La última semana de 2024, la empresa Bersa, fabricante de las armas no letales Byrna, hizo una mudanza de mercadería desde Ezeiza hacia un depósito de Florida, en Vicente López. Días atrás, después de un control interno, se detectó un faltante de pistolas, rifles tácticos de aire comprimido, municiones de goma y cartucheras. Parte del armamento había sido revendido a una armería de San Justo, en La Matanza, y detrás de la operación había estado un oficial de la Policía de la Ciudad, que ayer fue detenido e imputado del delito de hurto.

Así lo informaron a LA NACION calificadas fuentes judiciales y del Ministerio de Seguridad bonaerense. El sospechoso fue identificado por los voceros consultados como Brian Torrico, que cumplía funciones en el Departamento de Operaciones Urbanas de Contención de la fuerza de seguridad porteña.

Torrico, de 30 años, fue excarcelado y en las próximas horas será indagado por el fiscal de Vicente López Alejandro Guevara, funcionario a cargo de la investigación. Además del oficial de la Policía de la Ciudad, fue detenido un segundo sospechoso, un primo del uniformado.

La investigación comenzó el viernes pasado, después de la denuncia presentada por los responsables de Byrna, quienes explicaron que advirtieron el faltante de las pistolas y rifles pocos días después de la mudanza al depósito de Florida.

Las armas no letales recuperadas

“Todavía se tiene que determinar el momento en que sustrajeron las armas no letales. La sospecha es que pudo haber ocurrido en el trayecto entre Ezeiza y Vicente López. Por el control interno, está descartado que el robo haya sido en el depósito de la empresa”, explicó a LA NACION una fuente de la investigación.

El fiscal Guevara, con colaboración de detectives de la Subdelegación Departamental de Investigaciones (SubDDI) de Vicente López, dependiente de la DDI de San Isidro, determinaron que algunas de las armas no letales, cuyo valor por unidad es de 1.000.000 de pesos, se estarían comercializando en una armería de San Justo, en La Matanza.

“El armero compró el armamento de buena fe. Dijo que la operación la hizo con una persona que se presentó como policía y dijo ser proveedor de la empresa. Entregó la documentación que recibió después de hacer la compra”, explicaron las fuentes consultadas.

Por el número de serie de las armas se confirmó que eran parte del lote sustraído. Entonces, a partir de directivas del fiscal Guevara, los detectives policiales le pidieron al comerciante que citara al supuesto proveedor para hacer una nueva compra.

Fue así que Torrico, con ocho años de antigüedad en la Policía de la Ciudad, se presentó en la armería con un rifle Byrna, 95 proyectiles de goma y 125 garrafas de dióxido de carbono.

Torrico no se dio cuenta. Pero entre los supuestos clientes de la armería había personal de la policía bonaerense de civil que simulaba estar interesado en la mercadería. Apenas intentó vender el armamento, el sospechoso fue detenido y reducido.

Poco después se simuló el interés por más armas no letales y se citó al primo de Torrico, al que le secuestraron 21 cajas de armas cortas y 370 garrafas dióxido de carbono y 160 garrafas.

Fuentes del Ministerio de Seguridad porteño informaron que Torrico quedó en situación pasiva y se le inicia un sumario administrativo.

Las armas Byrna son usadas por uniformados de la Policía de la Ciudad y de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. A partir de esta semana también serán utilizadas por personal de la Patrulla Municipal de Mar del Plata.

La Municipalidad de General Pueyrredón compró en esta instancia inicial un total de 40 pistolas y fusiles con las correspondientes municiones.

“Si una herramienta puede ayudar a mejorar la seguridad y prevenir tragedias, vamos a usarla”, afirmó a LA NACION el intendente Guillermo Montenegro y remarcó que “en Mar del Plata, la seguridad es prioridad”.

Personal de la Patrulla Municipal de Mar del Plata comenzó a entrenarse con armas no letales

Estas armas emplean un sistema de aire comprimido para disparar proyectiles calibre .68 que usan la fuerza cinética para dejar fuera de combate a un agresor dentro de un radio de 18 metros. Los cartuchos tienen la opción de portar compuestos químicos -lacrimógenos o irritantes- para dotar de alternativas a las fuerzas de seguridad antes de subir la escala de respuesta al disparo de armas de fuego. Como se dijo, tienen una versión de pistola y otra de rifle táctico.