Alguna vez nos hemos referido a un grupo de gauchos entre los que se encontraba Zacarías Martínez que despertaron la admiración de la reina Victoria. Gracias a Daniel Ciancio hoy podemos ponerle rostro, y datos a la vida de este paisano que vivió en Rawson, provincia de Buenos Aires.
Chivilcoy, pueblo nacido por las colonias agrícolas impulsadas por Sarmiento, que había tenido un notable desarrollo y al cual había llegado el ferrocarril pocos años antes; fue el lugar donde vio la luz Zacarías Martínez el 10 de junio de 1867 en el hogar de Juan Martínez y Ciriaca Cabrera de 30 y 29 años respectivamente.
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Nuestro personaje se había casado con Virginia Pozi, argentina, hija de italianos, nacida en 1876, a la que encontramos en los archivos parroquiales de Chacabuco, cuando bautizaron en la iglesia San Isidro Labrador de esa localidad a sus hijos Sebastiana Ciriaca en 1899 y a Eulogio Zacarías en 1900.
Se empleó en uno de los establecimientos de campo de Eduardo Casey que tenía, según dicen, 72.000 yeguarizos y ocupaba 100 domadores; éste, en una de sus estadías en París, concurrió a la presentación de un circo norteamericano cuyo propietario era William Frederick Cody conocido como Buffalo Bill, que ofrecía el espectáculo “The Wild West”. De 14 años, había sido jinete de la empresa de correos Pony Express, probó fortuna durante la fiebre del oro, soldado del ejército de la Unión durante la Guerra de Secesión, cazador de búfalos cuya proveía carne a los obreros del ferrocarril. Una leyenda que él mismo incentivaba lo hizo montar la compañía en la que mostraba los enfrentamientos con los indios y todo tipo de habilidades ecuestres y de doma.
Tras el éxito en su país, viajó con la compañía a Europa: eran alrededor de 600 jinetes, caballos, arneses, y todo lo necesario para la presentación, a lo que agregó como exponentes del arte ecuestre a charros mexicanos, cosacos rusos, árabes y mongoles.
Casey quedó impresionado y deslumbrado con el espectáculo. Después de felicitarlo, le dijo a Buffalo Bill que nuestros paisanos eran los mejores en esa tarea, a lo que respondió que lamentaba que “la distancia lo hace difícil”. Ahí nomás se comprometió a enviarle por su cuenta y cargo los más destacados domadores de sus establecimientos de campo, con una tropilla de potros. Después de entrevistar una treintena en su escritorio seleccionó a: Marciano Gorosito, de Melincué; Ismael Palacios, de Curumalalal; Zacarías Martínez y Bernabé Díaz, de Chacabuco; Valentín Paz, de Salto; Manuel Gigena y Abel Rodríguez, de Rojas; Rosario Romero, de Venado Tuerto; Juan Pacheco, de Catriló y Celestino Pérez, de Navarro. Se embarcaron en el vapor Magdalena con 200 potros criollos en febrero de 1892.
Una forma de promocionar el espectáculo era hacerlo desfilar por las calles de la capital o cuidad que visitaba, cuando fueron a Londres, llegados al puente Westmisnter, un caballo se espantó, cortó el bozal y disparó. Un policía intentó pararlo, pero lo tiró; Zacarías Martínez, uno de los gauchos a galope, lo vio tendido, con riesgo de su vida y sorteando vehículos enlazó al animal. Al día siguiente, los gauchos fueron noticia en la primera plana de los diarios londinenses. La reina Victoria quiso conocerlos y los recibió junto a sus nietos en los jardines de Windsor, donde hicieron una demostración de sus habilidades. Luego saludó a cada uno de ellos y muy particularmente a don Zacarías por la proeza que había realizado. Manuelita Rosas, enterada que los paisanos estaban en Inglaterra quiso conocerlos. Cuando a los pocos días los recibió, se emocionó vivamente.
Martínez fue jockey de los caballos propiedad de Casey en Palermo. En una de esas carreras rodó en el peor momento y milagrosamente demostró su habilidad, salió parado y con las riendas en la mano. Luego abandonó esa actividad y continuó con las tareas rurales.
Falleció el 5 de mayo de 1918 de un síncope cardíaco. Sus restos reposan en el cementerio local de Rawson, donde se conserva su vieja casa y por esa razón en la plaza San Martín se descubrirá mañana un busto obra del artista plástico platense Fernando A. Rigone en ocasión del 140º aniversario de ese simpático pueblo.
El gaucho Zacarías Martínez era apenas un nombre: hoy tiene cara y tendrá su monumento. Como bien lo dicen los vecinos, es una forma de preservar nuestras raíces culturales y transmitirlas a las nuevas generaciones.