El control del peso corporal no es solo una cuestión de calorías y ejercicio, sino que hay un componente interno que muchas veces se pasa por alto: las hormonas. Estas pequeñas mensajeras químicas tienen un impacto significativo en nuestra capacidad para ganar o perder peso, y entender su rol puede ser clave para lograr el objetivo de una vida más saludable.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 2500 millones de adultos tienen sobrepeso, y al menos 650 millones padecen obesidad. Estos desequilibrios pueden acarrear serios problemas de salud, como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión y algunas formas de cáncer.

Muchos de esos problemas y las dificultades para adelgazar pueden ser causados por un desequilibrio hormonal. Las hormonas, que son sustancias químicas producidas por las glándulas endocrinas, desempeñan un papel fundamental en el correcto funcionamiento del organismo, dado que regulan diversas funciones vitales como el metabolismo, el crecimiento, el apetito, el almacenamiento de grasa y el nivel de energía.

Cuando las hormonas no están en equilibrio se pueden presentar alteraciones que dificultan la pérdida de peso

Cuando estas hormonas no están en equilibrio, se pueden desencadenar alteraciones que dificultan la pérdida de peso y fomentan la acumulación lipídica en el cuerpo, lo que complica el mantenimiento de una masa corporal saludable. Las responsables de este proceso son cinco hormonas principales: insulina, leptina, grelina, cortisol y estrógeno.

Insulina

La insulina es una hormona producida por el páncreas que tiene un papel crucial en el almacenamiento de grasas y el control del azúcar en sangre. Un estudio realizado por la Universidad de Trieste señaló que la resistencia a la insulina está relacionada con la obesidad. Cuando las células del cuerpo no responden adecuadamente a la insulina, el organismo necesita producir más insulina para mantener los niveles de glucosa bajo control. Esto lleva al almacenamiento excesivo de grasa, especialmente en el abdomen.

Leptina

La leptina es conocida como la “hormona de la saciedad”. Esta hormona es producida por las células grasas y se encarga de enviar señales al cerebro cuando se comió lo suficiente. Sin embargo, muchas personas con obesidad desarrollan una resistencia a la leptina, lo que significa que su cerebro no recibe la señal de saciedad, a pesar de tener niveles elevados de esa hormona en la sangre. Como resultado, se tiende a comer más de lo necesario.

Grelina

La grelina, por el contrario, es la “hormona del hambre”. Producida principalmente por el estómago, envía señales al cerebro para indicar que es momento de comer. Un estudio de la Universidad de Atenas encontró un vínculo entre bajos niveles de grelina y obesidad. En un nivel adecuado, la grelina ayuda a regular los patrones de alimentación; sin embargo, niveles bajos pueden llevar a comer en exceso debido a la falta de señales claras de hambre y saciedad.}

De acuerdo a la OMS, más de 2500 millones de adultos tienen sobrepeso

Cortisol

El cortisol, conocido como la “hormona del estrés”, se libera en situaciones de tensión y está relacionado con el almacenamiento de grasa, especialmente en la región abdominal. Cuando estamos sometidos a niveles elevados y prolongados de estrés, el cortisol favorece el almacenamiento de grasa y el aumento del apetito, en particular por alimentos ricos en azúcar y grasas. Esto puede desencadenar un círculo vicioso de estrés y aumento de peso.

Estrógeno

El estrógeno es una hormona sexual que también puede influir en el peso corporal. En las mujeres, los niveles de estrógeno fluctúan a lo largo de la vida, especialmente durante la menopausia, cuando los niveles disminuyen drásticamente. Esta caída de estrógeno puede llevar a un aumento del almacenamiento de grasa, particularmente en la zona abdominal.

Cómo controlar estas hormonas para evitar el sobrepeso

Para lograr un equilibrio hormonal que facilite la pérdida de peso, es importante adoptar hábitos que ayuden a regular estas hormonas de manera natural. Según un artículo publicado en el portal de noticias médicas Medical News Today, algunas medidas efectivas incluyen:

La actividad física ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina y reduce los niveles de cortisol

  1. Mantener una dieta balanceada: se deben evitar alimentos ultraprocesados y azúcares refinados y, en su lugar, optar por una dieta rica en frutas, verduras, grasas saludables y proteínas magras. Esto ayuda a mantener niveles de insulina equilibrados.
  2. Dormir adecuadamente: la falta de sueño puede alterar la producción de grelina y leptina, lo que aumenta el hambre y disminuye la saciedad. Se recomienda dormir entre 7 y 8 horas diarias.
  3. Reducir el estrés: practicar técnicas de relajación como el yoga, la meditación o la respiración profunda puede ayudar a reducir los niveles de cortisol y, por ende, a evitar el almacenamiento excesivo de grasa.
  4. Ejercicio regular: la actividad física ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina y a reducir los niveles de cortisol. Se recomienda una combinación de ejercicios de fuerza y cardiovasculares para maximizar los beneficios.
  5. Consultar a un especialista: si se sospecha tener un desequilibrio hormonal, es importante acudir a un profesional de la salud para realizar los estudios necesarios y recibir el tratamiento adecuado.