Los ciclos críticos se repiten de modo peligroso en los últimos años en San Lorenzo. Los desahogos son pequeños y efímeros: la clasificación para una copa internacional, la aparición de algún juvenil que entusiasma y es transferido casi sin que el hincha lo haya disfrutado, la irrupción de un futbolista extranjero que se anima a la aventura del desorden. Lejos, muy lejos, están las épocas de esplendor: vueltas olímpicas, apellidos de renombre, directores técnicos que dejan una huella… El Ciclón se enredó en el escritorio y eso se refleja en el campo de juego, porque los dirigentes desde hace un largo rato ensayan promesas y el resultado de las gestiones es el incremento de la deuda.

El viernes se vencerá el plazo para que la actual conducción, que tiene a Marcelo Moretti como presidente, cumpla lo pactado antes del clásico con River (1-1 el último miércoles): el pago de cuatro meses atrasados de sueldos y premios. El garante del acuerdo fue el entrenador Miguel Ángel Russo, que ante el estallido y el caos lanzó un ultimátum: si no se cumple, renunciará al cargo, que tomó hace 55 días.

En el segundo ciclo en el club, Russo dirigió en nueve partidos; el entrenador se ofreció como garante del acuerdo, pero se alejará si la deuda para con sus dirigidos no es saldada.

La relación entre el plantel y el presidente está rota. Una semana atrás, Francisco Fydriszewski se ausentó del entrenamiento del martes por la mañana y, más tarde, otros futbolistas se sumaron a la medida de protesta en reclamo del pago de los sueldos adeudados y los premios –entre ellos, el monto por la clasificación para la Copa Libertadores de 2024–, dinero que los jugadores debieron cobrar en enero. En ese contexto, la mayoría de los jugadores estaría en condiciones de considerarse libre, con respaldo de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA).

El plantel se reunió con el presidente Moretti después del episodio y los representantes expusieron el escenario. Iker Muniain, Sebastián Blanco, Ezequiel Cerutti y Gastón Campi fueron los interlocutores. El resultado del cónclave fue el compromiso del pago antes del viernes, pero la advertencia de Russo invita a imaginar que reunir el dinero no es una tarea fácil. Esa noche, desde las 21.15 y en el Bajo Flores, San Lorenzo recibirá a Tigre en el cierre de su participación en la Liga Profesional. “Cuando toca el pito el referí, esto es otro tipo de historia: entender que las cosas quedan afuera y nos tenemos que meter adentro. También hay que dar una solución rápida a las cosas de afuera: es lo mejor, lo más sano y lo que el club necesita”, señaló Russo el miércoles pasado, tras el 1-1 con River en el Monumental.

De Bilbao al Bajo Flores: Iker Muniain descubrió el caos en San Lorenzo y fue uno de los interlocutores del plantel con el presidente Moretti.

La tensión no se disipa y el esfuerzo por conciliar, en ocasiones, se desvanece ante los hechos. “No hubo intimaciones de jugadores, como se dice. Solo hubo un caso, que está en vías de solución, y de manera lógica y previsible. Hay pequeños atrasos en algunos sueldos de jugadores que en breve estarán saldados”, apuntó Moretti, que tiene poco margen de maniobra y culpa a la “herencia” como factor de esta crítica situación. “Un club destruido al que estamos encaminando. Cuando asumimos, San Lorenzo prácticamente no tenía jugadores: muchos, a poco de quedar libres, y otros, con deudas de salarios y primas enormes. Ahora estamos mucho mejor patrimonialmente, con la mayoría del plantel con contrato a diciembre de 2026 o de 2027. Levantamos más de 5.000.000 de dólares de inhibiciones en dos mercados de pases, más las inhibiciones del básquet”, reconoció ante el diario Olé el máximo dirigente azulgrana.

La lista de jugadores que rescindirán ya tiene un nombre: Fydriszewski arribó hace cuatro meses, apenas protagonizó 96 minutos –falló un penal al “picar” la pelota ante Godoy Cruz– y negoció su salida del club. La misma realidad había vivido en Barcelona, de Ecuador, del que se marchó por falta de pago. A fin de año finalizarán los contratos de Blanco, Gastón Chila Gómez y Eric Remedi, que llevan meses sin cobrar, y Sergio Marchi, secretario general de FAA, sugirió a Moretti –tuvo que visitar la sede del gremio– un plan de pago antes de que se active una nueva bomba.

Francisco Fydriszewski jugó apenas 96 minutos en San Lorenzo y acordó su desvinculación dado el retraso en el pago de los salarios.

El desconcierto no es nuevo en San Lorenzo, porque son varias las gestiones que con sus despropósitos y desaciertos profundizaron la crisis. En los últimos 15 años se sucedieron los mandatos de Carlos Abdo, Marcelo Tinelli, Matías Lammens, Horacio Arreceygor y ahora Moretti, que declaró que el club tiene “35 millones de dólares de deuda y 57 juicios”. Las inhibiciones se multiplicaron: en noviembre FIFA notificó que el Ciclón no puede incorporar por los próximos tres mercados de pases si no abona una deuda de US$ 300.000. Los resultados no maquillan la realidad económica y la interna política tuvo a Néstor Ortigoza en el foco: denunciado por violencia de género, el exencargado del fútbol profesional y miembro de la comisión directiva rechazó renunciar y hasta participó en una reunión el mes pasado.

El conflicto general unió a los opositores que fueron derrotados en la elección de diciembre de 2023. Con un comunicado que llevó el título “Sin conducción, sin futuro”, expresaron malestar y preocupación. “San Lorenzo enfrenta una grave crisis marcada por la falta de conducción, liderazgo, transparencia y respeto tanto al socio como al estatuto. Esta situación nos ha arrastrado a un presente desastroso y peligroso en los aspectos económico, financiero, institucional y deportivo. Nuestro club está al borde de la quiebra, la desaparición o incluso la privatización”, expone el texto, firmado por Marcelo Culotta, César Francis, Sergio Costantino, Agustina Nordenström y Cristian Evangelista.

Moretti alega la herencia recibida por su gestión y que está encaminado un

Ellos apuntan, como representantes del 65% del total de los socios, un supuesto endeudamiento de más de 14.000.000 de dólares en el último año. Entre las irregularidades más graves, según los opositores, figuran: contrataciones escandalosas y sin fundamentos deportivos; mutuos irregulares y pagos de comisiones cuestionables; incumplimiento de acuerdos contractuales, por devolver favores de campañas con concesiones; abandono de la Ciudad Deportiva y de los deportes federados; salarios atrasados de los trabajadores y de los jugadores; falta de representatividad en AFA y destrucción de la imagen del club. Por esas razones se llama a los asambleístas a rechazar el balance.

San Lorenzo quedó atrapado en un laberinto y el tiempo para descubrir la salida se agota. El ultimátum de Russo es otro episodio desalentador para un club que se volvió malacostumbrado a desandar crisis.