Cortar el rastro; poner las pocas trampas que tienen; salir a recorrer con perros galgos todas las mañanas, poner, cuando la economía les permite, luces que ahuyentan; observar donde marca el territorio para volver sobre esa huella, llevar perros pastores en las majadas.
La odisea de los productores ovinos de la zona de Cerro Policía, al noroeste de la provincia de Río Negro, para terminar con la catástrofe productiva que convirtió el puma a la región, parece no tener un buen final. Sobre todo cuando las autoridades provinciales no entienden de la gravedad de la situación.
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En primera persona, Pablo Lucchetti, tercera generación de ganaderos en la región, describió las peripecias que atraviesan unos 25 productores que crían ovejas, chivas y algunas vacas por los ataques del puma.
“Ya no sabemos qué hacer. Lamentablemente, desde 2018 a la fecha que el puma se ha vuelto una plaga en la zona, producto de que muchos ovejeros del sur, del departamento de Curacó, se cansaron por el avance de este animal y abandonaron sus campos. Por esto, este flagelo avanzó al norte, hacia nuestros campos. Un puma puede andar 15 kilómetros hasta encontrar su presa”, dijo a LA NACION.
Según contó, hace seis años esta especie no existía como plaga en la zona. Aparecía uno de vez en cuando, lo eliminaban y ahí se terminaba el problema. Pero ahora, en estos últimos meses, emergen de a tres o cuatro juntos, con sus cachorros y con pumas madres que ya paren en los campos.
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“Somos unos 25 productores, todos pequeños. Tengo 400 ovejas en 2000 hectáreas y mi abuelo otro tanto que se las cuido yo. Todos hemos perdido un montón de ovejas en este tiempo. El puma nos está matando y diezmando nuestras majadas. Este último año, ya llevo 80 ovejas muertas y 40 corderos recién nacidos. Lo peor es el maltrato que recibimos por parte de la gente de Fauna de la provincia y de los proteccionistas de animales que no ven el daño que está haciendo este animal en la región. Estamos completamente abandonados e indefensos con el avance del puma. La sociedad nos mira como criminales y solo defendemos nuestra producción con la que viven nuestras familias”, detalló.
Para Lucchetti, el avance del puma tiene que ver con la geografía particular que tienen los campos del lugar, dura, desértica y pedregosa, donde el puma se maneja muy tranquilo, con ventajas, porque es un animal que anda de noche y es muy difícil de atrapar: “Realmente es una locura la cantidad de pumas que aparecen, sobre todo el tamaño enorme que tienen. Generalmente mataba guanacos y avestruces, pero habiendo animales chicos e indefensos, es más fácil para ellos”.
Describió que con un grupo de productores salen temprano, “a cortar rastros”, a ver si apareció en la noche a matar ovejas. También colocan trampas, donde tiene sus pisadas y donde marca territorio. “Si el puma mata, come y va lleno por lo que sería más fácil seguirlo y encontrarlo. Puede matar hasta 30 ovejas en una noche, come la última y se va. No comen casi nada: matan por matar. Eso es lo que la gente no entiende, que es un animal muy dañino que mata ovejas, chivas, potrillos y terneros. Además es muy astuto, que tapa con pasto el animal cazado en la noche para volver a comerlo luego. Y, cuando uno está a punto de agarrarlo, se vuelve sobre el mismo rastro para despistar. Tampoco tiene olor como para que huelan los perros”, añadió.
Dos semanas atrás, cuando la noticia se hizo viral, funcionarios del gobierno provincial se reunieron con los productores para escuchar su problemática. “En Río Negro está permitida la caza del puma. Todos los años mandaban dinero para más o menos 10 cueros de puma y nos pagaban $25.000 cada uno que no es nada. También algunas trampas. Nosotros no matamos por el valor del cuero, sino para proteger nuestro rodeo. Logramos ahora que nos den cinco trampas más para cada grupo de a cinco productores. Además estudiarán para que cada cuero pase de $25.000 pesos a $200.000. Más $100.000 que pone la Comisión de Fomento local para llegar a que el cuero valga $300.000. Eso va a incentivar que la gente quiera cazar, pese a la dificultad que es hacerlo porque no hay cazadores específicos de puma”, afirmó.
Resumió que, además de recorrer el campo para ver cómo está la hacienda, si tiene agua y pasto, son ellos mismos los que tienen que cazar para defender su ganado. “No hay gente que se dedique a hacerlo. El gran problema que hay acá es la cantidad de campos abandonados. Necesitamos de manera urgente ayuda del gobierno de Río Negro y que no sean solo promesas que no llegan a nada. El puma está dejando muchas familias de productores sin su sustento; nos está dejando sin nada, no va a quedar nadie”, resumió.