Los arqueólogos determinaron el trazado de la red de caminos subterránea conocida como chincana. (Calerto et al / Composición Infobae)

Un equipo de investigación anunció el descubrimiento de una extensa red de pasajes subterráneos construidos por los incas, los cuales conectan diversos puntos de Cusco.

Desde 1997, la ubicación de esta chincana, término que significa laberinto en quechua, representaba un misterio para los arqueólogos Jorge Calero y Mildred Fernández. Junto con otros especialistas, lograron recopilar suficiente evidencia científica para presentar su hallazgo el lunes 6 de enero durante una conferencia de prensa en la Municipalidad Provincial de Cusco.

Según sus estudios, la vía principal de la chincana, con curvas y giros, une el Coricancha (Templo del Sol, actual Convento de Santo Domingo) y Sacsayhuamán a lo largo de 1.750 metros. Además, se identifican dos ramificaciones: una conduce a Muyumarca, un sector de Sacsayhuamán, y otra se dirige al sitio arqueológico Calispuquio.

¿Cómo fue descubierta?

Las pistas iniciales de la chincana las obtuvieron de fuentes documentales.

Una de esas fue la crónica del anónimo jesuita (1600), quien al explicar cómo se construyó la iglesia de la Compañía de Jesús en Cusco, indicó que se evitó interferir con lo que se conocía como chicana, “una cueva muy profunda que hicieron los reyes incas, la cual atraviesa toda la ciudad y tiene su entrada en la fortaleza Sacsayhuamán, y baja de lo alto por lo bajo del cerro y pueblo o parroquia de San Cristóbal, y sale por lo que ahora es Santo Domingo”.

Cusco tenía originalmente una forma de puma, con la cabeza en Sacsayhuamán. La ciudad era mucho más pequeña que en la actualidad. (Ukumari Peru Travel)

Por su parte, Garcilaso de la Vega, en los Comentarios Reales de los Incas (1609), hace referencia a “calles y alamedas” subterráneas que conectaban la fortaleza y el templo, mientras otras “se adentraban hacia el mismo corazón de los Andes”.

En tanto, las crónicas del periodista y arqueólogo aficionado Ephrain Squier (mediados del siglo XIX), les indicaron que la entrada de la chincana se encontraba en un templo en forma de ‘H’, en el rodadero, una zona de Sacsayhuamán.

Lo que faltaba era saber por dónde transitaba esta red de túneles. Para ello, recurrieron a lo que les había aconsejado el historiador Manuel Chávez Ballón, a quien denominan ‘el padre de la arqueología cusqueña’: que busquen debajo de los propios caminos, debajo de los andenes.

De la historia a la ciencia

Con la guía de sus predecesores, pasaron a la fase científica del estudio, en la que participó un equipo multidisciplinario de profesionales.

Primero, la prueba de sonido: cada 50 cm de recorrido, golpeaban una placa metálica contra el suelo utilizando una comba. La intensidad del eco les indicaba dónde había una estructura hueca, por ejemplo, un túnel. De ese modo, con mucha paciencia, comenzaron a seguir el recorrido de la chincana.

El trazado inicial de la chincana, desde Sacsayhuamán, muestra distintas rutas. (Calero et al)

Con una idea del trazado, se apoyaron en georradares. Estos instrumentos envían ondas electromagnéticas para que sean reflejadas en el suelo y obtener imágenes del interior. Así, lograron determinar que, en todo el recorrido, entre 1,4 m y 2,5 m de profundidad, había un vacío cercado por paredes laterales en forma trapezoidal.

Los datos obtenidos sugieren que la chincana se armó con base en una zanja, la cual fue revestida con muros de piedra y techadas con vigas labradas. Luego, la estructura fue tapada para construir sobre ella caminos y andenes.

Los datos de georradar revelan la forma de los túneles de la chincana. (Calero et al)

El equipo del Proyecto de Investigación Arqueológica Chincana informa que ahora están centrados en detectar más sectores de la red de caminos subterráneos. Por ahora, tienen información de otro tramo que está frente al colegio Las Mercedes.

El siguiente paso, según Fernández, será la excavación de puntos clave de la chincana. Se prevé que esta fase se lleve a cabo entre marzo y abril de 2025.

Según Calero, en todo el proceso de investigación, el equipo ha sido financiado por las asociaciones Lucho Punchao y el Consejo de la Nación Inka, que aglomera a descendientes de la nobleza del Tahuantinsuyo.

Finalmente, tras el anuncio de sus hallazgos, los investigadores se reunirán con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco para coordinar un eventual apoyo del Estado al proyecto.

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