La infancia de Carlos Casella estuvo marcada por una inclinación natural hacia el arte. Desde pequeño, su familia apoyó sus intereses, permitiéndole explorar la música y el dibujo sin imposiciones. Esto provoca la primera reflexión del artista en este diálogo con Teleshow: “Yo nací en una familia que me respetaba todo lo que me gustaba de chiquitito, me gustaba cantar, dibujar, era un apasionado y mi familia me acompañaba. Siempre me dejaron volar”.

La creatividad fue una constante en su vida y ese apoyo resultó una constante y la base para permitirse elegir caminos poco convencionales. Durante sus años escolares, Casella asumió roles protagónicos en los actos, lo que consolidó su vínculo con el escenario. “Yo era de esos nenes que en el acto del colegio eran insoportables… era el locutor, hacía de Sarmiento, solista del coro, el que organizaba. Ese era yo”. ¿Un destino marcado desde chico? Que conteste el propio actor, quien abre las puertas a una mirada retrospectiva sobre su trayectoria.

Carlos Casella considera que el arte tiene una misión transformadora y la belleza escénica es fundamental en su propuesta artística

—¿Sentís que naciste artista?

—Yo debo haber nacido artista, desde el vientre de mi madre, nací así con la marca en la frente. Mi familia nunca me empujó a serlo, yo lo hacía naturalmente. Lo elegí.

—¿Cómo fue tu experiencia interpretando a Mirtha Legrand en el colegio? Eras un osado…

—Fue el acto de cierre de séptimo grado… era la fiesta de fin de curso. No me acuerdo muy bien, pero seguro debo haber sufrido algún tipo de bullying. Lo que sí recuerdo es que fue una propuesta mía la de hacer un almuerzo como los de Mirtha, yo me puse una peluca y el resto de mis compañeros eran los invitados.

—¿Y después de la primaria, qué?

—Hago el secundario, termino y había que estudiar algo, yo ahí empecé a temer, porque obviamente todo el mundo te empuja a que estudies. Por suerte aparecieron unos músicos “locos” que necesitaban un cantante y ahí empecé.

—¿Ese fue tu primer acercamiento a la música profesional?

—Claro, pasé una audición y quedé. Desde los 18 a los 20 fui el cantante de Modelo Blanco, un grupo de música pop tipo Virus, King Crimson, Talking Heads. Después ahí me dediqué en paralelo a la danza porque mi hermana de la vida, Ana Frenkel, estudiaba danza. Al poco tiempo empezamos a hacer cosas con ella y armamos El Descueve, el grupo que duró casi veinte años.

—¿Qué era lo que los motivaba para trabajar en grupo?

—Nosotros creábamos nuestras obras, las presentábamos y a su vez nos estábamos formando. El grupo en sí mismo era un espacio de formación, porque estábamos entendiendo qué hacer, cómo subir a escena y con qué lenguaje, con qué ideas. No nos conformábamos con nada. Criticábamos todo, estábamos en contra de todo (se ríe).

—¿Cómo era el espíritu del grupo, esa “explosión creativa”?

—Para hacer algo bueno necesitábamos estar en contra de todo. Y así fue, durante esos años de juventud hicimos fusión con De la Guarda, que ahora es Fuerza Bruta, y estuvimos cinco años trabajando por todo el mundo. Fue una experiencia hermosa.

—¿Nunca pensaste en emigrar o instalarte en otro país?

—Jamás. Años más tarde, con Alfredo Arias trabajé mucho en París y tanto con De la Guarda como con Arias, nos quedábamos temporadas largas, tres meses haciendo un espectáculo. Allí surgían situaciones, me acuerdo que una vez nos ofrecieron a Alejandra Radano y a mí participar en una revista que se llamaba Paradiso Latino. Nos miramos y dijimos: ‘¿Qué hacemos?’ Son seis meses. Yo dije, “ni loco me quedo seis meses con los franceses”. Me gusta mucho acá, hay muchas dificultades, pero está bueno ir allá, tocar, ganar dinero y volver. Acá hay un quilombo hermoso, no hay intérprete que no arme sus propias obras, no hay directores que no tengan una compañía con actores adorados. Es todo es muy fuerte.

