La cría vacuna es una actividad de bajos márgenes, que requiere muchas tecnologías de procesos. Es decir, exige mucha atención en cada etapa del proceso productivo para llegar a los resultados esperados. Es preciso lograr acortar el período de inactividad sexual posparto de los vientres, lograr una preñez rápida y pariciones concentradas con alto porcentaje de terneros cabeza de parición.
Esas son las metas que se debería fijar un criador eficiente y para alcanzarlas la inseminación artificial a tiempo fijo (IATF) es la herramienta más adecuada. El tema fue tratado por Santiago Debernardi, CEO de Select Debernardi, en una reciente clase sobre selección genética y manejo reproductivo dictada en el ámbito de Foro Rural Capacita.
“Periodo crítico”. Ola de calor y pocas lluvias, el difícil panorama que le espera al campo en los próximos días
Gran heterogeneidad
Antes de desarrollar esa temática, el orador dijo que “la cría vacuna enfrenta varios desafíos en las distintas zonas productivas. A diferencia de otras actividades, como la producción de aves o de cerdos, en la que están claros los sistemas y el tipo de animal a producir, en la cría vacuna no hay consensos entre los actores en lo referido a razas, tipo de animal y sistemas de producción”,
Además, en la cría se enfrenta el escollo de la falta de mediciones, según el disertante. “Claramente, la cría es una actividad en la que tiene mucho de tradicional y en la que es muy difícil medir. Al no haber muchos registros, algunas decisiones se toman más por instinto que por raciocinio y eso forma parte de la cultura ganadera y complica, a veces, las los proyectos genéticos”, agregó.
Ley Fiscal: se suspendió la reunión de Kicillof con la oposición y el campo bonaerense reclama definiciones
La otra condición particular de la cría es la diversidad de sistemas, de situaciones y de ambientes, que son muy variables. “Generalmente la cría se desarrolla en lugares donde no hay oportunidad para la agricultura, recría o tambo; son los campos más flojos. Esta diversidad contrasta con la homogeneidad de otras actividades productivas: por ejemplo, la producción de cerdos a galpón en Israel y en Uruguay es muy parecida; todos buscan igualar el ambiente que hay que dar a las madres para que produzcan satisfactoriamente. Sin embargo, la cría en Rocha, en Uruguay, es distinta de la de Carlos Tejedor o de Corrientes; no todos tienen la misma cadena forrajera, no todos tienen la misma carga, no todos tienen las mismas oportunidades”, diferenció.
La multiplicidad de sistemas y la pasión ganadera generan distintos caminos y opiniones para la cría. Por ejemplo, hay una discusión eterna sobre si la vaca tiene que ser grande, de 500 kilos, o chica de 400. “Esto es muy distinto en la producción de granos; no me imagino un congreso agrícola donde se discuta qué variedad de soja sembrar para una zona fecha de siembra determinadas; hay consenso en la genética por usar”, distinguió.
El otro elemento que caracteriza a la actividad es la poca estructura que tienen los campos de cría. “Es un desafío cuando se quiere inseminar todo el rodeo y los potreros son de 500 hectáreas y la manga está a tres leguas. Obviamente, eso hay que solucionarlo antes de comprar semen, aunque no es fácil. Se puede demostrar que las inversiones en instalaciones se pagan solas y muy rápido, por lo que no deberían ser excusa para la intensificación”, dijo.
La heterogeneidad presente en la cría no debería ser una excusa por la cual algunos ganaderos hagan la plancha y digan que no se puede hacer nada. “Yo peleo contra eso, pero no deja de ser un componente especial de una actividad de baja renta, que deberíamos hacer mucho más eficiente y más dinámica”, desafió el experto.
Tranqueras afuera, otro problema de la cría mencionado por Debernardi es la incapacidad de los técnicos para transmitir bien al productor que es la inseminación artificial y sus beneficios. “Hay que saber explicarle la técnica al criador y a analizar los resultados”, aconsejó.
Manejo reproductivo eficiente
“En una producción de bajos márgenes como la ganadería hay que trabajar mucho. Si fuese en otra actividad, como la agricultura, se puede gastar más, pero en cría las tecnologías son de procesos y hay que ajustar todas las etapas. Por ejemplo, a mí me indigna ver que muchos productores no se dan cuenta lo complicado que es y el poco tiempo que tienen para preñar las vacas. Si se quiere tener una hembra que dé un ternero por año, hay muy poco tiempo para preñarla y para que el parto tenga lugar dentro del mismo año”, aclaró.
“Una vaca que da terneros cola de parición no se trae para adelante nunca más; está condenada toda su vida a ser cola o vacía, nunca va a ser cabeza. Son muy pocos los casos que se pueda pasar una vaca que está pariendo en octubre a que lo haga dos meses antes; lleva muchos años y mucha plata. Entonces, es sumamente importante que se trabaje para no tener vacas cola y buscar siempre tener las vacas jóvenes bien cabeza”, añadió.
Después del parto las vacas entran en anestro fisiológico; esto quiere decir que el útero no está en condiciones de generar una nueva preñez en lo inmediato. Este periodo de inactividad sexual es muy dependiente de la raza, de la edad y del estado corporal de cada vientre, pero lo normal es que se extienda de 45 a 60 días en razas británicas. Sin embargo, esperar 60 días para volver a dar servicio es mucho tiempo. Además, si la vaca está flaca, este periodo se puede prolongar y atrasar la preñez de ese servicio y posiblemente las posteriores.
Para enfrentar este problema la IATF es una herramienta muy útil: permite adelantar la ciclicidad y no tener que esperar hasta la normalización del útero de cada animal. Esto tiene inocultable efecto sobre la productividad y rentabilidad de la cría. Por ejemplo, si una vaca toma servicio en octubre y pare a fines de julio tiene 90 días de descanso hasta el próximo servicio y puede dar terneros cabeza de 240 días de vida en marzo, con un peso del orden de 200 kilos como cabeza de parición.
En cambio, la que estaba flaca en octubre alarga el periodo de puerperio y se preña recién a principios de enero, a fines del servicio estacionado. Va a parir cuando solo le quedan alrededor de un mes de servicio para volver a preñarse al año siguiente, con baja chance de iniciar una gestación. Mediante la inseminación artificial a tiempo fijo, estas hembras flacas que no muestran ciclicidad luego de varias semanas después del parto pueden preñarse enseguida y evitar la generación de terneros cola de 150 kilos en marzo, con 50 kilos menos que los de cabeza de parición.
Al final de su charla, Debernardi advirtió que al tema de la cola no se le da la debida importancia y es lo peor que tenemos, al dar terneros más livianos y vaquillonas que no llegan bien al servicio de 15 o 18 meses”.
“Hay muchas publicaciones que muestran cómo afecta el peso al destete de los terneros el momento de nacimiento. Nicolas Pampuro, en San Luis, destetaba terneros de 170 kilos de promedio con servicio natural y pasó a 250 kilos con inseminación a tiempo fijo en el mismo campo”, concluyó, a modo de ejemplo.