River se consagró campeón de la temporada 1985/86. Arriba: Jorge Gordillo, Américo Gallego, Carlos Karabín, Nery Pumpido, Oscar Ruggeri y Alejandro Montenegro. Agachados: Luis Amuchástegui, Héctor Enrique, Claudio Morresi, Enzo Francescoli y Roque Alfaro

Abuelo y nieto retomaron la antigua costumbre. Los desmanejos de la dirigencia les habían arrancado el rito dominguero. El almuerzo rápido, el colectivo 64 para unir Congreso con la Boca y poder estar en la cancha para ver al equipo de sus amores. La Bombonera había sido cerrada para partidos oficiales, por problemas en su estructura, en agosto del ’83, y solo, como efímeras alegrías, Boca había jugado tres veces allí en el ’84. Las cosas habían cambiado y aquel sábado 6 de julio, volvieron a sentirse felices, de reanudar la liturgia de estar allí, porque con el comienzo del torneo, regresaba a su casa, para enfrentar a Racing de Córdoba en la primera fecha.

Todavía resonaban los ecos. Aún en algunos corazones se aceleraban los latidos. Apenas habían pasado seis días de la angustiante clasificación para el Mundial de México ’86, en aquella lluviosa tarde frente a Perú en el estadio Monumental. Era la hora del inicio de un nuevo campeonato de Primera División. No sería uno más, porque traía muchas modificaciones para una tradición de más 50 años de profesionalismo.

La tapa de El Gráfico con el auspicio debutante de Fate

Mientras se acomodaban en sus habituales lugares, siempre con mucha anticipación, para estar más tranquilos, el nieto le fue contando a su abuelo, que no terminaba de entender, como era la restructuración. Por primera vez un torneo se iba a disputar por temporada, con inicio a mitad de año y epílogo en la misma época del siguiente. Se abolía para siempre el Nacional, aunque el correspondiente al ’85 seguía en curso, como ya detallaremos y aparecía la palabra liguilla en el vocabulario.

El año futbolero ’85 había arrancado en el verano, con el último Nacional de la historia. Se desarrolló entre febrero y abril, cuando fue suspendido tras un hecho luctuoso como fue la muerte de un joven hincha de Boca, Adrián Scasserra, en la popular de la cancha de Independiente. Pocos días más tarde, la Selección dio el puntapié inicial para su preparación rumbo a las eliminatorias y por eso, la reanudación, quedó para el mes de julio.

¿Dos torneos en simultáneo? En el fútbol argentino (siempre) todo es posible. Ese fue el motivo por el cual la primera fecha del campeonato 1985/86 se disputó el sábado 6. Porque las instancias decisivas del Nacional, en sus ruedas de ganadores y perdedores, se programaron para el feriado del martes 9 de julio. Lejos estaba de concluir esa competencia, a la que aún le quedaban dos meses de rodaje y se iría disputando entre semana, mientras el certamen de primera iba los domingos. Una locura.

Carlos Tapia festeja su golazo de tiro libre con un inhabitual número 9 en el pantalón, acompañado por Omar Bordet y José Luis Brown

Entre los pases más destacados estuvo el de Ramón Centurión a Boca. El goleador, procedente de Unión, era pretendido por varios equipos. Llegó en medio de una gran expectativa, que rápidamente respondió, marcando seis goles en las primeras fechas. Luego malogró tres penales sucesivos y se peleó con la hinchada. A fines de ese año pasó nada menos que a River Plate.

Los Millonarios solo tuvieron una incorporación en el inicio de la competencia y fue la de un futbolista que llegó casi en silencio y sería clave para la obtención del título: Claudio Morresi. Con él se dio una situación particular. Disputó las dos primeras fechas para Huracán y allí fue comprado por el América de Cali, club en el que jamás actuó. Hacia allá partió Ricardo Gareca, que había jugado los dos primeros partidos en River y el hombre del Globo de Parque Patricios fue a Núñez en parte de pago. Un laberinto complejo, pero que parecía natural en aquellos tiempos. Y ahora también.

