El 2025 le dio la bienvenida a San Lorenzo con un amistoso ante Nacional, en Uruguay, correspondiente a la Serie Río de la Plata. Muchas serán las obligaciones para este año, que es exclusivamente local para un equipo (y una gestión) que viene de fastidiar a su gente el año pasado. Arrancó con el pie derecho, ganando 1-0 por el gol de Ezequiel Herrera, aunque las formas también importan y eso fue lo que sobresalió, especialmente en la primera mitad: sinónimo de buen síntoma y de que puede convencerse de lograr una versión mejorada.
A la espera de los refuerzos que exigió Miguel Russo –y que en la directiva dicen estar trabajando para cumplir (apenas arribó el volante Emanuel Cecchini)-, el cotejo disputado en el Gran Parque Central resultaba ser ya una prueba importante. Las urgencias económicas que corren a la institución generan una permanente incógnita acerca de cuántas novedades más podrán otorgarle el presidente Marcelo Moretti y compañía a un plantel que, incluso, quedó con menos de lo que ostentaba, superpoblado de juveniles sin debutar o con escasas participaciones. Entonces, si se quiere, se desconocía (hasta anoche) cuánta verdad contenía el contexto: ¿Un once inicial –y banco de relevos- armado con un material totalmente definitivo, uno que encima tendrá más pérdidas o bien uno que será enriquecido?
En fin, el “Ciclón” volvía a pisar el césped tras un 2024 triste para el hincha y, más allá de las circunstancias presentadas, las ilusiones se renuevan, aunque –esta vez- la vara (de los protagonistas y las tribunas) pasa por ser competitivos en los tres frentes locales: sin haberse clasificado a algún certamen internacional, exhibir otro espíritu durante el Torneo Apertura, el Clausura y la Copa Argentina alcanzará para conformar mucho más a los fanáticos azulgranas. Si logra mejorar lo futbolístico, mejor aún.
Si bien la versión que mostrara en su primera presentación en tierras charrúas (el jueves se enfrentará a Peñarol) no significaba la baja del martillo acerca de lo que será en los próximos meses, sí era una pista para ver cuánto seguía adeudando (o no) en la entrega. Y el resultado, en este caso, no era anecdótico: empezar el año tropezando, por más amistoso que fuera, haría inevitable la cabeza gacha y reviviría la fea sensación que se acostumbró a sentir.
Las primeras conclusiones que pudieron observarse durante la etapa inicial son entusiastas para los hinchas (más allá de tratarse de un torneo de verano, se presentaron en Montevideo con una buena cantidad de representantes). Se vieron claras las dos intenciones primordiales de Russo: equipo alto para forzar el error y recuperar la pelota, además de contener paciencia para manejarla. Sus palmas iban de arriba hacia abajo cuando algún toque era acelerado, salteando líneas y, por ende, impreciso. Para el primer punto, evidentemente, fueron importantes los diez días habitando el Sofitel de Cardales: los jugadores estuvieron activos para, primero, presionar intensamente arriba, también para anticipar en la zona baja y, asimismo, para el retroceso colectivo.
En cuanto a la tenencia, San Lorenzo se hizo del protagonismo, por lo menos, durante la primera media hora, prácticamente sin interrupciones. Una circulación serena, con el famoso “pase fácil” que forzó a los uruguayos a correr sin la pelota por lo ancho del campo. Buen manejo de los hilos llevados, cómo no, por Iker Muniain: movedizo para agilizar al resto de los compañeros. Sin embargo, se vieron triangulaciones interesantes, por el medio y por el costado, especialmente el izquierdo: Elián Irala, Nicolás Tripichio (los dos conformaron el doble ‘5′) y el español, por su parte; Malcom Braida, Matías Reali y el propio vasco, por el otro.
Lo mejor del partido
Si bien, tras esa media hora, el trámite empezó a dividirse, el conjunto de Boedo armó lo más interesante aún sin profundizar demasiado, quizás, el punto que más le faltó más allá de una chance mano a mano increíblemente desperdiciada por Alexis Cuello y un cabezazo del propio delantero: si bien fue el goleador del año pasado, no suele estar cómodo como N°9, pero Russo sigue apostando por implementarlo en esa posición.
Por intención, casi que merecía estar arriba en el marcador, algo que consiguió a los 41 minutos de la mano de Ezequiel Herrera, el juvenil de 21 años que tiene apenas ocho encuentros jugados en la primera y regresó al club tras su año cedido a Colón, de la Primera Nacional. El lateral derecho apareció por el segundo palo para conectar con la cabeza una segunda pelota proveniente de un tiro de esquina y luego de una serie de rebotes.
Conforme con la labor, el entrenador apenas eligió tres variantes para la segunda mitad (estaban permitidos diez por lado): uno de ellos fue el de arqueros, obligado por el duro golpe que se llevó Facundo Altamirano en la última jugada, por lo que fue reemplazado por el joven Orlando Gill. Luego, más allá de querer ver a Valentín Escalante (por Ezequiel Cerutti) y Manuel Insaurralde (salió Tripichio), se entusiasmó con la buena exhibición de su equipo hasta ese entretiempo y quiso seguir haciendo mella en esas virtudes.
Los futbolistas le dieron continuidad al trabajo del cuerpo técnico. San Lorenzo siguió haciéndose de la pelota, más allá de lo poco que intentó contrarrestar el “Bolso”. Dos jugadores contra el uruguayo que portaba el balón. Esa intensidad tuvieron los de Russo. Sobró inteligencia para, además, administrar la energía: contrariamente a la evidente idea primordial, se replegó en ciertos momentos en los que Nacional tampoco pudo crecer ante la falta de espacios. Y, cuando pudo, siguió pasándose la pelota a un toque en las zonas internas del campo uruguayo.
Lo dicho: por un banco juvenil, a los ingresos de Escalante e Insaurralde se sumaron más tarde a los de Juan Cruz Vega y Branco Salinardi, todos de mitad de cancha en adelante (además de los primeros minutos de la experiencia de Cecchini). Así, el equipo fue careciendo de las características que presentó, perdió peso en ataque y empezó a ceder mayormente la posesión, aunque sin sufrir.
Hombre de pocas revelaciones ante un micrófono, por algo el técnico de San Lorenzo ahora sí expuso su visión en la previa al encuentro: “Necesitamos un arquero, un defensor, un volante y algún delantero, sobre todo un extremo. Son puestos importantes que uno necesita”, declaró Miguel. Y, aunque puede sonar a un simple punto de vista, también puede tratarse de alguna presión pública: “El mercado argentino está muy difícil y el extranjero, igual. Vamos a terminar armando un buen plantel. No creo que haya más salidas, por más que, hoy en día, sea difícil retenerlos si les aparece algo”.
Casi implacable la primera imagen de un equipo que tiene que crecer todo el tiempo tras la apatía transcurrida en 2024 y no puede confiarse con apenas el primer amistoso, aunque el combo del triunfo y los buenos argumentos para conseguir el resultado son una descripción suficiente para que el hincha (y Miguel Ángel Russo) crea –por estas horas- que este San Lorenzo puede ser mucho mejor.