
El barrio de Núñez se transformó en el escenario de una nueva dinámica entre tres figuras muy reconocidas del ambiente local: Wanda Nara, Evangelina Anderson y Valentina Cervantes. Las tres comparten residencia en el exclusivo Chateau Libertador y, si bien los encuentros casuales son moneda corriente en pasillos y espacios comunes, un nuevo factor las une: la grabación de MasterChef Celebritys (Telefe), lo que multiplica el tiempo compartido y propicia la construcción de vínculos más fluidos y camaradería.
La afinidad, tejida a partir de la vida de edificio y el trabajo en un show televisivo, también se trasladó naturalmente a los hijos de las protagonistas, que pasan cada vez más tiempo juntos y dan vida a una red de nuevas amistades infantiles en uno de los barrios más codiciados de la ciudad. Una de las postales más representativas de este fenómeno ocurrió en la piscina cubierta del complejo: seis niños posan juntos dentro del agua turquesa, en una imagen desbordante de alegría.
En el centro, la hija menor de Wanda, vestida con traje de baño fucsia, sonríe rodeada de cinco amigos, todos vecinos. Uno de los chicos sostiene al más pequeño en brazos, y un rostro aparece cubierto por un ícono de corazón blanco. El grupo mira a cámara bajo la luz artificial que resalta los destellos del agua; la palabra “Amiguitos” encabeza la escena y sintetiza el espíritu del grupo.


La interacción se extiende fuera de los espacios comunes. Benjamín, hijo de Cervantes y Fernández, fue protagonista de otra secuencia muy celebrada. En una tarde de visitas, Evangelina —vestida con top beige satinado y pantalón negro—recibió en su hogar a Benjamín, quien lucía una camiseta azul y pantalón oscuro. Con humor, compartió el momento en redes: “Alguien me golpeó la puerta de casa… Miren qué visitas!!!”.
La simpatía y naturalidad del encuentro se reforzó en otra imagen, donde Evangelina da un beso en la mejilla a Benjamín, quien observa el gesto con timidez mientras permanece en brazos de su anfitriona. El texto que acompaña la foto, “Con beso y todo”, selló la complicidad que caracteriza a los encuentros entre vecinos y amigos.

Debido a la gran cantidad de horas que comparten en las grabaciones, la modelo y la influencer se hicieron grandes amigas y comparten más momentos, sin incluir a la conductora del ciclo. Todo comenzó con Valentina, quien tomó su teléfono y, filmándose a sí misma, abrió el juego: “Nuestra salida después del canal, ¿a dónde se va?”. La cámara se desplazó y pronto sumó a Eva a la conversación. Ella, cómplice de la situación, invitó rápidamente a las niñas a participar: “Estas son nuestras salidas. A ver, chicas, ¿dónde estamos? ¿Dónde estamos?”. Las pequeñas no tardaron en responder, y la realidad se hizo evidente: madres e hijas estaban en un supermercado chino, canastos en mano, recorriendo las góndolas y realizando compras.
“Esta es la verdad. La realidad”, sentenciaron ellas al final del video, al dejar en claro que la cotidianidad es parte integral de sus vidas, tan importante como cualquier grabación o evento mediático. El mensaje fue inmediato: detrás del glamour y la exposición, también hay tareas mundanas y responsabilidades domésticas, momentos compartidos con sus hijas, llenos de autenticidad y complicidad.
El momento, cargado de ternura y simpleza, se extendió más allá del video principal. Entre los estantes rebosantes de productos, y mientras la jornada de compras avanzaba, surgió un instante de diversión pura. En un video posterior, las madres y las niñas se animaron a bailar una coreografía improvisada entre las góndolas, mientras de fondo sonaba el tema “Bebe”, de 6ix9ine junto a Anuel AA. La secuencia, espontánea, mostró risas sinceras, pasos descoordinados pero llenos de entusiasmo, y la alegría genuina de compartir instantes simples, regalando a los seguidores una ventana a su vida cotidiana.
La salida, sin embargo, guardaba todavía nuevas imágenes. Publicaron dos fotografías que completaban el relato. En la primera, Valentina y Evangelina posan junto a sus hijas, rodeadas de productos, con sendos canastos llenos de compras. Las niñas, vestidas de rosa y lila, sonríen con la naturalidad de quienes comparten un secreto familiar. La alegría y la cercanía se perciben en sus rostros. En la segunda foto, ambas madres aparecen en la línea de cajas, acompañadas del responsable del supermercado, un joven de origen asiático, que también sonríe, sumándose a la escena festiva y desprejuiciada.