“Estoy deseando y rogando que llueva para detener la caída de la soja. El maíz de primera, en mi caso, ya no tiene vuelta atrás”. Así describía Gustavo Rasuk, productor de Manuel Ocampo, en el partido de Pergamino, la crítica situación que atravesaba. Con pérdidas estimadas de entre el 30% y el 40% en maíz y al menos un 20% en soja, su mayor preocupación es que la producción sigue cayendo, y los números ya no cierran.

La caída de los precios internacionales, que se encuentran en mínimos históricos, junto con la presión impositiva y el aumento de los costos, se ve ahora agravada por las condiciones climáticas adversas, que afectan severamente los rindes. En este contexto, los productores agropecuarios, al realizar sus balances, se enfrentaban a márgenes extremadamente ajustados e incluso a pérdidas económicas.

Es en este escenario en el que el Gobierno anunció hoy una reducción “temporal” de las retenciones para los principales cultivos agrícolas y la eliminación permanente de las alícuotas para las economías regionales. Durante una conferencia de prensa, el ministro de Economía, Luis Caputo, explicó que esta medida estará vigente desde el lunes hasta fines de junio e informó las nuevas alícuotas: soja, del 33% al 26%; derivados de soja, del 31% al 24,5%; trigo, del 12% al 9,5%; cebada, del 12% al 9,5%; y sorgo, del 12% al 9,5%.

Productores autoconvocados quieren reunirse con Milei para decirle que el campo “no puede esperar más”

El Gobierno justificó la medida en esta situación de la baja del precio de los commodities. En rigor, Eugenio Irazuegui, de la corredora Zeni, explicó que, pese a la reciente recuperación de la soja en el mercado internacional, impulsada por la falta de lluvias en zonas clave de producción, los precios siguen US$13/tn por debajo del promedio de 2024. Actualmente, cotiza en torno a US$392/tn en Chicago, un 16,5% menos que la media de los últimos cinco años. Estos valores están lejos de los alcanzados en el segundo trimestre de 2022, cuando, tras el inicio de la guerra en el Mar Negro, la soja fluctuó entre US$520 y US$650 por toneladas.

A esta situación se suma que, desde diciembre, la situación climática se agravó. Las precipitaciones se interrumpieron, comenzaron las altas temperaturas y esto deterioró el estado de los cultivos. La posibilidad de contrarrestar la caída de precios con una mayor producción parece cada vez más lejana, ya que las pérdidas de rendimiento son importantes. Hoy, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires informó que las últimas lluvias no lograron revertir el impacto de la falta de humedad y las altas temperaturas. Como resultado, la entidad redujo las estimaciones de producción de soja en un millón de toneladas y ahora proyecta una cosecha de 49,6 millones de toneladas. Por su parte, la producción de maíz también tuvo un ajuste a la baja, con una nueva estimación de 49 millones de toneladas, lo que implica una disminución de un millón de toneladas en comparación con la proyección anterior.

Mapas que reflejan cómo la región núcleo esta en gran parte en situación de sequia

El panorama se agrava por la apreciación adicional del tipo de cambio y el aumento de los costos en dólares. Además, en este contexto la presión impositiva se había hecho cada vez mas asfixiante. “El clima se mantiene bastante errático en muchas zonas y, aunque las temperaturas bajaron un poco respecto a la semana pasada, siguen siendo elevadas. Los precios no terminan de repuntar. Algunos factores positivos, como la baja del dólar index o ciertos cambios en Estados Unidos, no lograron generar grandes variaciones en los precios. Así que continuamos con precios bajos, rendimientos diezmados y, además, costos muy altos que vienen afectando desde el inicio de la campaña y siguen siendo un desafío. Todo esto llevaba a márgenes muy ajustados”, puntualizó Matías Amorosi, de la consultora AZ Group. En ese sentido, resaltó que este nuevo anuncio va a permitir permita “reacomodar los números” y que la situación sea “mas positiva”.

Para evidenciar la gravedad del problema que enfrentaba el sector, el productor Néstor Roulet, de Canals, en Córdoba, y exvicepresidente segundo de CRA, realizó un cálculo que poonia números a esta situación. Según explicó, en un campo ubicado a unos 300 kilómetros del puerto de Rosario, una hectárea de soja con un rendimiento de 35 quintales puede generar aproximadamente un ingreso total de US$1351. Sin embargo, el Estado retenía el 33% de este monto, equivalente a US$445,85 por hectárea, lo que dejaba al productor con un ingreso bruto de US$858,27. Por otro lado, los costos directos asociados al cultivo ascienden a US$362,44 por hectárea, incluyendo insumos (US$264,20), labores (US$62,50), seguros (US$25,74) y asesoramiento agronómico y contable (US$10). Además, los costos indirectos—como la cosecha (US$60), los fletes (US$117,05) y la comercialización (US$22,22)—sumaron otros US$199,27 por hectárea. Finalmente, el alquiler de la tierra, que asciende a US$348 por hectárea, ejerce una presión económica adicional. Como resultado, el margen bruto para el productor es negativo, con una pérdida de US$51,44 por hectárea.

Cotización del precio de la soja

En este contexto, el consultor en agronegocios Ernesto Ambrosetti señalaba que en la actual campaña, el valor por hectárea a ingresar por el productor de soja se encontraba cerca de un 19% por debajo al del año pasado y si se toma las ultimas cinco campañas, estaría alrededor del 24%, menor al promedio. Independientemente de la volatibilidad diaria de los precios.

En el campo celebraron la reducción de las retenciones a los granos y la eliminación a las economías regionales

“No había forma que las cuentas dieran”, coincidía el productor santafesino Jorge Giampauli, quien relató que, para no endeudarse, en los últimos meses tuvo que empezar a vender animales para poder cubrir sus costos y llegar a la cosecha. “Es muy triste la situación”, aseguró.

El productor trabaja unas 120 hectáreas en Los Nogales, una localidad situada a 120 kilómetros de Rosario. A pesar de sus esfuerzos, su mayor preocupación es lo que podrá cosechar este año. Cultivó 20 hectáreas de maíz y 100 de soja de primera, pero el panorama no es alentador. La falta de lluvias, que ya está afectando los rendimientos, vino a empeorar una situación ya complicada.

El productor agropecuario Jorge Giampauli

Frente a este escenario, con las retenciones al 33% para la soja y el maíz al 12%, señalaba: “Por más que llueva, no hay forma de que los números cierren. Los precios de los cereales están igual que el año pasado, pero los costos se duplicaron. No llegamos a los 50 quintales de soja ni a los 200 de maíz, que es lo que necesitaría para tener algo de aire”.

Después de varios años de rendimientos bajos, este ciclo, que prometía ser mejor, se desmorona. “Tuvimos muchos años malos, y ahora que parecía que este año iba a ser bueno, todo se está complicando”, lamentó el productor, quien relata que en los últimos años empezó a alquilar cada vez menos tierras porque no cerraban las cuentas, lo que terminó generando “otro problema más”.