Su nombre es sinónimo de selecciones juveniles. Pasó por todas las categorías de AFA hasta llegar a la mayor, y a sus 45 años, y tras un vasto recorrido en el fútbol europeo, debutará al frente del combinado de Paraguay en el Sudamericano Sub 20 de Venezuela. Aldo Pedro Duscher, aquel volante surgido de Newell’s que fue campeón con Lionel Scaloni en el Deportivo La Coruña, dirigió a Belgrano de Trelew en el Federal B, condujo un año a la Reserva de la Lepra y en junio de 2024 asumió al mango del conjunto guaraní, que este jueves enfrentará a Perú en el partido inaugural del Sudamericano.
En charla con LA NACION, el exmediocampista de Racing de Santander, Sevilla y Espanyol de Barcelona, entre otros equipos, elogia a Bielsa, Pekerman y Scaloni, rememora aquel patadón a David Beckham que casi deja al inglés sin Mundial en 2002 y, pese a reconocerse un estudioso del fútbol, y dice que no existen los jugadores con “pasta” de entrenador: “El que te dice eso te está mintiendo. El jugador no tiene idea del trabajo que conlleva ser técnico”.
-¿Entonces no sirve la experiencia como futbolista?
-Sí, claro que sirve. La experiencia es importante en todas las profesiones, incluso la de DT. Pero cuando el futbolista deja de jugar cree que ya está preparado para ser entrenador. Y la realidad es que ser director técnico es algo muy distinto a lo que muchos imaginan. Lo digo con conocimiento de causa, porque yo también fui parte de ese mundo. El jugador piensa que el técnico va dos horas a la práctica, vuelve a la casa y lleva la misma vida que el futbolista. Y no, no es así. Para nada. El técnico trabaja todo el día: mira videos, evalúa jugadores, repasa ejercicios. Lo que el jugador ve es solo una parte del trabajo. No es sencillo ser entrenador. Hay que prepararse y perfeccionarse todo el tiempo.
-En tu caso, te recibiste como DT en Argentina y luego hiciste otro curso en Europa.
-Exactamente. Y no porque el de Argentina sea malo, sino porque el curso debe ser una base para seguir incorporando conocimiento. Yo, por ejemplo, arranqué en Belgrano de Trelew, que fue el club que me había formado. Empecé en 2014, apenas me retiré. En el Federal B se podía dirigir sin el carnet de técnico. La experiencia me encantó, pero me faltaban otras herramientas. Entonces hice el curso de entrenador en ATFA (Asociación Técnicos de Fútbol Argentino) y luego estudié otros tres años en Europa, donde obtuve la licencia UEFA Pro, que es un poco más completa y te permite dirigir en todas las categorías del fútbol profesional, tanto a nivel nacional como internacional. Es un curso al que acceden pocas personas, porque hay que cumplir una serie de requisitos. Aun así, sostengo que no alcanza con el curso de DT.
-En España realizaste prácticas en las inferiores de La Coruña y en Getafe. ¿Es lo mismo que dirigir en Sudamérica?
-Si bien el trabajo del entrenador es similar, lo que cambia es el contexto. En España, la mayoría de los jóvenes cursan carreras universitarias, porque culturalmente está impuesto que primero debe estar el estudio. Vienen al club después de haber cursado en la facultad, y vos como entrenador debés estar a la altura de la enseñanza que esos chicos reciben. Si no, te sacan la ficha y dicen: ‘¿y este que habla así quién es?’. Por eso en España es raro ver un exjugador dirigiendo en inferiores. Porque los clubes buscan otro tipo de perfil. No buscan entrenadores, buscan docentes. Ojo, en Argentina también los hay. Yo tuve a dos grandes maestros como Jorge Griffa y José Pekerman. Y fueron no solo maestros del fútbol, sino también maestros de la vida. No es casualidad la enorme cantidad de jugadores de Newell’s que formaron parte de los procesos de la selección.
-En 2013 te retiraste y en 2014 ya estabas dirigiendo en Trelew. ¿Con que fútbol te encontraste?