Oscar Acosta remata y pega en el palo. Empate de Ferro ante Talleres en el primer partido luego de la partida del Beto Márcico

El nieto cumplió la cábala de llevar la radio para poder ir pasándole los resultados de las otras canchas al abuelo, que tenía gran capacidad para recordar los 9 partidos simultáneos de la jornada. Se pusieron de pie para aplaudir la salida de Boca, que nuevamente se sentía Boca, al pisar el césped de la Bombonera. Lo primero que les llamó la atención era que la camiseta tenía publicidad. Ya había lucido otras marcas, como la memorable de Vinos Maravilla en el ’83 y la poco recordada de Dekalb en el ’84. Ahora eran los neumáticos Fate que ponían su nombre en azul sobre la franja amarilla, en medio de las innovaciones que llevaba adelante la nueva comisión directiva, encabezada por Antonio Alegre. Los números de aquel contrato resultan irrisorios 40 años más tarde: 8.500 dólares por mes.

A la misma hora, en la cancha de Vélez, los hinchas de River atravesaban un sentimiento similar, porque la misma empresa se estaba convirtiendo en el primer sponsor en la historia del cuadro de Núñez. No estaban en Liniers para enfrentar a los locales, sino para medirse ante Temperley que, en un caso habitual de esos años, cedió la localía a cambio de una buena recaudación. La apretada victoria por 1-0 con gol de Amuchástegui en el segundo tiempo, fue el primer escalón de una campaña extraordinaria.

En ese momento, los tres mejores equipos del fútbol argentino, y los representantes en la Copa Libertadores eran Independiente, Argentinos Juniors y Ferro Carril Oeste. Todos habían aportado jugadores a la Selección que disputó las eliminatorias y tras ella, perdieron a alguno de sus mejores elementos, transferidos al exterior.

El Beto Alonso contra Temperley, entre Custodio Mendes y Vargas. Primer partido oficial en la historia de River con auspicio en su camiseta

En los Rojos de Avellaneda las bajas fueron dos, que desarmaron parte de su estructura ganadora: Jorge Burruchaga se fue al Nantes de Francia y Enzo Trossero al Toluca de México, aunque estuvo presente en aquella fecha inicial, en la dura derrota frente a Instituto en Córdoba por 3-0. El cuadro de La Paternal era el campeón vigente en el ámbito local, luego de haber obtenido su primera estrella a fines del ’84, pero tuvo que resignar a su letal goleador, Pedro Pablo Pasculli, transferido al Lecce de Italia. Pero el que más sintió ese mercado de pases fue Ferro. El cuadro dirigido por Carlos Griguol era un permanente animador de cada torneo desde el ’81. Un equipo sólido, de gran defensa y dinámico medio campo, tenía en el Beto Márcico a su máxima estrella. Fue imposible rechazar la oferta del Toulouse y su vacío no pudo llenarse jamás, iniciándose allí, lentamente, la caída de Oeste de los primeros planos.

Para los tres fue compleja aquella primera fecha. A la citada caída de Independiente en Córdoba, le debemos sumar el empate en un tanto como local de Ferro ante Talleres y la victoria por la mínima de Argentinos Juniors ante Huracán en cancha de Atlanta, donde el cuadro de Parque Patricios hizo de local, por no tener aún en condiciones su estadio, por las reformas en el área de seguridad que requería la AFA. Los Bichitos serían los campeones, dos meses más tarde, del extraño Nacional que se continuó disputando entre semana, derrotando en la final a Velez Sarsfield.

Fue un torneo con varias situaciones particulares. Pero sobre todo dos, resultan increíbles. La primera tuvo como partícipe a Gustavo Yalvé, buen delantero de Chacarita Juniors. Había sido transferido al fútbol francés en los días previos al comienzo del campeonato, pero al llegar a ese país, hubo problemas con el pase y debió regresar. Jugó para el cuadro de San Martín en las fechas 2 y 3. Como el libro de pases seguía abierto, fue adquirido por Independiente, donde debutó en la cuarta jornada. El Rojo tenía un plantel repleto de figuras, por lo que tuvo pocas oportunidades. El libro de pases volvió a abrirse a fin de año y en ese momento pasó a Estudiantes de La Plata, configurando uno de los pocos casos de un futbolista que actúa entre tres equipos en el mismo torneo.

El segundo caso fue el insólito que protagonizó Pedro Marchetta, que dirigió en dos equipos al mismo tiempo, uno en primera y otro en la B. Fue el técnico que logró el ascenso con Rosario Central varias fechas antes. Con el regreso concretado, firmó contrato con Vélez, pero aún restaban dos jornadas del torneo de la B. El 22 de noviembre estuvo en Rosario Central 5 – Sarmiento 1 y dos días más tarde debutó en Vélez, en el empate 2-2 ante Gimnasia. Una semana después, aumentó el récord al dirigir en días consecutivos: sábado 30 de noviembre (Almirante Brown 2 – Rosario Central 1) y domingo 1 de diciembre (Deportivo Español 3 – Velez Sarsfield 0).

