Los límites de los barrios no siempre se definen por calles o avenidas sino también por ritmos y pulsos propios, atributo que los convierte en ciudades por sí mismas, aunque a una escala mucho más humana y accesible. Una muralla invisible divide el mapa en dos y del otro lado el tiempo tiene un andar distinto: aunque estamos a una hora de lo que se considera el “centro”, enseguida cambian el paisaje y las costumbres de sus habitantes. Villa Devoto es uno de los pocos rincones porteños en donde el visitante olvida que está dentro de algo mucho más grande.

Casa de Francisco Beiró, en Villa Devoto. Es una vivienda con protección histórica que esta abandonada y con riesgo estructural en una zona de edificios nuevos y casas modernas. La casa esta en José Luis Cantilo 4500 (esquina Marcos Paz)

Estar en Buenos Aires sin sentir que estamos en Buenos Aires. Esa condición de paraíso urbano se ha vuelto un arma de doble filo: con los emprendimientos gastronómicos de la última década llegó también la especulación inmobiliaria, a la caza de alguna esquina baldía o una mansión a punto de derrumbe. Semanas atrás los vecinos volvieron a convocarse frente a la Casa Beiró, en Cantilo al 4500, donde vivió el histórico dirigente radical. Pese a contar con protección cautelar, el abandono sistemático de la propiedad es, al menos, sospechoso. El mismo interrogante genera el destino del Palacio Ceci, una fabulosa edificación de comienzos del siglo XX que está siendo puesta en valor por el Gobierno de la ciudad con la presunta intención de convertirlo en sede del Distrito del Vino.

“Villa Devoto sigue siendo distinto, no porque sea nuestro, pero pasa también con otros barrios como Mataderos: los vecinos son gente nacida y criada acá. Suena medio cheto, pero en realidad es así. El que es de Devoto siente cierto orgullo y vuelve o no se va nunca. No es un barrio de paso. Devoto se elige con el corazón porque de entrada sabés que vas a tomar dos colectivos para llegar al centro; que tenés una hora de viaje porque estás lejos de todo, que tus amigos no quieren venir porque les queda muy trasmano, están todos por Palermo. Eso es lo que nos hizo pueblo, dicen” sostiene Diego Cabales, nativo del barrio, fotógrafo de profesión y fundador de la Revista Devoto.

Ante la demanda inesperada luego de la pandemia, en 2020 comenzó a organizar recorridos por los principales atractivos de la zona: el primer paseo tuvo más de 100 inscriptos, cifra que llegó a 500 cuando después se habilitaron unas visitas especiales al Palacio Ceci. La noticia es que después de un tiempo suspendidos vuelven los paseos este 25 y 26 de enero, una excusa imprescindible para conectar con la historia y el patrimonio local. La caminata atraviesa unas veinte cuadras y pasa por 15 puntos fundamentales de la vida del barrio, algunos de los cuales destacamos aquí. Como parte de la actividad, Cabales proyectará en el Café Berlín parte de su archivo de imágenes del barrio.

Los circuitos patrimoniales por Villa Devoto vuelven a funcionar

Antonio lo pensó muy bien

Devoto es especial desde su origen: no todos los barrios fueron fundados por un conde italiano que se hizo de abajo. Antonio Devoto llegó a la Argentina con lo justo y amasó una fortuna gracias a su visión empresaria y a los grandes latifundios que poseía en la zona más productiva, además de estar conectado con la élite política de su tiempo y ser titular del Banco Inmobiliario que en 1889 compró las tierras para levantar un pueblo casi a su medida. Sea por negocios o puro altruismo, mantuvo un respetado criterio al momento de imaginar la fisonomía del lugar. Su consultor de cabecera era el arquitecto (también piamontés) Juan Antonio Buschiazzo, el mismo que diseñó la Avenida de Mayo, el Mercado de San Telmo, el barrio de Saavedra, los hospitales Durand, Muñiz y el Italiano; los cementerios de la Chacarita y Recoleta; también el edificio del diario LA NACION en calle San Martín, además de residencias famosas y otras arquitecturas icónicas de Buenos Aires, incluso se sabe que fue quien primero pensó la Av. 9 de Julio.

