
Un estudio realizado en manglares de Colombia reveló que los cangrejos violinistas pueden ingerir y fragmentar grandes cantidades de microplásticos presentes en los sedimentos. Los investigadores analizaron la población de estos crustáceos en la región del Golfo de Urabá, donde la contaminación plástica alcanza niveles entre los más altos del planeta.
El trabajo evaluó cómo estos animales absorben y procesan partículas plásticas, qué órganos resultan más afectados y de qué forma podrían facilitar la descomposición de los residuos. Los investigadores llevaron a cabo el experimento durante 66 días en una zona urbana de manglares, con el objetivo de entender el impacto directo del plástico en estos organismos clave.
Para ello, según precisó Global Change Biology, aplicaron soluciones con microesferas de polietileno marcadas con colores fluorescentes sobre cinco parcelas de un metro cuadrado y posteriormente analizaron tanto el suelo como un total de 95 cangrejos. Los ejemplares recolectados mostraron concentraciones de microplásticos trece veces superiores a las halladas en los sedimentos.

El equipo, liderado por el profesor José M. Riascos de la Universidad de Antioquia y el CEMarin de Bogotá, buscó determinar cuántos plásticos absorben los cangrejos en condiciones naturales, cómo se distribuyen las partículas en sus órganos y si su sistema digestivo contribuye a la fragmentación en trozos más pequeños.
Impacto ecológico y posibles riesgos
Según la investigación, los microplásticos no se encuentran de manera uniforme en los cuerpos de los cangrejos. La mayor concentración se detectó en el intestino posterior, seguida por el hepatopáncreas y las branquias.
Los resultados sugieren que el aparato digestivo especializado de estos crustáceos, junto con bacterias específicas, acelera la desintegración de plásticos en tan solo unos días, un ritmo mucho más rápido que el de la luz solar o el oleaje. Los científicos estiman que esta capacidad convierte a los cangrejos violinistas en “ingenieros del ecosistema” con un rol inédito en la dinámica de los manglares.

De acuerdo con el artículo, difundido por University of Exeter, muchas partículas recogidas en los animales resultaron aún más fragmentadas que las presentes originalmente en el entorno. El estudio identificó que las hembras tendían a tener más fragmentos que los machos, lo que podría relacionarse con diferencias fisiológicas entre ambos sexos. También se comprobó que la degradación microbiana dentro del tracto digestivo contribuye a multiplicar la presencia de nanoplásticos.
Pese a este “servicio” ecológico inesperado, los autores advierten sobre los posibles impactos negativos. Al fragmentar plásticos grandes en otros más pequeños, los cangrejos podrían facilitar el ingreso de nanoplásticos en sus tejidos y en la cadena alimentaria, con consecuencias todavía desconocidas para otras especies.
Según Daniela Díaz, investigadora de la Universidad de Antioquia, los hallazgos muestran que los seres vivos no son solo víctimas pasivas de la contaminación, sino que adaptan sus funciones biológicas para enfrentar presiones humanas constantes. La presencia sostenida de plásticos obliga a los cangrejos a modificar sus hábitos de ingesta y sus procesos digestivos, lo que podría influir en su salud y en la del ecosistema general.

Hasta ahora, los bivalvos, como los ostiones y vieiras, eran considerados los animales más vulnerables a la ingestión de microplásticos. Sin embargo, este estudio plantea que los cangrejos violinistas podrían tener un papel igual o más relevante en la transformación y circulación de estos residuos en ambientes áridos y estratégicos, según concluye el equipo dirigido por Riascos.
El trabajo fue desarrollado en colaboración con la Universidad de Exeter del Reino Unido y el Center of Excellence in Marine Sciences de Colombia. Este estudio desafía la visión tradicional sobre el ciclo de los plásticos y subraya la necesidad de examinar las interacciones entre la fauna y los desechos antropogénicos en los mayores puntos críticos de contaminación del mundo, de acuerdo con el reporte de la Universidad de Exeter.
Los científicos reconocieron que, si bien la actividad de los cangrejos puede acelerar la degradación física de los plásticos, las consecuencias a largo plazo para la salud de estos animales y para las especies que se alimentan de ellos aún no están claras. El trabajo expone la urgencia de nuevas investigaciones que profundicen en la relación entre microplásticos, nanoplásticos y vida marina, especialmente en zonas donde la presión humana no deja de aumentar.