-Para mí fue una experiencia maravillosa. Me ofrecieron dirigir al equipo y enseguida dije que sí, porque era algo que me permitía seguir ligado al fútbol y en un club que conocía desde muy chiquito. El Federal es un torneo muy competitivo, donde las distancias son excesivamente largas. Viajábamos 25 horas en un bus para jugar 90 minutos, ¡y ni siquiera se reclinaban los asientos, ja! Pero yo lo vivía con mucha seriedad, disfrutaba cada momento. Era todo nuevo para mí y lo disfrutaba cada día.
-Estuviste un largo tiempo sin dirigir, luego volviste a Newell’s y otra vez paraste. ¿Por qué?
-Es que uno mira mucho fútbol y sabe dónde meterse y dónde no. Si te llaman de un club que echó a tres técnicos en seis meses, y… lo mejor es quedarte en tu casa. Las ganas de agarrar siempre están, pero lo mejor es pensar las cosas en frío. José Pekerman un día me dijo: ‘esta carrera puede durar seis meses o toda una vida’. Y tiene razón. Una mala decisión puede costarte la carrera.
-¿Cómo se dio tu llegada a Paraguay y por qué aceptaste el desafío?
-Se dio a través de Elvio Paolorosso (expreparador físico de Gerardo Martino en Newell’s y el Barcelona), que está como coordinador de selecciones de Paraguay. Tenía buenas referencias de la gente de Newell’s y me llamó para formar parte de su proyecto. Si bien se intenta ser competitivo, se trata de un trabajo a mediano y largo plazo donde el objetivo final no son los resultados, sino formar jugadores para la mayor y que esos chicos sean mejores futbolistas y personas.
-¿Cómo juegan tus equipos?
-Yo soy de la escuela de Newell’s, así que intento que mis equipos sean ofensivos y que tengan un buen trato de pelota. A mí me gustaba jugar, entonces me gusta que mis equipos también jueguen a la pelota. Tenía un entrenador en España que un día, después de ganarle al Barcelona, me dijo: ‘gran partido Aldo, lo felicito’. Y yo le dije: ‘¡Pero no toqué la pelota, Míster’! Por eso digo que el análisis muchas veces se reduce solamente al resultado. ‘Para salir a la cancha a correr, me pongo las zapatillas y corro en mi casa’, le decía yo. Después, como todo en la vida, uno debe adaptarse a los recursos que tiene, y a la idiosincrasia de cada equipo. Yo en Newell’s no puedo poner línea de 5. O sí, puedo, pero si pierdo dos partidos no me van a perdonar, porque eso va en contra de la línea histórica del club. Acá es igual. Uno sabe lo que le dio resultado a Paraguay y eso es algo que no tiene que perderse: la garra, la velocidad para replegar, el juego aéreo en las dos áreas… Pero hay jugadores de muy buen pie como para poder intentar algo más. Todos queremos jugar como Guardiola, pero yo pregunto: ¿alguien lo vio entrenar alguna vez? Entonces, ¿cómo pretendemos jugar como sus equipos?
-¿Y Bielsa?
-Para mí fue el mejor técnico que tuve, por lejos (NdeR: lo convocó para amistosos en Japón, Italia y Libia). Era una locura entrenar con él. Hace poco jugamos un amistoso en Uruguay y lo encontré después de mucho tiempo. Es muy loco tener al lado a tu referente y ponerte a conversar del fútbol. Marcelo, además, es un tipo muy cercano. No sé por qué algunos dicen lo contrario. Conmigo, al menos, tuvo siempre un trato muy humano. En un momento de la charla lo frené y le dije: ‘Marcelo, por estas cosas sos el mejor del mundo”. Se reía, pero es así. Está 15 años adelantado.
