“El proyecto de Milei apunta a armar una derecha argentina que defienda un capitalismo legítimo donde hay más competencia”, subraya. “Mirá lo que es Mercado Libre: los empresarios argentinos pueden ser extraordinarios”, destaca. “En Estados Unidos, el capitalismo es más justo y meritocrático: la percepción es que está bien que les vaya mejor a los tipos que generan más valor”, desarrolla. “Hay consenso en que el tipo de cambio se apreció pero no me queda claro de dónde sale la certeza de que el tipo de cambio está sobrevaluado”, sostiene. “Todas las experiencias que tenemos para pensar que el tipo de cambio está sobrevaluado vienen de momentos donde no estaba tan clara la ruptura con la dominancia fiscal. Pero este Gobierno plantea una situación bastante única en eso”, explica. “En el caso del gobierno de Milei, eso no se da para nada”, agrega. “Eso genera una dinámica bastante virtuosa. Si le va a permitir sobrevivir a esto, no lo sé, pero no tenemos tanta experiencia con episodios parecidos. Es bueno recordar eso”, advierte. “Entiendo de dónde viene la certeza de Cavallo y le confío mucho pero no quiere decir que siempre tenga la posta”, advierte. “La idea de que si imprimís dinero, vas a tener inflación es cierta en muchas circunstancias pero no siempre. Japón, por ejemplo”, acota. “En política monetaria, Lula fue mucho más lógico que los Kirchner”, compara. “El kirchnerismo bastardeó los instrumentos de política económica y ahora tenemos pocas herramientas”, cuestiona. “Para el Gobierno, es útil que la alternativa sea el kirchnerismo porque así se le perdona todo”, reflexiona. “Con el nivel de fragilidad del Gobierno de Milei, tener un amigo fuerte como Trump es clave, aunque sea un amigo un poco errático”, analiza. “Milei mandonea y gritonea y copia el estilo feo de los economistas: eso de invocar autoridad, de decir ‘sos un idiota, no sabés nada’”, señala. “En la Argentina, cuando aumenta el delito, le pega más a los pobres que a los ricos”, apunta y sigue: “Por eso, ser represivo es progre”. “Los economistas, y yo estoy entre ellos, creíamos que el enfoque de Milei era muy bestial y lo criticábamos. Y le fue mucho mejor de lo que predecíamos. No estaría mal un poco de humildad, sobre todo, después de pifiarla”, concluye.
El destacado economista Rafael Di Tella estuvo en La Repregunta. Di Tella es profesor titular en la Universidad de Harvard. Su trabajo se enfoca en macroeconomía e instituciones. Es miembro del consejo directivo de la Universidad Di Tella. Es doctor en Economía por la Universidad de Oxford, en Inglaterra, y economista por la Universidad de Buenos Aires.
El Plan Milei: ¿dólar atrasado o no? ¿La fatal arrogancia de los economistas? Devaluar, ¿un atajo improductivo? De Milei a Trump, “volatilidades”. Capitalismo mileísta, ¿meritocrático? Kirchnerismo, ¿el populismo más irracional? Reprimir el delito, ¿es progre? Di Tella hizo su análisis. Aquí, la entrevista completa.
Economistas e incertidumbre. ¿Quién puede responder si está sobrevaluado el tipo de cambio?
-En este año, hay nuevos debates: son una continuidad de los que se venían dando desde el inicio del gobierno de Javier Milei, pero se agregan matices importantes. A la baja de la inflación como el gran logro y el ancla fiscal con el gran ajuste que hizo el Gobierno, este año se suma el tema del dólar, el precio del dólar. Está clarísimo el ancla fiscal: ahora, el gran tema es el ancla cambiaria. El Gobierno, y Milei en particular, se resiste a hablar de devaluación. ¿Cómo es su mirada? ¿Podría hacer un primer panorama sobre el tema del dólar y su precio, tan central en la economía?