—¿Sentís que el público te devuelve todo eso que vos entregás en cada función?

—Sí, y con misión. No quiero ponerlo en un lugar muy arriba, pero claro que tiene una misión, yo siento que tenemos una. Podemos ser simplemente entretenedores, pero sabemos que dentro de ese entretenimiento pasan muchos mensajes y se dicen muchas cosas, y nosotros tenemos la posibilidad de transformar el mundo. En principio, mostrando belleza en el escenario.

La dupla artística entre Carlos Casella y Griselda Siciliani prepara un nuevo espectáculo musical dirigido por Ana Frenkel

—¿Qué significa para vos esa belleza?

—Con belleza me refiero a la belleza del arte. Nosotros tenemos el permiso de hablar de una manera distinta a la que habla el mundo, eso es belleza, ese es un poder muy fuerte. Ya traerle al mundo ese aspecto, es una necesidad muy grande que tiene el mundo y nosotros lo podemos hacer. Esa es nuestra misión. Y transformar a las personas.

—¿Qué te pasa cuando la gente se te acerca, aunque no seas de lo popular o lo masivo?

—Quizás no soy un artista masivo, pero sí siento que el público me devuelve ese amor cada vez. Últimamente, no sé qué pasa, será la acumulación… son 40 años de trayectoria. Todos los días, en algún lugar que estoy, alguien me agradece y se sienta a conversar. Todo el mundo siente que me descubrió. Es lindo, es muy bello.

—¿Qué significa para vos la dupla con Griselda Siciliani?

—Con Griselda somos una dupla que recontra disfrutamos y el año que viene vamos a hacer otro espectáculo juntos.

—¿Podés adelantar algo del nuevo espectáculo juntos?

—Va a ser muy musical, una bomba. Lo dirige Ana Frenkel. Estamos en escena Griselda y yo solamente, no hay músicos, no hay nada, pero es musical igual. Todavía no firmamos el convenio con la sala, pero no va a ser en un teatro de la calle Corrientes. La música va a ser muy importante, la va a hacer Diego Vainer. Va a haber temas de repertorios ajenos, en diferentes versiones. También temas propios, compuestos por nosotros. Realmente con Griselda, estamos muy entusiasmados.

La experiencia internacional de Casella con De la Guarda y Alfredo Arias fortaleció su decisión de continuar su carrera en Argentina

—En paralelo a todos estos proyectos, cada año nos sorprendés con la vuelta de Babushka.

—Es algo que me da tanta alegría hacer, porque, después de El Descueve, es el primer espectáculo que hice como un intérprete musical y con músicos. Estrené en 2009 y lo hago todos los años, aunque sea una o dos veces.

—¿Hiciste modificaciones en la estructura del show con los años?

—Debo decirle al público que me enorgullece decir que no, que no hice ninguna modificación. Es una pieza como si fuera de teatro, hago los mismos comentarios entre los temas, los pies para arrancar las canciones son los mismos, las coreografías que hago son las mismas. Es como un anillito, como una joyita. Este año serán dos shows, el 10 y el 17 de diciembre en La Carbonera de San Telmo y con el elenco original. Va a estar Alejandra Radano, que es la invitada permanente y hace dos canciones en italiano conmigo y un monólogo final.

—Volviendo al principio de la charla, ¿qué dice tu familia sobre tu carrera y tus presentaciones?

—Tienen el show gratis para siempre (se ríe). Mi familia disfruta muchísimo, mi mamá es la primera que siempre está ahí. Y también está la gente que me saluda con cariño en la calle, gente que vino, pagó una entrada y me vino a ver, entonces esas personas son como de fans, de alguna manera siento que el mundo siente que me descubrió. Es hermoso que me pase, aunque no sea del público masivo. Me siguen descubriendo, y eso me llena el alma.