En la esquina de la calle del Carmen, en pleno centro de Madrid, a unos pasos de la Puerta del Sol, una larga fila de personas envueltas en sus abrigos esperan alrededor de la célebre administración de loterías Doña Manolita. A un mes del sorteo de la Lotería de Navidad, la cola kilométrica no desanima a nadie: se ven familias, parejas, grupos de amigos y hasta turistas que han hecho una parada obligatoria en este lugar, símbolo de suerte en España. Muchos de ellos lo hacen por tradición, otros porque se han comprometido con algún amigo para comprar en este establecimiento que suele repartir algún premio todos los años —también porque, junto con La Bruja de Oro en Sort, Lleida, es el lugar que más décimos vende en todo el país—, pero todos deberán esperar durante más de una hora a que llegue su turno para comprar.
“Llevamos viniendo desde hace cinco años, para nosotros ya es una tradición. Antes de que empiece la Navidad, siempre tenemos que venir a Doña Manolita”, comenta un joven que viene desde Mallorca con su familia explícitamente para comprar su décimo. Como él, muchos no dudan en esperar durante horas para asegurarse un décimo de este emblemático lugar, donde cada año se disparan las ventas conforme se acerca el 22 de diciembre.
El recorrido de la cola sube por la calle de Mesonero Romanos, donde hay trabajadores que vigilan que nadie se cuele. “No merece la pena hacer esta cola, pero en el trabajo dije que venía a Madrid y me han pedido que les compre décimos”, dice indignado un hombre de Lleida. Son muchos los que compran en esta administración para hacer favores a sus seres queridos o amigos. “Sí merecerán la pena las dos horas que llevamos de cola, tanto si nos toca como si no”, afirman dos chicas Murcia.
Compra de décimos online
A pesar de las nuevas tecnologías y la posibilidad de comprar décimos online, la experiencia de hacer la fila en Doña Manolita sigue siendo parte del ritual para muchos. “Había comprado a través de la página web de doña Manolita, pero esta va a ser la primera vez que compre presencialmente. Estoy convencido de que este año voy a tener un golpe de suerte”, explica un joven sevillano que aprovecha un viaje de trabajo para unirse a la cola. A su lado, su amigo estadounidense residente en Madrid opina: “Yo le había dicho de comprar en otras administraciones con menos colas, pero me ha convencido para hacer las dos horas de cola que llevamos aquí”.
Algunos vienen atraídos por la fama, y otros por las estadísticas, ya que esta administración ha vendido más de 70 veces el premio Gordo en sus más de 120 años de historia. Pero la mayoría lo hace por la ilusión de formar parte de una tradición que reúne a todo un país frente al televisor la mañana del 22 de diciembre.
Doña Manolita: 120 años repartiendo suerte
Fundada en 1904 por Manuela de Pablo, una joven emprendedora que rompió con todos los estereotipos al convertirse en la primera mujer en abrir una administración de loterías en España, Doña Manolita se ganó con el tiempo la fama de ser “la administración de la suerte”. Tras varios traslados en sus primeros años, encontró su localización definitiva en la céntrica calle del Carmen, subiendo por la puerta del Sol, donde permanece como un emblema de la Navidad española.
La popularidad de Doña Manolita se disparó cuando sus décimos comenzaron a figurar entre los números premiados con frecuencia, lo que generó una superstición nacional que perdura hasta hoy. Desde entonces, este local no solo se ha convertido en un punto clave de las festividades navideñas, sino también en un fenómeno cultural. Las colas comienzan ya en el mes de agosto, y a medida que se acerca el sorteo se van intensificando. Cada persona dispuesta a esperar horas tiene una historia, aunque todas son parecidas. Como explican dos hermanas que están haciendo la cola: “El cumpleaños de nuestro padre es en noviembre y le regalamos un décimo”.
Algunos hacen miles de kilómetros para llegar hasta aquí. Es el caso de Desiré, una mujer que viene desde Dubái para comprar su número. “Merece mucho la pena hacer esta cola, el año pasado casi me toca el primer premio del Sorteo del Niño”, comenta muy ilusionada, ya casi a la puerta de la administración. A su padre le tocó el premio Gordo en 2002 comprado en Doña Manolita y desde entonces es una tradición para ella.
La fila sigue creciendo hasta llegar a la Gran Vía. Aunque es una mañana fría, la gente persiste en sus lugares, impaciente por avanzar uno o dos pasos. Mientras algunos aprovechan para pedir décimos para familiares y amigos, otros confiesan que están casi por obligación. “Mis amigos del pueblo me han pedido que les compre un décimo a cada uno y me voy a gastar 400 euros”, explica Ana, que se desplaza desde Albacete a la capital tan solo para comprar unos cuantos números.
A un mes del gran día, la expectación sigue creciendo. Por ahora, en la puerta de Doña Manolita se sigue respirando esperanza, paciencia y por supuesto, un poco de suerte.