-Es un debate complicado. Hay consenso en que el tipo de cambio se apreció. Pero hay un grupo de personas que cree que está sobrevaluado, y eso quiere decir que esto va a terminar mal. Lo único que tengo para aportar a ese debate es esto: a veces, los economistas vendemos certezas, tenemos más certezas de las que deberíamos. No me queda claro de dónde sale la certeza de que el tipo de cambio está sobrevaluado. Puede ser que esté sobrevaluado y puede ser que termine mal, ¿pero cómo lo calculan los economistas? Es medio difícil. Estaría bueno poder transmitir la incerteza que tenemos. No estamos tan seguros de que esté sobrevaluado. Hicimos un trabajo con Pablo Ottonello en el que miramos las experiencias exitosas de desinflación, porque hay desinflaciones que no son exitosas. En todas, había una apreciación del tipo de cambio: cuanto más se parecían las condiciones iniciales de esas experiencias a las condiciones iniciales de la Argentina bajo Milei, más apreciación había. Eso no quiere decir que nos vaya a ir bien, pero sí quiere decir que hay que tener cuidado con decir: “yo la tengo clarita, esto explota porque esto es, de vuelta, Martínez de Hoz”. En realidad, los economistas no tenemos tantos elementos como para estar tan seguros. Eso es lo único que tengo para aportar.
-Muy interesante lo que plantea. Por un lado, está claro que hay apreciación.
-Eso no lo discute nadie.
-Eso no se discute. El tema es si esa apreciación es muy exagerada o no, si está sobrevaluada o no. Ahora, usted menciona a los economistas que sostienen que el tipo de cambio está sobrevaluado. Ahí está el caso de Domingo Cavallo, con quien el Presidente entró en una confrontación muy personal, que dice que el tipo de cambio está sobrevaluado y es un riesgo. Ahora, si no se puede asegurar que está sobrevaluado, ¿por qué el Gobierno puede asegurar lo contrario, es decir, que no está sobrevaluado?
-No, por supuesto, es simétrico. Y me tocás un nervio: la pregunta que yo hago es de dónde salen las certezas que tiene cada uno.
-De los dos lados, tanto del lado del Gobierno como de los economistas.
-Exactamente. Domingo Cavallo es uno de los más extraordinarios economistas que tenemos, como bien dijo Milei antes de pelear, y tiene una experiencia increíble. Tiene muchísima obsesión. Muchas de las ideas de los economistas vienen de las cosas que plantea Domingo. Entiendo de dónde viene su certeza y le confío mucho. No quiere decir que siempre tenga la posta, pero entiendo el proceso por el cual llegó a esa conclusión. Otros análisis me parecen un poco menos convincentes, y me gustaría que transmitieran cuáles son los intervalos de confianza de sus predicciones. Eso es lo único cosa que digo con respecto a la sobrevaluación. Porque… ¿de dónde viene la experiencia que tenemos? Se basa en dos o tres experiencias de desinflación: el Plan Austral, el Plan Real, Israel, etcétera. Con Ottonello, tratamos de expandir los casos a episodios mucho menos dramáticos pero que permiten ver cómo es la tendencia. Los casos más parecidos a la Argentina tienen apreciaciones más grandes, y después hay una devaluación al final, se deprecia el tipo de cambio. O sea, la flexibilidad cambiaria es importante, así que hay que tener cuidado. Pero de vuelta, los economistas, y yo estoy entre ellos, creíamos que el enfoque de Milei era muy bestial y lo criticábamos. Y le fue mucho mejor de lo que predecíamos. Entonces, no estaría mal un poco de humildad, sobre todo, después de pifiarla.
En Estados Unidos, el capitalismo es más justo y meritocrático: la percepción es que está bien que les vaya mejor a los tipos que generan más valor
El Plan de Estabilización de Milei. ¿Voluntad política y ajuste, ¿la excepcionalidad mileísta?
-Entiendo el punto. Lo interesante es que usted señala que hay incertidumbre en cualquiera de las dos posiciones.
-Por supuesto.
-Porque el Gobierno también establece que no hay sobrevaluación como una especie de verdad y plantea que este proceso va a tener una salida muy razonable.
