Bolivia intentará por tercera vez tener resultados preliminares en las elecciones presidenciales. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) puso a prueba el sistema en un simulacro interno que fue exitoso y alista un segundo ensayo para fin de mes con la participación de las organizaciones políticas y las misiones de observación electoral.
El 6 de junio, el presidente Luis Arce promulgó una ley que establece que todo proceso electoral debe contar con un sistema de transmisión de resultados preliminares para otorgar información en “el menor tiempo posible” previo al cómputo oficial y definitivo.
Hasta ahora, el organismo electoral no estaba obligado a difundir datos provisorios y eran los medios de comunicación – a través de empresas especializadas- los que anticipaban el resultado electoral mediante el conteo rápido de mesas representativas cuando el cómputo oficial recién arrancaba. En general, estas proyecciones eran acertadas y se ajustaban con una mínima diferencia porcentual al resultado final que se conocía días después.
En 2019 se aplicó por primera vez en una elección presidencial un mecanismo de difusión de resultados preliminares que, tras su intempestiva interrupción, se convirtió en uno de los detonantes de la crisis política que derivó en la renuncia del ex presidente Evo Morales en medio de acusaciones de fraude electoral.
En la elección de este año, los vocales del TSE asumieron el compromiso de reponer un sistema que ofrezca datos preliminares la misma noche de la votación. “Es una necesidad y un símbolo de transparencia, pero principalmente de certidumbre. Al promediar las ocho de la noche ya se tendrían resultados al 80%, lo que brinda confianza tanto a la ciudadanía como a las organizaciones políticas”, manifestó el vocal Gustavo Ávila en una entrevista con la radio Erbol en enero.
Según explicó, el procedimiento del Sistema de Resultados Preliminares (Sirepre) consiste en capturar una fotografía del acta electoral y enviarla al centro de cómputo del TSE, donde se procesará el contenido.
Las elecciones están convocadas para el 17 de agosto y hay nueve frentes en carrera para disputar el voto de 7,9 millones de electores.
Trep y Direpre: cronología de dos sistemas fallidos
El Sirepre, que desarrolla actualmente el organismo electoral, reemplaza al sistema Trep (Transmisión de Resultados Electorales Preliminares) que se implementó en 2019 y al Direpre (Difusión de Resultados Preliminares) que se desarrolló en 2020 pero no se llegó a utilizar.
El 20 de octubre de 2019, los resultados preliminares de la elección perfilaban una segunda vuelta entre Evo Morales y Carlos Mesa, como también lo hacían las organizaciones privadas en base al conteo rápido de mesas representativas. Arbitrariamente y de manera repentina, el Trep se suspendió y dejó de actualizar datos. Sin embargo, y a pesar a que no estaba previsto que llegara al 100% de cobertura, el sistema se reanudó varias horas después y los porcentajes mostraban que Morales ganaba en primera vuelta.
Las primeras acusaciones de fraude electoral surgieron a raíz de la suspensión del Trep y el cambio en la tendencia de los resultados. Más tarde se sumó un informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) que revelaba que hubo manipulaciones dolosas en el sistema informático, entre otras irregularidades. A las masivas protestas ciudadanas, se sumó un motín policial y la sugerencia pública de renuncia que el Alto Mando Militar le hizo a Morales. Dimitió el 10 de noviembre de 2020.
Un año más tarde, las nuevas autoridades electorales ensayaron el sistema de transmisión preliminar Direpre, que dados los antecedentes generaba expectativa. Sin embargo, en la víspera de la votación el entonces presidente del ente electoral, Salvador Romero, anunció su suspensión alegando que no se había podido garantizar la cobertura suficiente de información estadística para garantizar su eficiencia.
“Si no contribuiría a la certeza, era preferible retirarlo. No obstante, la transparencia se garantizaba con el conteo público de los votos en la mesa, la posiblidad de cualquier ciudadano de fotografiar el acta, cuyas copias se repartirían a los partidos”, explica Romero en su libro Elecciones peligrosas (2024).
En esa votación, dos organizaciones privadas cumplieron la función del conteo rápido transmitido por medios de comunicación la misma noche de la votación, como había ocurrido siempre en Bolivia y sus proyecciones fueron similares al resultado final. Los datos oficiales demoraron cinco días en medio de críticas por la lentitud del proceso, pese a haber sido el cómputo nacional más rápido de las últimas ocho elecciones generales.