Duscher jugó dos Sudamericanos Sub 20 de la mano de José Pekerman: el de 1997, previo al Mundial de Malasia, y el de 1999, que se disputó en Tandil y en Mar del Plata. Los dos los ganó. Esta vez, Paraguay y Argentina jugarán en grupos distintos, aunque podrían cruzarse en el hexagonal final en busca de las cuatro plazas para el Mundial de Chile 2025. Sin embargo, al chubutense no lo desvela el sueño mundialista. “Me sentiría realizado si cinco o seis de estos chicos juegan el día de mañana en la mayor. Ganar siempre es lindo y vamos en busca de ese objetivo, pero lo importante no es el hoy sino lo que venga para el futuro”.
-Sos de tener charlas con los jugadores sobre cuestiones que van más allá de lo que sucede en el terreno. ¿Cuál es la búsqueda?
-Yo a los chicos intento hablarles de todo: de los contratos, de los representantes, de lo que les pueden hacer firmar… Desde mi experiencia, trato de formarlos como persona y que no cometan los errores que pudo haber cometido uno. Además, soy de darles mucha participación en el día a día. A veces formo grupitos de cinco o seis chicos y les doy una consigna: ‘cómo defender la pelota parada’. Ellos analizan de qué manera hacerlo y luego definimos entre todos cuál es la mejor opción. Los jugadores no son robots, hay situaciones que deben resolver ellos y tienen que saber resolverlas en el momento.
-Placente, en Argentina; Ricardo Valiño, en Venezuela; Jorge Perrotta, en Bolivia… ¿Por creés que hay tantos técnicos argentinos en las selecciones Sub 20 y en la mayor?
-Porque ganan. Es así. Porque dan buenos resultados. Hay grandísimos técnicos argentinos en todas partes del mundo. Hay una camada de entrenadores jóvenes que están trabajando muy bien. Pero si fuesen de otra nacionalidad también los contratarían.
-¿Te sorprende este presente de Scaloni?
-Lionel siempre fue un gran gestor de grupos. Era un chico muy amigo de sus compañeros, y creo que eso fue un poco lo que logró con la selección. Vos ves jugar a la Argentina y te das cuenta de que son 11 amigos jugando a la pelota. Eso no es sencillo de lograr, y menos después de una renovación generacional tan grande. Él era un jugador positivo y tremendamente ganador, pero vuelvo a lo mismo que antes: no es que iba a la casa y se miraba 200 partidos de fútbol. O al menos no nos lo decía, ja. Fue raro cuando asumió porque no tenía experiencia previa, pero tuvo el mérito de haber estar preparado y aprovechó muy bien la oportunidad. Hizo el curso de DT, fue ayudante de Sampaoli, dirigió en L’Alcudia… Y se rodeó de grandes profesionales y de muy buenas personas. Hace un tiempito que no hablamos, pero guardo los mejores recuerdos con él. Pasamos muchas buenas y muchas malas juntos. Le tengo un aprecio muy grande.
Aquel partido en el que Duscher casi lesiona a Beckham
-Hablando de la selección: ¿cómo recordás aquella entrada contra Beckham en la Champions del 2002 que casi lo deja sin Mundial?
-Ufff… Fue tremendo. En realidad fue más lo que se generó en los medios que lo que pasó realmente en la cancha. Yo era de jugar fuerte, como en el barrio. Era un poco calentón. Si me tenía que ir a las manos, me iba, pero nunca con mala intención. Es cierto que lo raspé un poco, pero él salió de la cancha caminando, no es que se lo llevaron en camilla. Evidentemente le dolió, pero no había sido para tanto. Pasa que justo se venía el Mundial y se decía que yo lo había lesionado a propósito porque Argentina e Inglaterra se enfrentaban en la zona de grupos. Unos días después hablé con un empresario amigo y a través de él le ofrecí disculpas y le deseé que llegara en buena forma al Mundial. No lo llamé yo porque no sabía hablar en inglés. Pasado un tiempo volvimos a cruzarnos en un Real Madrid-La Coruña. Le tiré la onda de cambiar la camiseta y me hizo el gesto de que se la había prometido a un nenito. ¿Me vas a decir que tenía una sola? Entonces, en medio de la calentura, le dije: ‘¿Sabés qué? La próxima que te cruce te meto como la otra vez’. Quedó todo ahí, pero al menos me saqué las ganas, ja.