Si bien la pregunta que titula esta nota podría interpretarse como un juego de palabras, en realidad está lejos de serlo. La misma solo representa ajustadamente, y con mucho realismo, al indeseable escenario en que se encuentra sumido el interior de nuestro país.

Este escenario encuentra su origen y existencia en un grave error político conceptual que desafortunadamente ocupó muchas décadas de nuestra historia. Esto aún perdura en el presente y se centra en la existencia de una concepción totalmente equivocada y largamente perjudicial por parte del poder político y gobiernos centrales, sobre las características, potencialidades y posibilidades concretas del interior del país y su gente en general y del sector agro-productivo. Está relacionada, en particular, para crecer y desarrollarse, generar riqueza a través de su trabajo, esfuerzo, dedicación y creatividad.

“Tuve una sensación de hogar”. Nació en Miami, trabajó en todo el mundo y cuenta su gran objetivo desde un campo que tiene en Mendoza

A partir de esa concepción del interior del país que lamentablemente los gobiernos centrales han mayoritariamente tenido y por mucho tiempo, surgió el diseño y aplicación de políticas impositivas que por su naturaleza han sido y continúan siendo discriminatorias. Esto ha sido de exagerada magnitud y factor primario que impidió, y continúa impidiendo, el crecimiento potencial de la producción y riquezas que podrían generarse en el interior del país como parte de un armónico desarrollo del país en su conjunto.

Estas políticas impositivas restrictivas han entorpecido y continúan entorpeciendo e inviabilizando la posibilidad de usar más tecnología para aumentar la eficiencia y volumen de producción de las regiones más favorecidas que ya se encuentran bajo cultivo. Más grave aún, en muchos casos no permitieron ni permiten viabilizar la producción, generación de riqueza y desarrollo en extensas áreas del país que se encuentran más alejadas de los grandes centros urbanos. Si bien poseen una menor aptitud natural para producir, podrían ser incorporadas al circuito productivo en un escenario de una menor, más lógica presión impositiva que aquella a las que por largo tiempo y hasta el presente han sido y continúan sometidas.

Tradicionalmente han sido consideradas errónea y hasta “peyorativamente” como “zonas marginales”, cuando en realidad no lo son de manera alguna, sino que solo sufren de un inadecuado marco impositivo, económico y de infraestructura que no les permite incorporarse a la actividad. Esto se ha transformado, en consecuencia, en “zonas y regiones marginadas de la posibilidad de producir”.

No resulta difícil imaginar el sinnúmero de beneficios de todo tipo que el potencial aumento de la producción que se conseguiría desarrollando estas áreas que cubren millones de hectáreas

Entre los actores que determinan este desfavorable escenario económico, la excesiva presión impositiva y directa exacción de sus ingresos derivada primariamente de la aplicación de impuestos regresivos como los denominados “derechos de exportación” o más comúnmente “retenciones a las exportaciones”, sin duda constituyen una parte muy relevante de la explicación de este negativo escenario.

Esta errónea, perjudicial, y hasta injusta concepción económica del poder central con el interior, lamentablemente, existe desde muchas décadas. Impactó y continúa impactando muy negativamente y con muchísimo peso sobre las posibilidades de crecimiento y desarrollo de todo el interior de nuestro país y su gente, en consecuencia, de la Nación.

A lo largo y ancho de nuestra geografía, existen importantes extensiones potencialmente productivas que hasta el presente no se han podido incorporar al circuito productivo nacional, o si lo han hecho solo ha sido en un grado mucho menor a sus posibilidades. En este punto no resulta difícil imaginar el sinnúmero de beneficios de todo tipo que el potencial aumento de la producción que se conseguiría desarrollando estas áreas que cubren millones de hectáreas, implicaría en materia de generación de riqueza y contribución al crecimiento y desarrollo.

Entre otros beneficios de todo tipo, directos e indirectos, que la incorporación al desarrollo y potencial generación de riqueza y oportunidades que estas áreas podrían generar, se encuentra en primera medida la real posibilidad de crear riqueza regional y, por tanto, de afianzar la radicación de su gente en su lugar de origen evitando, o al menos paleando, la migración de sus habitantes hacia los centros urbanos en busca de mejores horizontes. Lamentablemente y en muchos casos, dada la falta de un adecuado desarrollo económico a nivel nacional, esta migración ha contribuido al aumento de los cinturones de pobreza con asentamiento en las periferias de las grandes urbes.

Por los errores hasta aquí cometidos durante muchas décadas, el proceso de crecimiento y desarrollo, y en consecuencia del país en su conjunto, no ha ocurrido en la magnitud que sin duda hubiese sido posible conseguir bajo otras reglas de juego especialmente en lo referente a la visión, y trazado de políticas del poder central hacia el interior de nuestro país.

Comparación

La simple comparación con el derrotero del crecimiento general, y del sistema agro-productivo e interior en particular, que ocurrió en los países vecinos más cercanos como Brasil, Paraguay y Uruguay, etc. durante el último medio siglo, nos muestran que mientras las producciones agropecuarias y derivados se multiplicaron, contribuyendo así significativamente a la generación de riqueza y bienestar para sus respectivos países, los crecimientos registrados para mucho de los rubros del complejo agro-productivo han sido mucho menor.

Entre muchas otras, la primera e indeseable consecuencia que representa esta realidad se visualiza claramente en la existencia de un interior injustamente relegado, carente de un crecimiento y desarrollo acorde a sus posibilidades, la posibilidad de contribuir al desarrollo zonal y del país en su conjunto en un grado mucho mayor al que logró hacerlo en el pasado teniendo que operar y producir dentro de un escenario altamente desfavorable a esos fines.

Las producciones agropecuarias y derivados se multiplicaron, contribuyendo así significativamente a la generación de riqueza y bienestar para sus respectivos países

Ojalá en el futuro cercano nuestros gobernantes tomen conciencia de estas realidades y razones que han impedido la existencia de un genuino, y vigoroso crecimiento del interior de nuestro país. Las posibilidades agro-productivas permitiendo su crecimiento y desarrollo, generando de este modo múltiples beneficios no solo para su gente y regiones, sino armónicamente para todo el país en su conjunto.

Encontrá acá toda la información sobre los próximos remates ganaderos

Frente a cualquier tipo de dudas sobre los múltiples beneficios que serían dables de obtener a partir de una mirada diferente y tratamiento de los gobiernos centrales hacia el interior de nuestro país, ya no es necesario mirar o buscar ejemplos en geografía o países distantes del planeta, sino solo levantar la mirada y observar detenidamente lo ocurrido en nuestros países vecinos más cercanos.

El autor es productor agropecuario