Las terapias vibracionales parten de la premisa de que además de un cuerpo físico, existe un cuerpo energético compuesto por distintos niveles: el campo físico, mental, emocional y espiritual, y a partir de la utilización de instrumentos ancestrales y la voz, permiten armonizarlos para aliviar el dolor y estimular la recuperación.

La técnica está basada en la cosmovisión del cuerpo físico y energético según la escuela estadounidense de Brennan, que trabaja con el concepto de chakras como órganos de energía que reciben y emiten información.

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De acuerdo con los síntomas que el paciente relata (ya sean físicos, mentales, emocionales y/o espirituales), primero se testean esos cuerpos sutiles en una camilla y luego se aplican los sonidos armónicos correspondientes para reparar, desbloquear, revitalizar o potenciar, según el caso.

“Las situaciones desafiantes de la vida nos generan desequilibrios y no siempre podemos restablecer naturalmente la armonía. De esta manera, se van produciendo desafinaciones que pueden darse en cualquiera de estos niveles y necesitamos corregirlas. Aplicamos información vibracional armónica, es decir, que guarda una proporción de orden, para que el sistema tenga una referencia en la cual basarse para volver a su eje”, cuenta Lorena Mabel De Piano, musicoterapeuta y especialista en terapia vibracional.

Y añade: “Partimos de la base que somos una gran sinfonía y que si cualquiera de nuestros patrones vibracionales se desafina, desafina la totalidad”. De Piano explica que el área del lenguaje se localiza en el hemisferio izquierdo del cerebro y las áreas emocionales en el derecho. “Muchas veces, los hechos traumáticos quedan separados del habla, por lo tanto mediante el lenguaje no es posible reprocesar algunos traumas, y la vibración es un lenguaje primario que antecede la palabra y no acarrea defensividad”, sigue De Piano, directora de Vivra, experiencias energéticas.

Muchas veces, los hechos traumáticos quedan separados del habla, por lo tanto mediante el lenguaje no es posible reprocesar algunos traumas

Básicamente, en el tratamiento se utilizan cuencos, campanas tubulares, tambores de metal, didyeridús, la voz en cantos armónicos y las manos.

“Cada uno de estos instrumentos (incluida la voz) tienen una serie de sonidos que guardan esta proporción áurea: el número fi. Entonces, cada sonido viaja al lugar del cuerpo que lo necesita para recuperar su equilibrio. Algunos se apoyan en el cuerpo para que se liberen las fascias, y que en los líquidos del cuerpo se imprima esta vibración de orden. Otros son para el campo energético”, explica De Piano.

“El propósito de las sesiones es que el propio sistema reconozca cada vez con más facilidad lo que lo distorsiona o saca de su eje y busque orgánicamente volver a él”, apunta De Piano.

La terapeuta explica que el trabajo que realiza se orienta a drenar las emociones encapsuladas y las memorias tanto del cuerpo (manifestadas como síntomas físicos), como del alma (emociones desmedidas, inexplicables, asociadas muchas veces a situaciones nimias de la vida) que están afectando las esferas más simples y cotidianas de la vida.

A partir de lo traumático, podemos generar lo que he denominado un silencio reparador”, señala por su parte Marcelo Rodríguez Arias, terapeuta del sonido y gong master.

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Por medio de la fusión de terapia de sonido, en la que utiliza instrumentos ancestrales como los gongs, camilla monocordio, bilas, cuencos tibetanos y el uso armónico de la voz, que complementa con reiki, Rodríguez Arias realiza un abordaje que le permite conocer la “partitura energética” del paciente y así detectar los núcleos emocionales y energéticos de la raíz de su dolor.

“El sonido lleva una frecuencia de orden que el cuerpo reconoce, y esto permite un reordenamiento molecular. Ciertas combinaciones armónicas son interpretadas como una clave para el restablecimiento del equilibrio, el retorno hacia la armonización. Los sonidos de los instrumentos producen, por un efecto llamado resonancia, el restablecimiento del propio sonido interno”, explica.

Así, la vibración ejerce un poder armonizador sobre las frecuencias inarmónicas que son las que causan enfermedades, malestares, desequilibrios y bloqueos en el campo energético, el cuerpo físico, mental y espiritual.

“El poder sanador se encuentra en nuestro interior. Mediante la utilización técnica de la voz y de estos instrumentos ancestrales es posible alcanzar diferentes estados o niveles de conciencia, produciendo así el efecto de resonancia que actúa sobre frecuencias más afines al nivel terapéutico deseado”, sigue Rodríguez Arias.

Según los especialistas, las técnicas vibracionales aportan una sanación sutil que contribuye al alivio de dolor, la expansión de la conciencia para reconocer el origen del estrés, la transformación de conductas de la personalidad y una mejor calidad de descanso. También son altamente efectivas para el tratamiento de trastornos de ansiedad y depresión, al generar cambios anímicos positivos.

“El sonido puede trasformar la sustancia, reordenarla y de esta manera liberar dolor”, concluye Rodríguez Arias.

La vibración ejerce un poder armonizador sobre las frecuencias inarmónicas que son las que causan enfermedades