Un descubrimiento reciente reveló más detalles sobre las prácticas de enterramiento del siglo XVII en lo que era el área rural de Polonia. Cerca de la aldea de Pien, arqueólogos encontraron el esqueleto de una joven de 18 años con una hoz colocada sobre su cuello y un candado en uno de sus dedos del pie, “medidas” que, según los científicos, reflejan el temor de que pudiera “volver de entre los muertos”.
Apodada “Zosia” por los investigadores, la joven –de clase alta y posiblemente con una deformidad física– pasó a ser el hallazgo más intrigante entre los cerca de cien esqueletos encontrados hace dos años en esta área, hoy conocida como el “Campo de los Vampiros”.
Las excavaciones, dirigidas por el profesor Dariusz Polinski y su colega Magda Zagrodzka, plantearon varios misterios. “Podemos suponer que, por alguna razón, quienes la enterraron temían que resucitara”, explicó Polinski. Para evitarlo, colocaron una hoz sobre su cuello de tal manera que, si intentaba levantarse, la hoja la decapitaría o le causaría una grave herida. “La hoz no estaba simplemente colocada, sino que fue dispuesta de tal forma que, si intentaba levantarse, su cabeza sería probablemente cortada o herida”, añadió Polinski en declaraciones al Daily Mail.
Las características físicas de Zosia refuerzan la teoría de que su comunidad le temía. Según la doctora Heather Edgar, de la Universidad de Nuevo México, la joven presentaba “una anomalía en el esternón”, una condición que en aquella época podía interpretarse como una señal de peligro o mal augurio. Aunque se desconocen las circunstancias exactas de su muerte, los arqueólogos especulan que pudo ocurrir durante las guerras sueco-polacas en el siglo XVII.
En ese contexto de intensos conflictos regionales, surgió una profunda desconfianza entre las comunidades locales. Dado que Zosia posiblemente era extranjera, podría haber sido percibida como una amenaza o una “invasora no deseada”. Su condición física, junto con la sospecha de “vampirismo”, podría haber sido utilizada como pretexto para juzgarla y ejecutarla hace 350 años.
Zosia fue enterrada con un gorro de seda, símbolo de su estatus social elevado. Gracias al trabajo del arqueólogo Oscar Nilsson, se reconstruyó digitalmente su rostro, que sugiere que tuvo ojos azules y cabello corto.
El descubrimiento de Zosia forma parte de un estudio más amplio sobre un cementerio que albergaba a personas marginadas de la sociedad polaca de esa época. Entre los otros cuerpos encontrados en el “Campo de los Vampiros”, 30 presentan señales de entierros cuidadosos, como cuerpos colocados boca abajo o con piedras pesadas o monedas en la boca. Un hombre fue enterrado con un niño a sus pies, mientras que también se hallaron los restos de una mujer embarazada y otra con sífilis avanzada.
Las prácticas para “impedir” que los muertos regresaran a atormentar a los vivos eran comunes en Europa del Este, donde el miedo a los vampiros y los “no muertos” estaba ampliamente difundido, especialmente entre los pueblos eslavos. En el siglo XVII, la histeria colectiva provocó ejecuciones de personas sospechosas de vampirismo.
Polinski explicó que, además de decapitaciones y amputaciones de piernas, otros métodos comunes incluían enterrar a los fallecidos boca abajo para que mordieran la tierra, quemarlos o aplastarlos con piedras, todo con el fin de evitar su regreso. La historia del “Campo de los Vampiros” será contada en el documental Field of Vampires, que será transmitido en dos partes por Sky History.