En los medios, también aquella temporada 1985/86 fue relevante por dos apariciones. En el mercado del periodismo escrito salió a la calle Sólo Fútbol, a partir de la segunda fecha, con la inteligente iniciativa de no salir a competir con El Gráfico, líder absoluto e imbatible. Su idea fue apuntar al fútbol de ascenso y las divisiones inferiores, con un periodista en cada cancha. También volcándose más hacia la estadística. Le dio resultado porque encontró un público ávido de esa información y a un precio más accesible.

Derrota de Independiente en Córdoba frente a Instituto en el debut. Primer partido sin Jorge Burruchaga y último de Enzo Trossero

El domingo 4 de agosto comenzó una nueva era en el fútbol por televisión en nuestro país con la emisión inicial de Fútbol de Primera en la pantalla de ATC. Con los relatos de Mauro Viale y los comentarios de Enrique Macaya Márquez, que también era el conductor, fue cambiando la manera de ver los partidos. No solo porque se emitían compactos de los mismos, sino porque lentamente le fueron agregando detalles, que no pararon de enriquecer el programa hasta convertirse en verdadero clásico.

Desde el arranque del torneo, pudo apreciarse que había un equipo claramente superior al resto. Ese River dirigido por el Bambino Veira fue sacándole cada vez más ventaja a sus rivales, consagrándose campeón varias fechas antes del final y terminar con 10 puntos de ventaja sobre quienes terminaron segundos que fueron el muy buen Newell´s dirigido por el Indio Solari y el sorprendente Deportivo Español, que venía del ascenso y conformó una base que se mantendría por muchos años peleando los puestos de vanguardia.

El cuadro del Bambino contó con un Enzo Francescoli rutilante. Cada aparición parecía estar angelada, jugando y haciendo jugar a sus compañeros. Además, fue el goleador del campeonato. Conformó una excelente dupla de ataque con Claudio Morresi que obligó al entrenador a mantener en el banco nada menos que al Beto Alonso. Otra de las claves fue su mediocampo, con el incansable Tolo Gallego en el centro, muy bien secundando por Roque Alfaro y Héctor Enrique, de tarea consagratoria, que lo llevó a la selección campeona del mundo en México. Allí también estuvieron otras dos piezas fundamentales: Nery Pumpido y Oscar Ruggeri.

Boca aprovechó muy bien la apertura del mercado de pases de fin de año, incorporando jugadores que tendrían importante rendimiento como Jorge Higuaín, Luis Abramovich, Milton Melgar y Jorge Rinaldi. Ellos se sumaron la eterna sapiencia de Hugo Gatti y el destacado nivel de Carlos Tapia y Julio Olarticoechea, que los llevaron al Mundial, para redondear un buen cierre de campeonato.

El domingo 20 de abril finalizó el torneo con River Plate campeón y Chacarita Juniors como el único equipo que descendió en forma directa. Huracán, segundo peor promedio, debió disputar un torneo reducido con los siete mejores del Apertura de la Primera B. Pese a tener buenos futbolistas, como el Toti Iglesias y los Claudios, García y Cabrera, perdió en la final contra Deportivo Italiano y descendió por primera vez en su historia.

Apenas superados los rumores sobre el posible despido de Bilardo como técnico de la Selección y a punto de comenzar la gira previa a México ’86, dio comienzo la liguilla. Se fue desarrollando en paralelo con el derrotero del cuadro nacional en sus últimos amistosos y el inicio del Mundial. La final fue de película. Newell’s ganó la ida 2-0 en la Bombonera y se puso 1-0 en el desquite en su cancha. Sin embargo, en una remontada espectacular, Boca ganó 4-1 y se quedó con el pasaporte a la Copa Libertadores.

Como casi un año antes, abuelo y nieto estaban juntos. No en la cancha, pero si aferrados a la querida radio portátil, escuchando las noticias que llegaban desde Rosario. Era el día del padre y sería uno de los más recordados, por como lo festejaron. Veinticuatro horas más tarde, Argentina venció a Uruguay 1-0 y se encaminaba a la gloria máxima, que lo esperaba el domingo 29, en el estadio Azteca.