Coinciden las crónicas que Buschiazzo dibujó primero la Plaza Arenales para configurar un trazado que, a pedido de Devoto, debía evitar el tradicional damero español de Buenos Aires. Esas cuatro hectáreas verdes alojan casuarinas, nogales, magnolios, eucaliptus, álamos y otras especies centenarias, y antes se llamó Paraje Santa Rosa en honor a la primera esposa de Devoto, Rosa Viale. Viéndola desde arriba es como un tablero de Ta-Te-Ti, un centro de irradiación del que parten ocho calles: cuadros diagonales por las esquinas y otras cuatro desde el centro a cada lado. Más que imitar el modelo parisino de diagonales, estas arterias entonces conectaban estratégicamente con otras áreas, devenidas hoy en barrios importantes como Belgrano y Flores.

En el centro del predio destaca el monumento a la bandera realizado por el escultor Luis Perlotti. Fueron famosos los corsos celebrados ahí hacia la década de 1930, recuerda el escritor Bioy Casares en “El sueño de los héroes”.

Antonio Devoto llegó a la Argentina con lo justo y amasó una fortuna gracias a su visión empresaria y a los grandes latifundios que poseía en la zona más productiva.

Vecinos unidos y organizados, siempre

Como en el pasado, tal vez porque pertenecían a cierto nivel social o compartían el origen europeo, en Devoto existe conciencia de vecindad. Según la tesis de Erica Cubilla, magister en ciencias sociales e investigadora del Conicet, a mediados de la década de 1930 existían al menos 10 sociedades de fomento, 20 clubes deportivos, dos bibliotecas públicas, seis sociedades de inmigrantes, diversas congregaciones católicas, protestantes y judías; existía el Círculo de Profesionales de Villa Devoto, el Círculo de Obreros Católicos y la Liga de Comerciantes de Villa Devoto, entre otras organizaciones sociales. El barrio tenía cerca de 10 escuelas públicas y privadas, una comisaria y la Alcaldía de Contraventores. En 1935 las asociaciones vecinales y algunos personajes distinguidos del barrio juntaron esfuerzos y dinero para la ampliación e inauguración del Hospital Abel Zubizarreta. Hoy siguen atentos a las transformaciones del área, para impedirlas, o apoyarlas, siempre con la idea de preservar la identidad que los define.

La escuela construida por Devoto y que lleva su nombre

Tras las huellas de Buschiazzo y la ex suegra de Corina Kavanagh

Arquitecturas de finales y principios del siglo XX conviven con residencias y chalecitos con fachadas que van del eclecticismo al pintoresquismo, algunos en estado original, otros actualizados con dudoso criterio contemporáneo. La mayoría soporta la presión de las inversiones privadas que aprovechan los grises del Código Urbanístico para plantar edificaciones de ladrillo hueco, aunque el casco histórico de Devoto se encuentra bajo el Área de Protección Histórica (APH36) y más de 60 propiedades ostentan protección cautelar, la más baja de todas, entre ellas la ex Casa de Francisco Beiró. Pero de los muchos palacetes que hubo en Devoto quedan pocos en pie, y no todos se pueden visitar.

Entre los más imponentes y antiguos figura el hogar San Vicente de Paul, de 1899 y ocupado desde mediados del siglo XX por una institución educativa. Ubicado entre la avenida Mosconi y las calles San Nicolás, Joaquín V. González y Gabriela Mistral, la obra fue impulsada por Mercedes Castellanos de Anchorena, la hipotética ex suegra de Corina Kavanagh, dueña del primer rascacielos porteño frente a la plaza San Martín. Cuando se inauguró la capilla del asilo, Mercedes organizó los festejos, que concluyeron con una visita a los jardines del inglés John Hall, millonario vecino del barrio y el más grande coleccionista de orquídeas y porcelanas de aquella época. La casa de Hall es hoy la escuela de jardinería de la UBA y solo queda la espléndida arboleda.

