Libretas escolares, cartas de despedida, mochilas, fotografías, cientos de pares de zapatos y listas escritas a mano con apodos forman parte del hallazgo realizado en el campo de adiestramiento y exterminio en el Rancho Izaguirre, en el municipio de Teuchitlán, Jalisco.
El sitio fue localizado por el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco el pasado 5 de marzo, tras recibir una llamada anónima que alertó sobre la presencia de restos humanos en esta zona rural.
Durante la inspección, también se encontraron objetos personales como medicamentos, artículos de aseo, carteras, libros, altares a la Santa Muerte y diversos libros, entre ellos El arte de la guerra de Sun Tzu y una biblia con imágenes de un menor de edad.
Entre los documentos, también se viralizó una carta de despedida firmada por Eduardo Lerma Nito, un joven desaparecido en febrero de 2024, en la que se lee: “Si algún día ya no regreso, solo te pido que recuerdes lo mucho que te amo”; tiempo después se confirmó que esta víctima estaba viva y logró escapar y regresar con su familia.
También fueron halladas listas con apodos asignados a los reclutas, una táctica usada por el grupo criminal para anular sus identidades durante el proceso de adiestramiento.
En una habitación del predio se localizaron más de 200 pares de zapatos, prendas calcinadas, mochilas de distintas marcas —incluso una mochila repartidora— y otras pertenencias atribuidas a personas que hoy estarían reportadas como desaparecidas o bien que ya estarían sin vida.
Los apuntes del entrenamiento
Entre los objetos hallados, uno de los más reveladores es un cuaderno manuscrito con apuntes sobre el desarme de un fusil AR-15, arma de uso común en operaciones militares y criminales. El documento inicia con la frase: “Solicito autorización para realizar el desarme parcial de mi AR-15″, seguida por un listado técnico que comienza con “Mi arma se compone de…”.
El apunte describe los componentes del arma de forma sistemática: “1.- Placa o cargador, 2.- Resorte recuperador, 3.- Palanca de maniobras, 4.- Cerrojo o carro corredero, 5.- Guarda manos, 6.- Cuerpo del arma, 7.- Culata retráctil, 8.- Pistole o empuñadura con mecanismo de disparo, 9.- Caja o mecanismo de sistema, 10.- Selector de cadencia, 11.- Botón de retenida, 12.- Entrada de alimentación del cargador, 13.- Botón expulsador del cargador, 14.- Ventanilla expulsadora del cartucho quemado”.
Los apuntes, escritos con lenguaje formal y técnico, evidencian que los reclutas recibían formación armada teórica, como parte del adiestramiento sistemático dentro del rancho. Según el colectivo Guerreros Buscadores, estos documentos eran parte del “material didáctico” empleado para instruir a los jóvenes en el uso y despiece de armas largas.
Hace unos meses, el youtuber Gusgri subió una entrevista que le hizo a Luis “N”, un joven exrecluta que le contó cómo durante su cautiverio debía pedir autorización para cualquier acción. “Teníamos que pedir autorización para todo”, afirmó, incluso para tomar agua, usar el baño o recoger una escoba. Según su testimonio, esta dinámica formaba parte del control psicológico impuesto por el grupo criminal para mantener a los captados bajo vigilancia constante y en completa dependencia.
Este testimonio complementa con las frases que se leen en dicho cuaderno encontrado en el rancho de Reuchitlán.
La escuelita: adiestramiento, apodos y castigos
Testimonios recabados por el colectivo revelan que el predio funcionaba como un centro de reclutamiento forzado y adiestramiento criminal. Se presume que los jóvenes, principalmente de otros estados, eran captados mediante falsas ofertas laborales publicadas en redes sociales. Una vez que aceptaban el empleo, eran citados en la central de autobuses de Guadalajara, desde donde eran trasladados hasta el rancho.
Al llegar, les retiraban sus pertenencias y les asignaban un apodo, que era usado en lugar de sus nombres reales, según cuentan sobrevivientes. El entrenamiento comenzaba de inmediato. Dormían hacinados en un galpón cubierto con láminas, sobre lonas extendidas en el suelo.
Las jornadas incluían ejercicios físicos intensivos con llantas, simulacros de combate bajo alambres de púas, y prácticas con armas de gotcha. También realizaban recorridos por un laberinto de entrenamiento que debían memorizar y luego recordar con los ojos vendados. Una vez superada la primera etapa, denominada por los propios reclutas como “el kinder”, eran enviados a otras regiones del país para combatir en primera línea.
El proceso continuaba en una segunda fase, conocida como “la escuelita del terror”, ubicada a varias horas de distancia. Ahí, el entrenamiento se volvía más extremo: se empleaban armas con proyectiles congelados, capaces de penetrar la piel, y los instructores eran descritos como exmilitares mexicanos y colombianos. Algunos sobrevivientes relataron que varios de esos instructores llegaban en estado de ebriedad y eran extremadamente violentos.
Según los testimonios, quienes fallaban durante los ejercicios eran ejecutados en el lugar. “Si alguien cometía un error, lo mataban ahí mismo. No había margen”, dijo la líder del colectivo, Índira Navarro, en diversas entrevistas con medios nacionales.
¿Qué ha dicho la Fiscalía?
El Rancho Izaguirre ya había sido inspeccionado en septiembre de 2024 por la Fiscalía del Estado de Jalisco, cuando se reportó como un centro de adiestramiento del crimen organizado. En ese operativo se detuvo a diez personas armadas y se liberó a dos personas secuestradas, pero no se hallaron restos humanos ni evidencia de crematorios.
Tras el hallazgo del colectivo, la fiscalía estatal reconoció que las inspecciones anteriores fueron insuficientes. En un comunicado emitido el jueves el organismo afirmó que “no existen estructuras que fungieran como hornos”, aunque colectivos mantienen su denuncia sobre el funcionamiento de crematorios clandestinos rudimentarios, construidos con materiales básicos y activados con gasolina.
Ese mismo día, la fiscalía detalló que el predio cuenta con habitaciones, cocina, baños, bodegas, un área de acondicionamiento físico y otra de entrenamiento táctico. Las autoridades informaron que se han utilizado herramientas tecnológicas para acelerar las labores de prospección forense.
La Fiscalía General de la República (FGR) atrajo el caso por instrucción de la presidenta Claudia Sheinbaum, y se espera que rinda un informe oficial sobre las investigaciones. Mientras tanto, organizaciones civiles han convocado jornadas de protesta en distintos estados, bajo el lema de “Luto Nacional”, en memoria de las víctimas de desaparición.
Jalisco continúa siendo el estado con mayor número de personas desaparecidas en México, con cerca de 15 mil casos registrados, de un total nacional que supera las 110 mil desapariciones desde 2006. Según cifras oficiales, la violencia ligada al crimen organizado ha dejado más de 480 mil muertes violentas en el país en los últimos diecinueve años.