-Es que el Gobierno tiene un punto que me parece importante resaltar: todas las experiencias que tenemos para pensar que el tipo de cambio ya está sobrevaluado vienen de momentos donde no estaba tan clara la ruptura con la dominancia fiscal. Este Gobierno plantea una situación bastante única: en todos los gobiernos que yo conozco, el político quiere gastar y el ministro de Economía le dice “no”. En el caso del gobierno de Milei, es como al revés. Es como si fuera el Presidente el que le dice al ministro de Economía: “sos un populista, no gastes más”. Eso genera una dinámica bastante virtuosa. Si le va a permitir al Gobierno sobrevivir a esto, no lo sé, pero no tenemos tanta experiencia con episodios parecidos. Es bueno recordar eso.
-Es decir, la vocación política de sostener el equilibrio fiscal y el superávit fiscal es única.
-Ciento por ciento.
-Es única en la historia de los planes de estabilización.
-Que yo sepa, sí.
-Y eso hace que, quizás, la conclusión que saca el Gobierno de que se va a mantener un ritmo razonable de devaluación del peso, tiene sentido.
-Sí, yo diría: se ganaron el beneficio de la duda. Le fue mejor de lo que imaginábamos. Todos tenemos críticas. Muchas de las críticas que yo le haría son una copia de lo que dice Domingo, pero me parece que se ganaron el beneficio de la duda. Vamos a ver cómo llegan. Es una cosa rara: en general, el FMI entra en momentos de crisis. En este caso, se trata de un Gobierno que está saliendo de una crisis, así que se esperaría que el Fondo participe de este momento argentino. Son cosas que pueden mejorar el perfil de este proceso, y veremos cómo sigue. Esto no quiere decir que yo apoye todo lo que hace el Gobierno, pero si te soy honesto, veo que le fue mucho mejor de lo que me imaginé.
Argentina vs Japón. ¿Por qué la emisión produce inflación en Argentina pero no en Japón?
-La economía es una ciencia social, en definitiva. Se basa en modelos matemáticos y muchos números pero es una ciencia del comportamiento humano y cómo las personas toman decisiones en ese mundo donde el dinero es la variable clave.
-Sí, por supuesto.
Con el nivel de fragilidad del Gobierno de Milei, tener un amigo fuerte como Trump es clave, aunque sea un amigo un poco errático
-Sin embargo, Milei hizo pedagogía sobre un tema teórico de la economía, pero también histórico, esto de que cuando hay déficit y hay emisión, hay inflación. Ese mantra lo aprendimos todos los argentinos. El año pasado estuvo Tom Sargent, uno de los economistas que ha aportado a esa concepción. ¿Por qué en el mundo de la economía es distinto ese tema, donde hay una certeza casi de relación causa efecto, al tema del tipo de cambio? ¿Por qué el tema de la inflación tiene un nivel de certeza total, con esa especie de mantra emisión ergo inflación, y se diferencia del tema de qué precio tiene que tener el dólar en una economía en un determinado contexto?
-Te contesto: no sé. Es una muy buena pregunta. Tengo que pensarlo más. Mi primera reacción es que es interesante la idea que cuando vos imprimís dinero, vas a tener inflación porque resulta que es cierta en muchas circunstancias, pero no siempre: los japoneses emiten mucho y no logran tener inflación, de hecho tratan de tener inflación. Entonces no es tan obvio eso de la emisión y la inflación. Lo que sí es obvio es que en contextos delirantes como tenía la Argentina, con un gobierno donde había una dominancia fiscal, que no podía evitar el déficit con emisión, sí había un consenso muy grande entre todos los economistas de que eso producía inflación, que es muy distinto a Japón. Pero está muy buena tu analogía. Lo tengo que pensar mejor. ¿Por qué hay más consenso acá que allá? Tendría que pensarlo.
Milei y la “volatilidad” anunciada. ¿La guerra de tarifas y el desorden geopolítico pueden impactar en la guerra anti inflación modelo Milei?
-En el discurso presidencial de la Asamblea Legislativa, Milei dijo algo que no había dicho nunca desde que llegó al Gobierno: no hemos llegado al puerto definitivo, puede haber “volatilidad”. Usó específicamente esa palabra, “volatilidad”, cuando en general su comunicación acerca del rumbo de la economía es de un optimismo lleno de certezas. Por supuesto, usted no está en la cabeza de Milei, pero viendo desde afuera el panorama argentino, teniendo en cuenta la política y el contexto político de la Argentina y el panorama internacional, ¿qué tipo de volatilidad se imagina que puede tener un proceso económico como el de la Argentina de Milei?
