“En mi condición de fotógrafa y cineasta, llevo aproximadamente diez años trabajando con comunidades indígenas en Colombia y recibí la convocatoria realizada por Médicos Sin Fronteras (MSF)”, cuenta a LA NACION la fotógrafa y directora de cine colombiana Fernanda Pineda, especializada en narrativas documentales. Por dos años, la organización internacional MSF trabajó en Alto Baudó, departamento de Chocó, región del noroeste de Colombia atravesada por el río Baudó, cuyos pobladores sufren, a causa de enfrentamientos entre grupos armados ilegales (y el abandono del Estado), una crisis de confinamiento forzado. El proyecto con la artista tomó forma en Riografías del Baudó. ¿Cómo curar un territorio herido?, expuesto por primera vez en la edición 2024 de Art Bo, feria internacional de arte de Bogotá, y que recala en la galería Arte x Arte (Lavalleja 1062) hasta el 9 de marzo.
Mediante un modelo descentralizado de cuidado preventivo y curativo de atención primaria, MSF capacita a promotores y agentes comunitarios, y fortalece las redes sanitarias locales. Cuando los problemas de salud física o mental superan esas instancias, los agentes de MSF brindan distintos cuidados o envían a los pacientes a centros de salud. De marzo de 2022 a septiembre de 2024, MSF capacitó a 48 agentes comunitarios y promotores de salud que, con su tarea, beneficiaron a 133 comunidades indígenas y afrodescendientes. Los agentes comunitarios realizaron 9990 consultas y los promotores, más de cinco mil charlas preventivas con 47.384 asistentes. El equipo apoyó casi dos mil remisiones a centros de salud; muchas de ellas, de urgencia.
En Arte x Arte se pueden ver cincuenta fotos acompañadas por textos breves de los territorios y habitantes “heridos” en el Alto Baudó. El objetivo de Pineda fue retratar la crisis humanitaria provocada por el conflicto armado en el Pacífico colombiano y, a la vez, las acciones simbólicas de sanación. Los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes y campesinas son las principales víctimas tanto de los grupos armados como del Estado colombiano y las empresas multinacionales que fuerzan el desplazamiento de la población. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en 2023, expresó su preocupación por “los elevados niveles de violencia” en la región.
Para Pineda, que trabajó con las mujeres sanadoras de las comunidades, el proyecto representó “un gran reto, al tratarse de una zona en la que hay un conflicto armado, y una dura tarea sentarnos a pensar cómo lo haríamos, evitando que la gente quede expuesta ya que podía ser un riesgo para ellas”. Siete curanderas y parteras de las comunidades del Baudó hicieron rituales en torno a las heridas de su territorio: cada una rasgó una imagen del lugar que quiso curar y luego aplicó hierbas y suturas.
En la región se cometen abusos sexuales y violaciones contra mujeres. “Ellas, que tienen conocimientos ancestrales de plantas que usan para el cuidado de la salud, son muy afectadas por el conflicto armado porque sus cuerpos también han sido territorios de guerra, o porque han parido hijos o han tenido esposos que han sufrido reclutamiento o que han terminado asesinados -dice la fotógrafa-. Con Silvia Parra nos sentamos a pensar en las metáforas, en cómo construimos metáforas y cómo hacer un proyecto que narre no lo que hace MSF en el territorio sino que conecte un territorio al que no se puede llegar sin MSF, con grupos armados que controlan los ríos; cómo hablamos de esos lugares, cómo conectamos esos lugares con el resto del mundo. Así nació Riografías, donde el eje es el río. Y la metáfora de los territorios heridos y por sanar fue algo que nos ayudó a abordar conversaciones con las mujeres sanadoras, sin caer en la típica entrevista del conflicto armado, de qué pasó aquí y a quiénes mataron, sino que hablamos de los lugares que tienen heridas, que están enfermos”.
Las mujeres sanadoras desempeñan un papel protagónico a la hora de tratar enfermos o atender partos Como parte de la propuesta, Pineda les pidió que curaran simbólicamente, con suturas, remedios naturales y flores, lugares donde las “cicatrices” de la violencia fueran evidentes.
Varios sitios aparecen en las fotos. “Un colegio que había sido baleado en Mojaudó, una cancha de fútbol en Chachajo, una calle en la cual hubo un enfrentamiento en Puesto Indio -enumera Pineda-. Estos lugares se volvieron un elemento simbólico que recoge mucha historia en cada comunidad. Y al volver con una fotografía impresa, lo volvíamos algo tangible y nos juntábamos con las mujeres, les contábamos nuestra idea de que queríamos resignificar las heridas del territorio a partir de su poder de sanación, casi como en un ritual. Todas decidieron colaborar. Nos centramos en hablar de cuáles son sus poderes de sanación, quién se los enseñó, dónde cultivan sus plantas. Nos enfocamos en sus fortalezas y no en presentarlas como víctimas. Ese empoderamiento fue fundamental para que ellas decidieran entrar al juego: romper esas fotografías y escoger su herramienta de sanación. Siete fotografías sanadas por siete mujeres de esos territorios resignifican un lugar con todo el contenido histórico y simbólico que tiene para una comunidad que se transforma cuando ellas lo intervienen. No son solo fotografías, son como objetos místicos”.
Pineda llevó impresoras al territorio. “Además de esas fotos intervenidas con las que trabajamos, les hice retratos e imágenes a ellas que les dejé impresas a cada una”, destaca. Su trabajo ha sido publicado en medios internacionales como The Washington Post, The New York Times y The Guardian, entre otros.
“En Médicos Sin Fronteras, además de la labor médica, tenemos la misión de dar testimonio de las situaciones que vemos en los lugares en los que trabajamos -dice a LA NACION Natalia Romero, gestora de Comunicación de MSF Colombia y una de las coordinadoras del proyecto-. Sin embargo, hablar de estos temas suele generar temor en las comunidades. Por eso esta vez decidimos dar testimonio de una manera distinta a través de esta iniciativa artística, que además tuviera la posibilidad de llegar a nuevos públicos para sensibilizarlos sobre esta realidad desconocida en América Latina, e incluso dentro de Colombia”.
Para Romero, Riografías del Baudó prueba el modo en que el arte se puede convertir en una herramienta de testimonio y denuncia. “Desde una perspectiva simbólica, los territorios heridos y los métodos de sanación usados por las mujeres son analogías de las consecuencias del conflicto en las personas y las formas propias de resiliencia de las comunidades -concluye- Pero también de manera literal, cada una de las mujeres sanadoras cuenta cómo sus vidas, su salud física y mental se han visto fracturadas por el conflicto armado y la falta de respuestas institucionales. Esa combinación de material simbólico y literal logra sensibilizar al público en general y dar a conocer una situación olvidada”. Con las imágenes es posible reclamar por paz y salud humana y “territorial”.
Para agendar
Riografías del Baudó. ¿Cómo se cura un territorio herido? se puede visitar el hasta domingo 9 de marzo en Arte x Arte (Lavalleja 1062), de 14 a 20: lunes a viernes (incluido feriados de carnaval) y de 15 a 19 sábados y domingo, con entrada libre y gratuita.