Catherine Fulop visitó a Mario Pergolini y dejó en el programa toda su estela caribeña. La actriz arribó al estudio de Otro día perdido con sus clásicos tequeños venezolanos que compartió con el conductor, los panelistas, los músicos y el resto del equipo. “Estuve friendo toda la tarde”, aseguró, para ratificar que los había hecho con sus propias manos. Fue apenas el prólogo para una charla distendida e imprevisible, entre el espíritu libre que propone el ciclo y la espontaneidad reconocida de la protagonista de Abigaíl.

El obsequio gastronómico fue definido por Fulop como “demasiado venezolano” y lo ubicó en la categoría de “pasa palos”, antes de explicar el modismo. “Palos le dicen a la bebida en Venezuela. Y esto es para un copetín, para que absorba el alcohol. Te mandas y tomas”, graficó. Esto dio pie a que el conductor le preguntara por sus preferencias etílicas, y la actriz enumeró sus favoritos: “Whisky, ron, cerveza. Hay que bajarlos”, justificó.

Mario quiso saber si su esposo, Ova Sabatini le hacía algún tipo de objeciones a esta conducta. “Él tiene una lucha conmigo, pero es que me gusta tanto”, admitió Fulop antes de realizar una autocrítica: “No está bueno tomar tanto, sobre todo a esta edad, porque es como que uno se va volviendo más loquito”, analizó la actriz de 60 años.

El casamiento de Catherine Fulop y Osvaldo Sabatini

Alentada por Mario, Cathy estableció las diferencias con su marido, a quien definió como “abstemio”. Y fue más allá. “No toma nada, no come dulce, no toma refresco. Siempre fue así y está buenísimo, porque somos el yin y el yang”, detalló, lo que generó una humorada del conductor: “Mi mujer me dice: ¿Por qué no sos como Ova?“. Y Fulop le siguió el juego: “Yo lo veo y digo ‘estúpido, desgraciado, que por favor te salga una cosa fea, una panza’”.

Luego de las risas, el diálogo viajó al flechazo que unió a la actriz y al hermano de Gaby en el año 1993, durante las grabaciones de Déjate querer. Ella era una recién llegada a la Argentina y desentonaba con su colorido caribeño en medio de un ambiente más formal. “Yo era como la venezolanita perdida en la Argentina, pintada como una puerta, con un vestido floreado, divina. Y aquí las argentinas estaban todas de negro, de gris, de celeste, superdesmaquilladas, con rulos, divinas. Yo sentí que estaba en otro planeta”.

Fulop tiene tan presente el recuerdo que lo proyecta cada tanto en su activa cuenta de Instagram, donde tiene más de cuatro millones de seguidores. “En ese momento no podía imaginar lo que el destino tenía preparado para mí. Frente a mí tenía al hombre de mi vida sin saberlo. Qué bello verte acá mi amor, y recordar este momento de nuestras vidas. El comienzo de todo. Te amo”, reflejó en una oportunidad al publicar un video retro.

La familia Sabatini-Fulop: Catherine, Oriana, Ova y Tiziana

La actriz contó que, pese a ese flechazo, había que arreglar unos asuntos antes de pensar en construir algo con ese hombre que la había cautivado. “La novela ya terminaba, faltaban pocos capítulos. Yo lo miraba todo, pero nunca pasó nada porque yo estaba terminado una relación y él también tenía sus cositas. Más allá de que mi relación estaba muerta, faltaba enterrarla. ¿Viste cuándo velas a un muerto?”, figuró.

El tiempo les allanó el camino y “Al final de un día me lo cruzo en un pasillo con mi amiga, Alejandra Gavilanes, y entonces le digo: ‘¡Ay, qué bello eres!’, y mi amiga agregó: ‘Ella te quiere dar un beso’, ‘Bueno, yo también’, dijo él…y bueno, me dio un beso. Después cada uno arregló su situación y de ahí, pa’ adelante. Desde el primer día dije que quería tener hijos con ese hombre”, confesó. Y no estaba tan equivocada. Juntos formaron una de las parejas más longevas del ambiente, que se cristalizó con sus hijas Oriana y Tiziana y ahora esperan su primer nieto. Una historia entre dos países, con culturas y comportamientos diferentes, acercados por el amor.