Detrás de ese gran nombre está su nombre, el de Bernarda Cella. Ella (de 27 años e hija del reconocido productor televisivo Luis Cella) es la “madre” de Olga, el canal de streaming del que todos hablan y que no para de crecer. Desde que se lanzó, el 12 de junio de 2023, no hace más que batir récords: superó 1,47 millones de suscriptores en Youtube; entre, Instagram, Tiktok y Twitter suman más de 2,2 millones de seguidores. En su departamento de Barrio Norte, mientras suena una playlist con temas de Tini y Miranda, Bernarda resume a ¡HOLA! Argentina cómo gestó –inicialmente junto con su hermano mayor, Luis– el proyecto más importante de su vida: “Al principio, fuimos él y yo, solos, contando lo que queríamos hacer. Por suerte, las personas que necesitábamos que creyeran en el proyecto creyeron. A partir de ahí, se armó. Fue mágico”, dice ella y cuenta que, tras el éxito de la propuesta, Olga no sólo tendrá su casa matriz en Humboldt y Cabrera, en Palermo [un estudio vidriado como los de Nueva York que, en cada movida, convoca miles de fans], sino que se expandirá a otros países. Además, tendrá su teatro y también festival de música propios.

–Hablaste de suerte. ¿Eso hubo?

–No, no diría suerte. Hay muchos factores que hacen que las cosas sucedan como suceden: acá, a la magia la generamos nosotros todos los días. Es pura garra. Estamos orgullosos de lo que armamos. Y, encima, la gente nos elige: en 2024, fuimos el canal de streaming con más vistas totales en todo el país. Y cuatro transmisiones que hicimos –el 1° de mayo, el Spinetta Day, el Cris Morena Day, el Charly Day– fueron las más vistas en todo el mundo.

–Tu primer trabajo, antes de ser asistente de producción de los programas televisivos de Susana Giménez, Marley y Georgina Barbarossa, fue hacer fotocopias en Radio Nacional. ¿Pensaste que no se te iba a dar?

–Si tenés claro qué querés y trabajás para alcanzarlo, es difícil que no logres nada. Desde chica, supe que me apasionaba todo lo relacionado con el trabajo de mi papá: estar en los pasillos de los canales, aprendiendo. A los 10 años, pedí que me anotaran en la ORT, que tiene una secundaria con orientación en medios de comunicación. Estudié Producción de Televisión (TEA), hice la licenciatura en Comunicación (UCA) y me especialicé en Comunicación Digital (UCA y Pompeu Fabra, Barcelona). Nada fue casual; me preparé mucho: el ciento por ciento de mis decisiones fueron para lograr mi sueño. Si te entrenás, es probable que ganes el partido. Incluso teniendo mucho en contra: si sos mujer, tenés menos de 30 y querés hacer algo diferente, la gente desconfía. Antes del lanzamiento de Olga, el comentario que más me dijeron fue: “Estás loca”. Cuando, finalmente, creamos nuestra productora con Luis, decidimos anotarla como “22”, que es el loco. El 22 también fue el día que murió mi papá [en febrero de 2013, por una insuficiencia renal].

“Desde que lanzamos Olga, en 2023, estoy bastante poco en casa”, dice en referencia al el departamento en el que vive. Se trata del lugar donde vivieron por años con su madre sus hermanos. “Todos se fueron mudando y yo me fui quedando acá”, dice.

–El apellido Cella es palabra mayor en la tele. Programas como Nuevediario, Mónica presenta, Telenoche y los exitosos ciclos de Susana Giménez, en Telefe, fueron producidos por tu papá. Dicen que hasta el CEO de ese canal, Darío Turovelzky, conserva un adorno singular en su escritorio: tres piedras que llevan, cada una, “insistir, persistir y resistir”, tres palabras que tu papá repetía.

–Aunque yo no tengo un objeto así, esos principios los tengo acá. [Se señala el corazón]. Esos verbos también me representan. En la tele, hizo mil cosas que, en su momento, nadie había hecho antes. Hacía todo con alegría, perseverancia y energía. Si bien no convivíamos con él –porque mis padres se habían separado hacía mucho–, fue siempre un padre superpresente. Nos llevaba a la cancha, a recitales, a viajes… Cuando éramos chicos, nos pasaban cosas que, para nosotros eran normales, pero que no les pasaban a los demás: ir a canales de televisión o a las redacciones de algún diario, conocer actores. ¡Nadie nos creía! “Ahá”, me decían las maestras cuando contaba que el fin de semana había estado con Susana Giménez.

–¿Creés que el apellido te abrió a vos y a tu hermano Luis la puerta para este gran presente?

–Algunos años atrás, cuando recién empezaba a pensar en un canal de streaming, tuve la inquietud de pedir entrevistas con personas interesantes de diferentes ámbitos. Quería aprender. Hubo gente que no me recibió. Mario Pergolini fue uno de los que sí me atendieron: para mí, él está diez pasos adelante en todo. Sus consejos fueron increíbles; pero ¿sabés qué me dijo antes de recibirme?: “Por lo único que te atiendo es por tu apellido”. Me encantó que me dijera eso. Mi papá se murió hace doce años y, sin dudas, la gente que lo quiso fue lo mejor que nos dejó. Si bien el apellido pudo habernos ayudado, no fue fundamental. Porque te pueden abrir la puerta, pero después, cuando estás adentro, todo depende de vos y de tus recursos: tenés que demostrar que tenés algo más que el apellido. Luis y yo, por otra parte, hacemos algo distinto a lo que mi papá hacía.

–¿También le pediste consejos a Susana?

