El 16 de enero es el lanzamiento de Dynasty Warriors: Origins, el nuevo juego de la reconocida saga de Omega Force y Koei Tecmo, en el que el jugador debe luchar contra numerosas oleadas de enemigos. Aunque la franquicia cuenta con muchos títulos lanzados, han pasado 7 años desde la última entrega, lo que le da a este nuevo lanzamiento un condimento especial.
Uno de los puntos centrales de Dynasty Warriors: Origins se encuentra en su nomenclatura, que se aleja de los títulos numerados para presentar el concepto de “origen”. Esto demuestra la intención del estudio de no solo contentar a sus fanáticos, sino también atraer a nuevos jugadores con un juego independiente, accesible y que marque un nuevo estándar para la saga.
Es importante remarcar que, desde lo personal, hacía muchos años que no jugaba un juego de Dynasty Warriors, por lo que no podría hacer una comparativa precisa entre Dynasty Warriors: Origins y las últimas entregas. Si puedo decir que se trata de un videojuego muy divertido, épico y que cumple con lo que propone.
Sin lugar a dudas, el combate es el aspecto central del juego y su identidad. Dynasty Warriors: Origins nos pone en la piel de un guerrero misterioso, cuyo pasado e identidad desconocemos, pero que posee habilidades especiales para la batalla, así como habilidades mágicas que iremos descubriendo a lo largo del juego.
La premisa del título en cuanto a los combates es bastante simple: batallas entre ejércitos con cientos y miles de soldados, donde nosotros marcamos la diferencia al poder eliminar a miles de enemigos en un solo combate y casi simultáneamente. Este género, muy popular en Japón, se llama musou y hace referencia a la idea de que un héroe o personaje pueda aniquilar a muchísimos enemigos con pocos golpes y casi sin transpirar.
El método de combate es un clásico hack and slash, donde disponemos de una buena variedad de armas, cada una con sus propios combos, habilidades y modos de pelea, lo que hace variar bastante el estilo de juego. Algo interesante es que, para mejorar nuestras habilidades y subir de nivel, tendremos que completar desafíos utilizando todas las armas, lo que el juego te incentiva a no encerrarse en un solo estilo.
Todas las misiones de Dynasty Warriors: Origins son épicas, y otro de sus puntos más importantes es que la victoria no se logra solo machacando botones y derrotando enemigos, sino que dentro del campo de batalla hay distintos elementos que debemos tener en cuenta. Los mapas de cada enfrentamiento son extensos y hay muchas cosas sucediendo al mismo tiempo.
Aunque esto al principio puede ser un poco confuso, una vez que entendemos su funcionamiento, la profundidad del juego cambia radicalmente. En el campo de batalla no estamos solos, ya que tanto comandantes enemigos como aliados también están batallando y tomando sus propias decisiones. Nosotros somos la pieza clave y tendremos que decidir cuándo capturar una base, cuándo ignorar una situación adversa y cuándo ayudar a un aliado que está a punto de caer en su batalla.
Todas estas situaciones nos harán recorrer el mapa de distintas formas y también logran mantenernos con cierta tensión, ya que la caída de un comandante aliado o de una base puede significar fallar en la misión. Dynasty Warriors: Origins logró hacerme vivir situaciones muy épicas y momentos de batalla tan tensos que realmente se sintieron muy satisfactorios.
Por más de que casi siempre estemos derrotando a muchos enemigos a la vez, otro aspecto que me sorprendió positivamente del juego son los combates individuales. Los enfrentamientos contra oficiales enemigos se sienten muy bien, y gran parte de esto se debe al sistema de parry, que funciona eficientemente y convierte los duelos en algo tanto llamativo de ver como divertido.
En un momento de la industria de los videojuegos donde los títulos de acción parecen centrarse más en los combates metódicos de 1vs1, Dynasty Warriors: Origins se siente como algo fresco que vuelve a los orígenes del hack and slash más primitivo sin ignorar la innovación y los cambios en el combate de los últimos años.
Desde ya, el título cuenta con misiones principales, secundarias, eventos y elementos RPGs que nos permiten subir de nivel, aprender nuevas habilidades, nuevos combos y comprar distintas armas con mejoras diferentes. El juego cuenta con varios sistemas, pero es bastante amigable en la comprensión en todo momento.
En cuanto a la narrativa, Dynasty Warriors: Origins nos lleva a la antigua China, más precisamente al periodo de los Tres Reinos, un momento histórico marcado por las guerras, que también ha sido muy romantizado y adaptado a la ficción. De esta forma, en el juego veremos personajes y momentos históricos con mucho de ficción y fantasía.
La historia cumple un rol importante en el juego, ya que tendremos que tomar muchas decisiones sobre con quién vamos a luchar, quiénes serán nuestros aliados y enemigos. De esta forma, tendremos una participación activa en los sucesos del juego y compartiremos momentos con figuras reconocidas como Lü Bu, Cao Cao y Liu Bei, entre muchos otros.
Con este apartado tengo sentimientos encontrados, ya que por momentos la historia me gustó y atrapó, pero, por otro lado, también la sentí muy redundante en algunas situaciones. Sin embargo, muchos de los personajes que conocemos son muy carismáticos y tienen mucha personalidad, algo que me gustó mucho y que genera lindos diálogos.
En definitiva, Dynasty Warriors: Origins es un muy buen videojuego, recomendable para todos aquellos interesados en el género y que tengan ganas de aniquilar miles de enemigos con movimientos devastadores. Tanto para nuevos como viejos jugadores de la franquicia, el título se posiciona como una propuesta más que destacable.