Mercedes también costeó la parroquia Inmaculada Concepción, junto al Seminario Conciliar de la calle José Cubas 3543, atribuida (con dudas) al arquitecto Pedro Benoit y construida por la empresa de Alfredo Ceci, propietario del famoso palacio homónimo. Los hermanos Ceci construyeron casi todos los proyectos de Buschiazzo en la zona, de ahí que haya dudas sobre la autoría de algunas obras. Frente a la plazoleta Policía Federal, esta vivienda familiar sigue siendo una joya arquitectónica: cuenta con vitrales, escaleras, pisos de roble de Eslavonia y mayólicas traídas de Nueva York, incluso la ornamentación exterior es obra de Luigi Trinchero, autor de los bustos del Salón de la Música del Teatro Colón. Ceci Hermanos levantó el Seminario, la Basílica de San Antonio y el desaparecido Palacio Devoto diseñado por Buschiazzo, demolido antes de inaugurado. Actualmente desde la calle se observan los trabajos de restauración, en manos del mismo estudio que recupera la Confitería del Molino.

En la esquina de enfrente queda parte de la antigua vivienda de Federico Devoto (sobrino de Antonio), hoy sede de la Academia Cultural Inglesa. En la fachada el artista Martín Ron @ronmuralist dejó un mural precioso de los Beatles. Dentro de los últimos trabajos que Buschiazzo realizó para la Municipalidad de Buenos Aires se encuentra el proyecto de 1922 para una cárcel celular en la Capital Federal. Una muy prestigiosa publicación dedicada al patrimonio arquitectónico lo da como el proyectista de la cárcel de encausados de Villa Devoto, pero no hay documentación suficiente para afirmarlo.

Villa Devoto

Fainá con tomates confitados en el Palacio Avenati

La antigua quinta de verano de Antonio Devoto y su primera esposa Rosa Viale también es obra de Buschiazzo (1890), más tarde donado por su segunda mujer Elina Pombo y hoy convertido en la Escuela de Educación Media N° 3. El ala antigua del Palacio Tamini se convirtió en una parte del actual Hospital Zubizarreta, y el único posible de visitar es el construido en 1895 por el arquitecto Bruno Avenati, ubicado en parte del terreno antes ocupado por el Palacio Devoto, entre Pareja, Habana y Sanabria. De factura 100% italiana, el Palacio Avenati conserva un ascensor (y aún funciona) instalado cuando todavía no había llegado la electricidad al barrio. A finales de la década de 1980 fue salón de fiestas y hoy es un restaurante. La casa mantiene en condiciones su estructura y detalles de estilo.

El Palacio Avenati hoy funciona como restaurante y casa de eventos.

Sobre la calle Cantilo hay otras curiosidades: la casa de ladrillo visto que Maradona le había comprado a sus padres (Cantilo 4575), la casa donde se filmó una escena de la película La historia oficial (Cantilo 4178) y está el castillito de Olga, una chancha que vive en el jardín delantero de una casona con torreta medioeval. En invierno suele andar abrigada con un buzo polar, cuentan los vecinos (Cantilo al 4100).

Cafés donde vivir el barrio: Berlín, de García y el Alemán

El final obligado de un paseo por Devoto incluye una parada en sus espacios gastronómicos emblemáticos, en particular el Café de García, declarado Bar Notable. Sirven suculentas picadas y entre sus clientes famosos figura el Diego, que iba por un cafecito y de paso firmaba fotos, algunas exhibidas entre camisetas y cuadros algo desteñidos por el tiempo. El Café Berlín hoy es escenario para conciertos y bandas de música en vivo, y el Bar Alemán, a pocas cuadras, mantiene su patio cervecero y una carta de especialidades alemanas en porciones de madre. Claro, está lo nuevo: Betular patisserie (nunca hay mesa libre), Alicia restaurante, la heladería Rapanui en una esquina frente a la plaza, Raix y, entre otros sitios, la remozada Casa de la Villa (Palacio Avenati), el único donde sentir que estamos en Villa Devoto, lejos de Buenos Aires…

En el Café Berlín se puede ver material de archivo y es un momentod e encuentro de quienes participan de las caminatas organizadas por al revista Devoto