El responsable de la Unidad de Psicología Clínica Infancia y Adolescencia del Hospital Universitario San Rafael, el doctor Jesús Baños, ha asegurado que los niños son «especialmente vulnerables» a los cambios de hora, de cara al retraso de una hora que sufrirá el reloj en la madrugada de este sábado al domingo.

«Los niños son especialmente vulnerables a dicho cambio horario, normalmente a partir de los cuatro o cinco años, hasta la adolescencia, está incluida», ha señalado Baños, aunque también ha recordado que los ancianos se encuentran en este grupo.

Este cambio de horario provoca «pequeñas alteraciones» que son superadas a los tres o cuatro días, cuando el organismo ya ha realizado los ajustes necesarios respecto a las costumbres sobre la hora de despertarse o realizar otro tipo de actividades cotidianas como el estudio, según un comunicado del mencionado hospital.

«Normalmente en los menores afectan a la hora de acostarse o levantarse, hacer tareas, etc. Y se nota habitualmente en que están más irritables, o en que se quejan por no tener sueño y tener que irse a la cama cuando hay más luz; o al revés, porque antes se levantaban y había luz», ha explicado Baños respecto a los cambios que más se pueden notar durante «dos o tres días».

Estas reacciones tienen lugar debido a que el organismo «tiene una serie de ciclos circadianos de unas 24 horas de duración y otros de 12 horas» que funcionan en base a la luz y los horarios, razón por la que el doctor ha recomendado «anticiparse» al cambio de horario y realizar «pequeñas modificaciones», con cuatro o cinco días de antelación, como acostarse «un cuarto de hora antes para ir acostumbrando al organismo».

En caso de no haber tenido tiempo de tomar estas precauciones, Baños cree que se puede paliar el cambio «con una estrategia de más descanso, con la liberación de alguna obligación o siendo más permisivos con los niños antes de acostarse», aunque también se pueden usar «trucos» como bajar más las persianas en caso de que haya más luz a la hora de acostar a los niños, o compensar con más actividades fuera de casa si cuando se levantan «está muy oscuro».

«Vamos a salir con más luz, tener más rato para hacer alguna actividad fuera de casa, es decir, que vean cierto sentido al cambio», ha manifestado.

Al mismo tiempo, ha pedido entender que «la queja es una parte natural del proceso», y que se debe «compensarla de alguna manera, restarle importancia, facilitar algún beneficio en los días posteriores».