Después de un 2024 en el que los precios ganaderos estuvieron estancados durante varios meses y recién repuntaron a fines de noviembre, el inicio de un nuevo año despierta esperanzas entre los productores.
Entre los factores positivos figuran los precios del novillo gordo en pesos, que se ubican en concordancia con el promedio de los últimos seis años, algo positivo si se considera la inflación espiralizada de los últimos meses, mientras que las cotizaciones en dólares superan holgadamente los máximos de los últimos cinco años. Por su parte, los fertilizantes, agroquímicos, semillas y cereales muestran buenas relaciones con la carne vacuna.
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Entre los factores negativos se deben mencionar los costos fijos, que se han encarecido y exigen más kilos de carne para pagarlos que en 2023. Otro factor que juega en contra es el retraso cambiario y el mantenimiento de derechos en las exportaciones, en tanto que el consumo interno de carne vacuna está retraído y muy dependiente de la evolución futura del salario de la población.
Desafíos
En ese contexto, la ganadería argentina enfrenta desafíos macro y micro. “En cuestiones tranqueras afuera habría que eliminar la ganancia por tenencia que todavía rige para la ganadería; significa pagar un impuesto ficticio por una venta futura de hacienda”, dijo Diego Ponti, analista del mercado ganadero de AZ-Group.
“También habría que derogar los derechos de exportación (DEX) del 6,75% que aún rigen para los novillos, que quitan competitividad a la carne argentina en el mercado internacional”, añadió.
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Y la tercera medida “sería promover la apertura de nuevos mercados para la carne argentina, que permitan reducir la actual dependencia de China y desarrollar negocios de mayor valor”, opinó el especialista.
”Tranqueras adentro de la empresa, la responsabilidad del productor es trabajar sobre la eficiencia productiva y económica: medir, salir de los promedios y analizar los rendimientos en forma individual son los desafíos por encarar en 2025″, agregó.
”Vamos a una situación de costos fijos altos en dólares; para diluirlos se debe aumentar la producción o reducir costos de estructura. Es decir, la eficiencia debe ser 360, en el campo, en la comercialización, en el manejo impositivo, etc.; es decir, en la concepción general del negocio”, aconsejó.
En 2025, los resultados se van a ver empresa por empresa, no por sectores; por ejemplo, habrá feedlots a los que les irá bien y otros en la situación contraria. “Hasta ahora los precios se adaptaban al productor; a partir de ahora, el ganadero va a tener que adaptarse a los precios”, resumió Ponti.
Otro tema importante planteado por el analista tiene que ver con la sostenibilidad de la empresa. “Vamos hacia un escenario en el que la economía va a ser mucho más estable, con lo cual el riesgo productivo va a tomar una relevancia que hasta ahora no tenía, porque estaba todo enmascarado por la inflación y la devaluación, que daba una mano para salir a flote ante imprevistos. Ahora vamos a hacia un escenario donde la ganadería y la agricultura estarán más expuestas a la cuestión climática y tendrá mayor peso el riesgo productivo”, señaló.
En ese escenario, la ganadería juega un rol importante por los beneficios fiscales que le imprime a la empresa mixta, al permitir comprar un vientre con la valuación histórica, y por el aporte a la sostenibilidad económico-productiva de la empresa en el manejo de los ambientes.
“Por todo esto y, porque sus resultados son menos afectados por los fenómenos climáticos extremos, creo que vamos hacia modelos mixtos o con más presencia de ganadería en los próximos años”, proyectó Ponti.
Hacia adelante, el productor tendrá que hacer un diagnóstico de su realidad para detectar los puntos débiles y fuertes de su empresa. “No hay recetas universales, será campo a campo, pero como factor común aparece la suba de costos de estructura, que obligan a meterse de lleno en la cocina de la empresa”, observó.
La cría necesitará actualizar sus indicadores de eficiencia productiva en el nivel nacional, representados por la cantidad de terneros logrados por vaca en servicio, y por el peso al destete. Para ello deberá mejorar los planteos forrajeros en los ambientes donde sea posible para incrementar la carga de vientres por hectárea. Por otro lado, convendrá analizar la factibilidad de correr el “techo” productivo y encarar procesos de recría para sumar kilos producidos por hectárea.
La recría será protagonista en 2025; sin embargo “exigirá ser buen productor de pasto, porque el resultado económico se define principalmente por la ganancia diaria lograda a campo”, advirtió el analista. Para el feedlot será clave entender cuáles son las ventajas competitivas en los aspectos productivo, comercial y estratégico como unidad de negocio dentro de la empresa.
En todas las actividades, el ingreso de la empresa ganadera es función de la cantidad (Q) y del precio (P). Respecto del último, la calidad será clave en toda la cadena para lograr defender mejor el producto en el mercado.
“Atributos valorados comercialmente como deposición de grasa intramuscular, por ejemplo, comienzan a trabajarse desde el último tercio de gestación de los vientres preñados y termina con medición objetiva en frigorífico”, concluyó Ponti.