Durante la pandemia, Carolina Alfonso pedaleaba 11 kilómetros de ida y 11 de vuelta todos los días para llegar a su trabajo como niñera. Sus padres, sin empleo por la crisis sanitaria, dependían de su salario para afrontar los gastos familiares. Tras 10 horas de trabajo, regresaba a casa escuchando clases de cursos digitales y luego se sentaba a estudiar. Hoy, esa rutina de sacrificio la llevó a convertirse en analista funcional, lograr una beca en Estados Unidos y proyectos freelance en el exterior.
Carolina Alfonso, de 29 años, creció en el barrio porteño de San Cristóbal y es una de las 9.000 personas que recibió capacitación en Potrero Digital, una red de escuelas de oficios tecnológicos que ofrece formación gratuita en habilidades digitales a personas con barreras socioeconómicas.
A los 23 años, Carolina se recibió de maestra jardinera “pensando que iba a ser mi carrera para toda la vida”, recordó en diálogo con Infobae. Sin embargo, en Argentina, el presidente Alberto Fernández decretó la cuarentena total luego de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara al coronavirus como una pandemia en 2021. Y dicho contexto hizo que la necesidad y curiosidad cambiarán todos sus planes.
“La educación es un poco complicada en Argentina y conseguir cargos públicos es un proceso que no está cerca de las personas que se egresan al principio”, sostuvo la joven que en aquel momento era niñera y tenía un novio programador que trabajaba desde su casa. Pese a eso, “yo no entendía qué hacía él, entonces empecé a averiguar qué es lo que hacía con la computadora y a buscar cursos digitales online para aprender».
Un día, una historia en Instagram captó la atención de Carolina, quien no dudó en contactarse con Potrero Digital para iniciar su primer curso de programación web. Y en paralelo, seguir trabajando como niñera durante la pandemia.
Con orgullo, la joven recuerda el arduo proceso de aprendizaje. “Me levantaba todos los días, hacía 11 kilómetros con la bicicleta para ir a cuidar al nene. Lo cuidaba diez horas, salía a las 18:00 horas, me ponía el auricular y volvía escuchando las clases de Potrero en la bicicleta otros 11 kilómetros. Llegaba a las siete y monedas, me conectaba lo que quedaba de la clase, la volvía a ver y hacía las tareas.”
Sus días eran largos y agotadores, pero había algo que nunca perdió en el camino: la determinación. Luego de un año con la misma rutina de trabajo y estudio, “dije: yo no puedo hacer esto otro año más porque era muy sacrificado de verdad. Entonces, con los ahorros que tenía y alguna que otra changa, decidí renunciar y me volví a anotar en los otros tramos de Potrero Digital y de otros cursos del gobierno de la Ciudad. Sabiendo y teniendo la fe y esperanza de que yo iba a conseguir un trabajo en el rubro IT”, afirmó.
Durante los meses más duros de la pandemia, muchas familias enfrentaron la incertidumbre económica, y el hogar de Carolina no fue la excepción. “Mis papás no son profesionales. Mi papá arregla lo que vos quieras, descubre las maneras. Pero no tiene una profesión. Y mi mamá es ama de casa. Entonces en la pandemia, ninguno de los dos podía salir a trabajar”. La joven asumió el rol de sostén familiar y sabía que su empleo como niñera sería temporal, así que decidió capacitarse con el fin de reinventarse y tener un futuro más estable.
“Cuando se enteraron que iba a renunciar, que encima había tardado cinco años en recibirme de maestra, que era niñera porque me pagaban mejor, y encima iba a renunciar para querer estudiar programación y encontrar un trabajo con la compu; no lo podían creer”, expresó entre risas Carolina, quien destacó que pese a la sorpresa del momento, sus padres siempre la apoyaron y “es el día de hoy que sigo viviendo con ellos, me ven trabajando todos los días con la computadora, y no entienden cómo lo logré“.
La pandemia dejó una alta demanda de perfiles tecnológicos, y sus estudios le dieron la oportunidad de aplicar a nuevos empleos. Luego de realizar cursos de programación web, marketing digital, soporte informático y animación, en 2021 logró dar el gran salto: consiguió su primer trabajo como analista funcional.
