SANTA FE.-Para muchos productores del norte santafecino, la sequía tiene muchas caras, pero la más reluciente es la del dinero. Porque, más allá de las descripciones sobre un territorio sin pastos, sin cultivos y hasta casi sin hacienda, ahora hay que sumarle el costo de disponer de una cisterna con agua y fardos para que los animales no se mueran, o para cubrir las mínimas necesidades de las familias que pese a los registros términos muy cercanos a los 45 grados promedio, se animan a sobrevivir en la región.
Porque, si bien en muchas ciudades del centro y del Litoral argentino llovió este miércoles, la sequía permanece inalterable en una amplia franja del norte de esta provincia y el sur chaqueño. Y no abundan las palabras para describir el panorama complicadísimo para el agro que en tres años sufrió dos sequías implacables.
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Lo peor es la desazón que termina en deudas muchas veces difíciles de prorratear y desarraigo. “Es que el viento norte se terminó llevando las pocas ilusiones del campo en esta parte del territorio santafesino. Y créanme que sentimos angustia porque ya no se habla de cifras; se habla de seres humanos”, resaltó Juan Capozzolo, productor agropecuario de la zona de Reconquista.
El productor, un referente de los chacareros de la zona que comprende los departamentos General Obligado, Vera y 9 de Julio, cercana al Chaco y Santiago del Estero, sintetizó el pensamiento de muchos hombres de campo que esperan no solo lluvias sino la ayuda necesaria para subsistir hasta renovar las esperanzas, hoy en el mismo suelo que sus producciones. Pero, además, conocen la validez de una vieja frase repetida en el campo: “Nunca llovió pasto”.
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Entonces, se llegó al extremo que, para poder disponer de un poco de agua para abastecer a los animales o para uso de las familias, y unos fardos para alimentar aves de corral y el ganado, hay que someterse al albedrío de los que se aprovechan de las circunstancias. Hay comentarios sobre lo que hacen inescrupulosos en Fortín Olmos o Paraje 101 (departamento Vera) vendiendo agua a los productores que así se siguen endeudando para no terminar abandonando todo.
Lo mismo ocurre con los fardos, donde el panorama no va a cambiar de una semana a la otra, ya que para esta época es cuando se realiza la siembra de las pasturas y eso, hoy, no es posible. Habrá, vaticinan en la región, una situación complicada porque el mercado tendrá mucha demanda y ante la poca oferta los precios irán al alza.
El panorama, en tanto, se agrava día a día y el calor es insoportable. “Las marcas por encima de los 43 grados (permanentes en las última semanas) están terminando con lo poco que queda de los cultivos de girasol, el algodón y la soja, y la hacienda”, añadió Capozzolo, en diálogo con LA NACION, para luego recordar que una gran parte del norte santafesino pertenece a los Bajos Submeridionales, una región de ocho millones de hectáreas de terrenos bajos y anegadizos, dentro de la Cuña Boscosa y el Dorso Occidental Subhúmedo de la llanura chaqueña.
“Esos son campos que necesitan ‘un pelo de agua’ para mantener buenos pastos y fundamentalmente para tener a tener agua para la hacienda. Resulta que ahí no hay agua en el subsuelo y lo que se obtiene perforando a pocos metros ya no sirve porque es insalubre por el arsénico”, apuntó.
Además, como si lo indicado resultase poco, en el sur chaqueño y algunos campos del norte de Santa Fe aumentaron en los últimos 10 días los incendios de campos que dejaron los potreros muy afectados. Ante una consulta, el chacarero explicó: “Hace un par de años, con idénticos problemas que hoy, ya veíamos que las represas estaban agotadas y como la gente compraba agua mientras unos pocos productores la donaban. Hoy volvemos a lo mismo y el esfuerzo de los productores de la región por mantenerse, comprando agua y pasto, volvió con toda su dureza. La gente que recibió a los políticos actuales y se sacaron fotos al lado de la hacienda muerta o al lado de los cultivos perdidos, esa gente hoy también pierde sus esperanzas. Le digo más: lo más cruel es cuando tenés que empezar a comprar agua para tomar y para ello no tenés para ir al kiosco de la esquina sino hacer muchos kilómetros para comprar un bidón con agua”.
“Todo esto hace imposible soñar con una lluvia suficiente que permita ni siquiera paliar la situación actual porque, aunque parezca difícil entender, los productores están vendiendo lo que le queda de hacienda en mal estado antes que mueran y se vean obligados a abandonar la actividad y otra vez intentar un futuro en las periferias de las ciudades. En muchos casos se ve la mugre de la política. Cuántas veces prometen pero una vez que llovió se olvidan de los productores”, insistió Capozzolo, al redondear el pensamiento de los productores de la región.