NUEVA YORK.– La temporada de fiestas ofrece una excusa para reunirse con los seres queridos, dejarse llevar y darse un capricho: platos cargados de comidas reconfortantes y, para algunos, mucho alcohol. Pero el consumo excesivo de alcohol no se limita a las fiestas de diciembre. Tampoco es principalmente el pasatiempo de los estudiantes universitarios.
Los índices generales de consumo excesivo de alcohol son ahora equivalentes entre los adultos jóvenes y los de mediana edad. Esto se debe a que los jóvenes, sobre todo los varones, se emborrachan menos, mientras que los adultos de mediana edad beben más alcohol en una sola ocasión que antes.
Hace tiempo que se nos advierte de los riesgos del consumo excesivo de alcohol, que suele definirse como la ingesta de cuatro o cinco copas en un intervalo de dos horas. Ahora los investigadores se centran cada vez más en un patrón más peligroso de consumo de alcohol que denominan consumo intensivo o high-intensity drinking en inglés: consumir ocho o más copas seguidas en el caso de las mujeres y diez o más copas seguidas en el caso de los hombres.
El consumo intensivo es incluso más peligroso que el atracón de alcohol o binge drinking, y está aumentando en determinados segmentos de la población.
¿En qué se diferencia el consumo intensivo del atracón o consumo excesivo de alcohol?
La definición de consumo excesivo o atracón de alcohol procede del trabajo de Henry Wechsler, psicólogo social de la Universidad de Harvard, quien en 1993 realizó un seguimiento del consumo de alcohol entre los estudiantes universitarios de todo el país. Descubrió que las mujeres jóvenes que declaraban consumir al menos cuatro copas en una noche y los hombres que consumían al menos cinco eran los que experimentaban más problemas relacionados con la bebida.
Pero otros investigadores observaron que algunas de las peores consecuencias asociadas al consumo excesivo de alcohol, como los blackouts o pérdida de conciencia y las intoxicaciones etílicas, solían producirse cuando se tomaban mucho más de cuatro o cinco copas.
A lo largo de los años, los expertos se refirieron a los niveles más elevados de consumo excesivo de alcohol de distintas formas, como “consumo extremo” y el mucho menos pegadizo “consumo ritualista extremo de alcohol”. En los últimos años, optaron por “consumo intensivo”.
¿Quién consume ocho o diez copas seguidas?
El consumo intensivo de alcohol se asoció durante mucho tiempo a la juventud, pero las tendencias están cambiando.
Desde 2005, la encuesta Monitoring the Future, que realiza un seguimiento del comportamiento de los adolescentes estadounidenses hasta la edad adulta, pregunta a las personas de entre 19 y 30 años con qué frecuencia consumieron alcohol en exceso durante las dos semanas anteriores.
La encuesta encontró que el consumo de alcohol intensivo se redujo al 8,5% de los sujetos de estudio en 2023, de alrededor del 11% en 2013.
Sin embargo, “si bien la prevalencia está bajando, sigue siendo alta”, sobre todo entre los veinteañeros, dijo George F. Koob, director del Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo. Casi una de cada ocho personas de 27 y 28 años consume regularmente diez o más copas en una noche, según los últimos datos de 2023.
La serie de Encuestas Nacionales sobre el Alcohol de Estados Unidos, que recaba datos de la población general, define el consumo de alcohol intensivo como el consumo de al menos ocho copas seguidas por cualquier persona, hombre o mujer, durante los 12 meses anteriores.
El último análisis de la encuesta, que no incluye datos más allá del año 2020, también mostró un descenso del consumo de alcohol intensivo entre los adultos jóvenes en general. Sin embargo, la frecuencia aumentó entre los hombres de 30 años o más y las mujeres de 18 a 64 años, dijo Camillia Lui, científica del Grupo de Investigación sobre el Alcohol, quien analizó los datos.
¿Qué problemas se asocian al consumo intensivo de alcohol?
Los expertos que estudian los efectos del alcohol dijeron que merece la pena distinguir entre los atracones de alcohol y el consumo intensivo, porque este último tiene consecuencias más graves.
Consumir ocho o diez tragos en un corto período de tiempo puede producir una concentración de alcohol en sangre, o alcoholemia, superior al 0,2%, “lo que aumenta significativamente el riesgo de lesiones, sobredosis y muertes”, dijo Koob. En comparación, un consumo excesivo promedio (el atracón de cuatro o cinco tragos) suele producir una tasa de alcoholemia de alrededor del 0,08%.
Los bebedores intensivos también son más propensos a sufrir un “desmayo total”, sin recordar nada de lo ocurrido, y a acabar en urgencias, “gravemente intoxicados y representando un peligro para sí mismos y para los demás”, dijo Keith Humphreys, experto en adicciones y psicólogo de la Universidad de Stanford. Cuando se bebe tanto, “el riesgo de sufrir daños aumenta considerablemente”, apuntó.
Además, un mayor número de copas por ocasión se asocia a una mayor probabilidad de desarrollar un trastorno por consumo de alcohol, afirmó Koob.
Y “el consumo intensivo de alcohol no solo perjudica al bebedor –agregó Lui–. Puede provocar agresiones físicas, accidentes de tránsito bajo los efectos del alcohol, daños a la propiedad y problemas en las relaciones”.
¿Por qué las personas beben tanto?
Hay muchas razones por las que alguien puede abusar del alcohol, desde una predisposición genética hasta la automedicación.
Pero cuando se trata de beber en exceso, los estudios descubrieron que los jóvenes estaban motivados en gran medida por la expectativa de que los hiciera más sociables y los ayudara a divertirse con los amigos. Y eso, para ellos, tenía más peso que las posibles consecuencias negativas.
La Encuesta Nacional sobre el Alcohol demostró que los adultos de mediana y avanzada edad también beben durante los eventos sociales, pero también reportan utilizar la bebida como una forma de enfrentar el estrés, explicó Lui.
Se necesitan más estudios para desentrañar por qué algunos grupos de edad se inclinan por esta forma más extrema de bebida. Porque, aunque cinco copas son un riesgo, no es lo mismo que diez, sostuvo Humphreys.
“La dosis hace el veneno”, sentenció.
Por Christina Caron