–Susana es familia. Con ella, Mercedes [Sarrabayrouse] y Lucía [Celasco] la historia nos une. Porque, además de trabajar juntos, Susana y papá eran amigos. A Susana la veíamos incluso mucho más que a otros tíos o primos nuestros. Me llevo mejor con ella que con algún familiar. Siempre me dio muchos consejos; todos, buenísimos. Susana es generosa y habla desde el amor absoluto. Cuando te dice “es por ahí”, no se equivoca. No conozco a nadie tan brillante como ella.

“Así como heredé de mi papá la pasión por el trabajo o por el fútbol, de mi mamá heredé la seguridad para ir hacia lo que quiero. Soy mandada gracias a ella

–¿Y a tu mamá le pediste consejos?

–Así como heredé de mi papá la pasión por el trabajo o el fútbol, de mi mamá heredé la seguridad para ir hacia lo que quiero. Soy mandada gracias a ella: toda la vida supe que, hiciera lo que hiciera, mi mamá siempre iba a estar para mí. Ella es mi fan número uno y, a la vez, yo soy su fan número uno… Con todo lo bueno y con todo lo que no comparto tanto también.

–¿En qué sentido decís eso?

–Mi mamá [María Fernanda Garavaglia] es la mejor mamá del mundo, pero durante años dependió económicamente de mi papá. Tras su muerte, ella quedó a cargo de la familia: mi hermano Luis tenía 18; yo, 16 y mi hermano Pedro, 14. Fue muy fuerte ese momento. Esa situación me enseñó de muy chica a no querer depender de nadie y, quizás, haya sido la razón por la cual le di tanta importancia al estudio y al trabajo. Mi mamá salió adelante y, después, armó con su hermano una exitosa empresa metalúrgica [ella fue quien montó el estudio de Olga]. Mi mamá es un ejemplo de resiliencia.

Bernarda, en su casa. Al departamento, le hizo reformas y lo decoró a su gusto.

–Siempre se dijo que los productores de medios están todo el tiempo conectados con el trabajo. ¿Te cuesta desenchufarte?

–¡Sí! Durante mucho tiempo, mitad de mi día trabajaba y la otra mitad iba a la facultad. Los fines de semana estudiaba. Ahora estoy un poco más tranquila, pero la realidad es que amo lo que hago. Y eso es una trampa: porque me encanta hablar de Olga, de lo que hacemos, de lo que vamos a hacer, pero también me gusta hablar de la industria, de otros trabajos… Estoy orgullosa de poder hacer lo que me gusta y del equipo que armamos con Luis y con Migue Granados, conductor estrella y también socio de Olga. Disfruto tanto que no quiero irme del canal. Trato de controlar mi pasión, pero me cuesta.

–¿Te lo hizo notar alguien en particular?

 –Mis amigas, que decían que era un poco workaholic y que, si quería tener muchos hijos –como siempre digo– tenía que dejar de ver al trabajo como prioridad. Estoy tratando de desconectarme los fines de semana, de programar viajes… Antes, no lo hacía ni loca. Estoy aprendiendo. Y, para este año, uno de mis objetivos personales es reducir la cantidad de horas con el celular.

–¿Qué hacés por fuera del trabajo?

–Hago pilates y trato de entrenar. Como en Olga todo es nuevo y supone desafíos constantes, hago coaching empresarial: Migue [Granados] se ríe de nosotros, pero a mi hermano y a mí nos ayuda. Hoy, por ejemplo, ni Luis ni yo hacemos más tareas de producción: manejamos el área digital y lo administrativo, analizamos balances. El año pasado, comencé oratoria. Y hago terapia, que me ayudó con la muerte de mi papá. Cambié mucho con su muerte; empecé a elegir lo que quiero hacer y a la gente a la cual quiero darle mi tiempo. Me hizo ver que no hay nada más valioso que el tiempo, porque es cortito.

Con su papá, el productor general Luis Cella. “Al ser la única hija mujer, fui siempre la consentida”, admite. En la cara interna de su muñeca, Bernarda tiene tatuadas las iniciales de su padre.

–Recién dijiste que querías tener hijos…

–Soy bastante tradi. Así como me importaba tener una carrera, sueño con tener muchos hijos, pero no estoy apurada [a principios de 2025, se confirmó el fin de su relación con el periodista político Iván Schargrodsky]. Para mí, los mejores y los peores momentos son con mis hermanos. Mi hermano menor, Pedro [trabaja en la empresa de su mamá], es lo más: es fan de Olga, mira todo y me cuenta. A los 13 años, con Luis nos matábamos. Hoy, Luis no sólo es mi socio, sino que es mi mejor amigo.

¿Te hubiera gustado poder mostrarle tus logros a tu papá?

–Se lo muestro todos los días. Él sabe que estoy muy contenta; sabe que estoy viviendo lo que siempre soñé. Lo ve.

Con María Fernanda Garavaglia, su mamá. El tatuaje que tiene en su antebrazo –dice “Ella”– se lo hizo en su honor. Junto su hermano Luis y Migue Granados –socio, director artístico y conductor de Olga– en la megafiesta que organizaron por el primer aniversario del canal. “Vamos por más. Hoy el streaming es cada vez más accesible para todos: hasta mi abuela ve Olga”, dice Bernie. En 2024, en la fiesta que Susana Giménez organizó en Punta por su cumpleaños 80.

Agradecemos a Enzo Barrios @enzobarrios (peinado), a Delfina Rogers (@delfirogers), @stell_aparicio y @aracanojewelry

La tapa de revista ¡Hola! de esta semana