones culturales de su país. A lo largo de su carrera, recibió múltiples distinciones, incluyendo el Premio Nacional “Chavín” en 1950 y 1953.
Más información:
¿Dónde se encuentra el edificio diseñado por Seoane para el Ministerio de Educación?
El Edificio Javier Alzamora Valdez, antes sede del Ministerio de Educación, se construyó en un punto estratégico del Centro Histórico de Lima, en la concurrida intersección de las avenidas Abancay y Colmena, junto al Parque Universitario. Con una altura de 86,84 metros y 23 pisos, esta estructura pasó a ser el principal local de la Corte Superior de Justicia de Lima.
La construcción del edificio comenzó en 1952 y concluyó en 1956, contando con la asistencia del presidente Manuel A. Odría tanto en la ceremonia de colocación de la primera piedra como en su inauguración. Se proyectó edificar una torre gemela frente a este edificio, en la avenida Abancay, para crear un espacio circular completo, aunque únicamente se lograron establecer los cimientos y el sótano de esta segunda torre.