En Medio Oriente se encuentran diferentes yacimientos arqueológicos bien conservados que guardan parte de la historia de la humanidad, desde períodos en que la evolución de lo que hoy conocemos como ser humano estaba en pleno auge. Es por eso que un grupo de científicos incursionó en una cueva de Israel y descubrió material genético de hace 110.000 años con un secreto que cambiaría lo que se conoce hasta ahora sobre la historia de la humanidad.

La expedición se llevó a cabo en la cueva de Tinshemet, un sitio del Paleolítico Medio del país hebreo, donde anteriormente ya se habían hecho otras excavaciones. Según explicaron los investigadores en el artículo que más tarde se publicó en la revista Nature Human Behaviour, su intención era la de conocer en profundidad aspectos de los primeros Homo sapiens.

Parte de los pigmentos y restos óseos que se hallaron en la cueva

En un primer análisis, los expertos señalaron que estos hallazgos podrían reformular lo que hasta ahora se conocía acerca de la aparición de estos seres predecesores al humano en algunos países como: la Península Arábiga, Chipre, Egipto, Irak, Irán, Israel, Jordania, Líbano, Palestina, Siria y Turquía.

La cueva es famosa en Israel porque allí se encontraron diferentes restos óseos y herramientas del Paleolítico Medio, solo que en este estudio reciente localizaron una prueba fehaciente de que los neandertales coexistieron con una rama más evolucionada del ser humano. Incluso, compartieron costumbres de la vida diaria y rituales funerarios.

Los neandertales fueron una especie cercana a la humana, solo que se extinguieron hace 40.000 años. Fue el ancestro más común, salvo que su estatura y aspecto físico difería de la otra rama evolutiva.

En la cueva se hallaron piedras cortadas en punta que les servían para cazar

El artículo revelador, que se expuso este lunes en público, sugirió: “Estos hallazgos subrayan la complejidad de sus interacciones e indican una relación más entrelazada de lo que se suponía anteriormente”.

El proyecto inició en 2017, cuando empezaron las primeras excavaciones en la cueva, donde se presumía, habría un importante depósito de restos óseos, ya que suponía un sitio clave para el resguardo en tiempos pasados.

Desde la Universidad Hebrea de Jerusalén, el profesor Yossi Zaidner tomó el mando de la expedición, junto con el profesor Israel Hershkovitz de la Universidad de Tel Aviv.

La hipótesis que manejaron los científicos hasta ese entonces y que los motivó a realizar la investigación, reparó en conocer la verdadera relación entre los humanos y los neandertales, cómo era su estilo de vida, si compartían experiencias e incluso si procreaban entre sí.

Boceto que enseña cómo fueron enterrados los cuerpos en posición fetal, un símbolo funerario que compartían el Homo sapiens y los neandertales

En el artículo se detalló de manera contundente: “Al integrar datos de cuatro campos clave —producción de herramientas de piedra, estrategias de caza, comportamiento simbólico y complejidad social—, el estudio sostiene que diferentes grupos humanos, incluidos los neandertales, los preneandertales y el Homo sapiens, mantuvieron interacciones significativas. Estos intercambios facilitaron la transmisión de conocimientos y condujeron a la homogeneización cultural progresiva de las poblaciones“.

Un ejemplo de esa vinculación fueron los rituales funerarios, que comenzaron en Israel hace más de 100.000 años y que serían producto de ese intercambio de conocimiento, cultura y entendimiento del entorno que los rodeaba.

“Un descubrimiento sorprendente en la cueva de Tinshemet es el uso extensivo de pigmentos minerales, en particular ocre, que podrían haber sido utilizados para la decoración corporal. Esta práctica podría haber servido para definir identidades sociales y distinciones entre grupos”, remarcaron en el artículo científico.