-No sé a qué se refirió. Pero me encanta escuchar eso. Una de las cosas que me preocupaban del Gobierno era pensar que íbamos a hacer una estabilización a rajatabla. Esa inflexibilidad en el objetivo podía generar riesgos en la parte, por ejemplo, del tipo de cambio. Siempre pienso por qué no estabilizamos por etapas: hagamos una estabilización para tratar de bajar. Después, aflojar; después, volver a hacerlo. Yo soy una palomita, me dan miedo las cosas justamente porque la Argentina está muy expuesta a la volatilidad internacional, sobre todo ahora. Estados Unidos está cambiando las reglas de juego en veinte dimensiones y todo el tiempo. Me da bastante incertidumbre cómo va a hacer la Argentina para acomodarse a eso. Así que me encanta que Milei esté preparado para que, por ahí, tengamos que barajar y dar de nuevo. Eso estaría bueno.
-Fue muy curiosa esa mención tan clara en un año clave.
-Me parece excelente.
-Usted pasa parte del año en Estados Unidos, viendo muy de cerca el proceso económico de Estados Unidos con el cambio de Gobierno. Por otro lado, analizó los planes de estabilización para tratar de entender el funcionamiento de los planes más parecidos a la situación de la Argentina. Los planes de estabilización que tenían la apreciación cambiaria más alta, ¿incluía un contexto geopolítico tan único como el que está generando Trump?
-No, es una buena observación. La base de datos empieza en los ´60s y termina en el año 2020. Es verdad que la guerra comercial que está iniciando Trump es bastante inusual y no la tengo en la base de los datos. De vuelta, es otro factor que hace que tenga inseguridad sobre lo que estamos comentando del tipo de cambio.
-¿Los efectos que pueden tener las decisiones económicas respecto de la tasa de interés en Estados Unidos perjudican o benefician a la Argentina?
-Por supuesto que si suben la tasa, puede generar menos ganas de financiar a la Argentina en términos generales. Pero la incertidumbre que genera Trump no es sólo por la tasa de interés. Es la parte comercial, la parte geopolítica y la posibilidad de que nos apoye. El Gobierno de Milei hace una cosa interesante: pese a las dificultades que le acarrea el estar alineado con Estados Unidos, ese alineamiento representa un potencial de ayuda por parte de EEUU importante por la debilidad extraordinaria heredada que tiene el Gobierno de Milei. A veces nos olvidamos de que la situación que le dejó el Gobierno anterior fue calamitosa, por ejemplo, la cantidad de reservas en el Banco Central. Con ese nivel de fragilidad, tener un amigo fuerte es clave, aunque sea un amigo un poco errático.
Argentina vs Brasil, devaluación. Lula vs los Kirchner. ¿Por qué el kirchnerismo bastardeó la política monetaria y cambiaria?
-Podemos pensar en Brasil y la devaluación que hubo hace poco: hablaba con un empresario argentino que comparaba la situación de los empresarios en Argentina con la de los empresarios en Brasil. Planteaba esto: en Brasil, el mercado de Brasil piensa en términos de reales y no en dólares. Entonces, cuando hay devaluaciones, en realidad no hay tanto cimbronazo como los que suceden en la Argentina. ¿Coincide con eso?
-Es que tenemos una moneda pésima. Nuestra moneda es una basura.
-Que Brasil devalúe para tratar de compensar esos cimbronazos externos, ¿es una ventaja de Brasil?
-Yo diría que tener una buena moneda es mejor que tener una mala moneda. El plan original de Milei, que me ponía nervioso, era la idea de dolarizar y de hacer una cantidad de cosas que no me parecía un buen camino. Ahora lo detecto mucho más realista y concentrado en llegar a tener una moneda más lógica que va a permitir poder tomar esas decisiones. Y eso me parece buenísimo.