Un llamado de la Secretaría de Empleo fue determinante para el futuro de Carolina. “Muchos no saben, pero hay una ley en CABA que hace alianzas con egresados de cursos digitales y compañías de software. Les llegó mi currículum y me preguntaron si quería la práctica, que era por un incentivo económico y la obra social. Yo dije: es mi oportunidad de mi primer trabajo y obvio que acepté. Fue medio año de hacer un curso de un lenguaje de programación de la empresa. Y en diciembre del 2021 me contrataron oficialmente”.
Al recordar ese momento, Carolina destacó: “lo publiqué en todos lados. Me acuerdo porque no podía creerlo”. Es por eso que cuenta con un perfil en Instagram donde ayuda de manera solidaria “a las mujeres y a todas las personas que viven de otros rubros para motivarlos e incentivarlos de que nunca es tarde para empezar otra profesión.”
Beca en Estados Unidos y la creación de La Chica del CV
A partir de una alianza de Potrero Digital, la docente de nivel inicial, pasó de ser alumna a mentora y analista funcional, hasta ganar una beca para asistir al Code Camp de The Red Sunflower en Estados Unidos. Luego de ser invitada por Jessica Patterson y Judith Aidoo, referentes en innovación, Carolina creó La Chica del CV, un servicio para ayudar a otros a ingresar al mundo tech. Con el fin de ayudar a quienes desean incursionar en el mundo tecnológico, Carolina destacó que “es un rubro que tiene muchas posibilidades para gente chica, de mediana edad y grandes también”.
“Animo mucho a las mujeres a que hagan cursos digitales y se puedan independizar. Es una linda sensación sentir la libertad de depender solamente de una. Y noto que hay muchas mujeres que quizás son amas de casa y tienen miedo. Y la realidad es que no hay que tenerle miedo a querer estudiar. Hay oportunidades para todas”, expresó. Como parte de su proyecto para ayudar a realizar currículums o perfiles en LinkedIn, Carolina indicó que recibió consultas por currículums o cursos de personas mayores de edad, otros que nunca habían usado una computadora o bien, preguntas sobre cómo iniciarse en el rubro tecnológico. Por eso, la joven incentivó a averiguar en distintas fundaciones donde que existen talleres incluso para personas mayores de 60 años o para quienes no tienen ningún conocimiento.
Para seleccionar un curso, Carolina recomendó preguntarse cuáles son las habilidades que se tiene y los gustos personales. “Hay un montón de cursos y el Chat GPT es una inteligencia artificial que te puede recomendar un curso que haga match con tus fortalezas”, aseguró. Actualmente, Carolina trabaja en el rubro tecnológico y también colabora de manera freelance para The Red Sunflower en Estados Unidos, donde desarrolla pequeños proyectos.
Así, Potrero Digital logra impulsar una economía digital diversa e inclusiva. Dando lugar a la carga simbólica de su nombre vinculado a lo popular, con propuestas gratuitas de aprendizaje que permiten romper las barreras socioeconómicas de quienes se encuentran en una situación de vulnerabilidad social, y ofrecerles habilidades para una inserción laboral. “Reinventarse y empezar de cero es muy complicado”, planteó Carolina, pero dejó en claro que no es imposible. Más allá de las habilidades digitales, la organización también le facilitó clases de inglés y habilidades socioemocionales porque “cuando arrancas te sentís muy solo, con un montón de dudas y no sabes si realmente vas a poder, entonces es un gran apoyo”, afirmó.
“La vida no es fácil para nadie. Pero uno debería preguntarse si en el lugar que está hoy es el lugar que quiere estar dentro de cinco años, y si es feliz haciendo lo que hace. Cuando me lo planteé me di cuenta que no estaba contenta, sacrificando todo el día yendo a trabajar. Entonces evalué otras opciones y me di cuenta que por ejemplo, trabajar remotamente en una profesión tecnológica puede dar condiciones de vida mejores que en otros rubros”, reflexionó la maestra jardinera. “Hoy tengo un montón de conocidas que consiguieron su trabajo, así sea por muy poca plata. Pero ya tienen su primer trabajo y me dicen que ahora pueden cocinar tranquilas a su hija, llevarla al jardín y demás. Son cosas súper valiosas”, afirmó.
De esa manera, cada kilómetro pedaleado, cada noche de estudio y cada esfuerzo económico no fueron en vano. Y hoy Carolina puede dar testimonio de cómo la determinación puede transformar una crisis en una oportunidad de cambio.