La huella ambiental del ser humano es alarmante debido a la cantidad de recursos que utiliza para fabricar materiales que contaminan el planeta, además de que los residuos que produce tampoco son amigables con el medio ambiente.
Un ejemplo de estos materiales dañinos es el unicel, pues su producción implica el uso de recursos no renovables, específicamente derivados del petróleo, hecho que a su vez afecta más al ambiente, pues libera clorofluorocarbonos (CFC) y otros contaminantes que afectan la capa de ozono y contribuyen al cambio climático.
Además, al no ser biodegradable, su tiempo de descomposición puede alcanzar los 500 años, lo que significa que los residuos se acumulan en vertederos y océanos, lo que genera microplásticos perjudiciales para la vida marina.
Otro problema que involucra a este material aparece cuando se descompone en el medio ambiente debido a que se fragmenta en pequeñas partículas que pueden ser ingeridas, lo cual puede causar bloqueos gastrointestinales y, en muchos casos, la muerte de distintas especies.
Un servicio que transforma los residuos
Ante esta situación tan grave, algunas organizaciones buscan opciones que resulten benéficas y entre ellas está un servicio de recolección de unicel a cargo de R3VIRA, un proyecto que busca retirar de calles, tiraderos y la naturaleza, residuos que pueden ser aprovechados en vez de ser dañinos.
Durante la última semana del mes se realiza una ruta de recolección de unicel en diferentes puntos de la Ciudad de México a lo largo de las distintas alcaldías que la conforman y esta labor se hace con el fin de darle un segundo uso a este material tan dañino y perjudicial.
Además, una de las ventajas de esta alternativa es que aceptan tanto el unicel 6PS, que es el que se utiliza para los productos alimenticios, como el unicel de embalaje, es decir, el que viene junto con los productos que adquirimos en supermercados y que traen alrededor con el fin de protegerlos y evitar que sufran daños en su traslado.
Con esta propuesta, el proyecto R3VIRA ofrece una opción que además de recolectar productos dañinos, une tanto a particulares y gobierno como a empresas productoras, socios acopiadores y a la población en general para sumar esfuerzos y permitir que se alcance el objetivo de utilizar menos recursos, lo que a su vez permitirá disminuir la contaminación ambiental.
Lo que hace este proyecto es llevar el material a fábricas mexicanas de las que ha comprobado directamente que manejan de una forma adecuada el material, así como comprobar que cuentan con los permisos y los procesos más adecuados para no generar residuos tóxicos.
El unicel como problemática grave
De acuerdo con un artículo publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los peligros asociados al uso del unicel, material conocido técnicamente como poliestireno expandido, son múltiples y señala que durante la pandemia de Covid-19, incrementó el uso de estos contenedores debido a los servicios de entrega de comida a domicilio.
Al terminar en basureros o incluso en los océanos, con el tiempo se convierten en microplásticos que afectan a la fauna marina, además de que su fabricación y destrucción generan sustancias contaminantes, como dioxinas y gases que afectan la capa de ozono.
De acuerdo con la UNAM, al calentar alimentos en recipientes de unicel, representa un riesgo para la salud, pues libera químicos tóxicos, por lo que no es recomendable usarlos en dichas condiciones.
Además, también menciona que aunque existe una planta de reciclaje de unicel en México, la capacidad que tiene este lugar es mínima comparada con la cantidad que se produce, pues se estima que se consumen alrededor de 125 mil toneladas anuales, de las cuales un 25% se destina a productos desechables.
El texto también resalta investigaciones como la del doctor Jesús Gracia Fadrique, quien desarrolló un proceso químico que permite transformar el unicel en productos como esmalte o pegamento pero menciona que aún así sería mejor buscar alternativas más sustentables como el cartón.