-Más allá de Milei, mi pregunta es sobre la mecánica de las devaluaciones para protegerse de cimbronazos externos. Se entiende que el Gobierno rechace las versiones sobre devaluación justo en un año electoral. Es entendible dado la lógica argentina según la cual cuando el dólar se dispara, los precios siguen a ese precio: por eso es un problema pensar en una devaluación en la Argentina en este contexto, con nuestra psicología. Ahora, ¿excluir a la devaluación de la caja de herramientas de la política económica deja expuesta a la Argentina a estos cimbronazos?
-Depende. Para mí, no, para nada, porque en la Argentina, la política monetaria se usa muy mal. Recuperar la política monetaria para hacer cosas malas no es una buena idea. Es verdad que tener flexibilidad en política monetaria es bueno, y es un bien. Pero si estás acostumbrado a usar esa libertad para mal, terminás mal.
Milei mandonea y gritonea y copia el estilo feo de los economistas: eso de invocar autoridad, de decir ‘sos un idiota, no sabés nada’
-¿Qué sería usarla para mal?
-Devaluar porque no hay ganas de trabajar, de ser competitivo. Los argentinos estuvimos todo el tiempo tratando de evitar decisiones difíciles porque encontramos coartadas: la política monetaria se puede convertir en una sucesión de atajos que terminan llevando a caer por un precipicio. Los brasileros tienen un poquito más de libertad en su política monetaria porque la usaron más razonablemente, incluidos los políticos y los gobiernos populistas. Es usual decir que los Kirchner y Lula son lo mismo: es mentira. Lula fue muchísimo más lógico que los Kirchner. Los Kirchner, y Kicillof en particular, fueron calamitosos. Bastardearon políticas económicas. Bastardearon políticas de izquierda. A mí me gusta la estabilización con, por ejemplo, políticas de ingresos, pero ellos las bastardean. Siempre me planteo la duda de si conviene pedir esas políticas. Pero digo mejor no: en la Argentina las usan no se pueden usar porque cuando vas a usar acuerdos de precios y salarios, la gente ya cree que estás haciendo lo que hacía Kicillof, y eso es un desastre. El kirchnerismo se dedicó a bastardear los instrumentos de política económica, por eso ahora no contamos con instrumentos de política económica. Hasta que nos portemos bien, hasta que no usemos bien nuestros instrumentos de política económica y la oposición sea una oposición lógica y no una oposición tan ideologizada, vamos a tener este tipo de restricciones.
De Milei a la alternancia política. ¿Cómo asegurar el camino anti inflacionario y la racionalidad macroeconómica?
-¿Qué rol juega la mirada de los empresarios en la decisión de un Gobierno respecto de a qué arma de política económica recurrir?
-Los empresarios están en la misma situación: si la alternativa a Milei fuera (Juan) Schiaretti y (Horacio Rodríguez) Larreta, sería completamente distinto el negocio.
-¿En qué sentido?
-Habría muchísima más confianza porque son tipos que manejan el Estado, van a dar una alternativa progre basada en un Estado fuerte, pero un Estado lógico, no en un Estado sobredimensionado que no se puede financiar o con instrumentos estúpidos o con instrumentos regresivos. Una cosa fascinante del kirchnerismo es que llenándose la boca con eso de que ayudan a los pobres, los ningunean y les cobran impuestos.
-Con inflación.
-Es increíblemente regresivo con una cantidad de cosas: la inflación no es el único elemento regresivo; la política de seguridad es otro elemento regresivo. Quizás para el Gobierno sea útil que la alternativa sea el kirchnerismo porque entonces le perdonamos todo. Pero sería mejor para el Gobierno, y la Argentina se estabilizaría mucho más fácil, si la alternativa fuera gente seria que piensa un poquito distinto, que no quiere ir de un tamaño del Gobierno de 43 a 23, que quieren llevarlo a 33.
-Una oposición macroeconómicamente razonable.
-Eso sería extraordinario.
Empresarios “a la americana” vs. empresarios contratistas. ¿Milei es antidevaluación y procompetitividad y meritocracia empresaria?
-Me parece interesante la respuesta sobre la devaluación y la voluntad política de tener una política monetaria razonable. Con el tema del gasto del Estado, hubo una política poco razonable: déficit sostenido con emisión. En política monetaria y cambiaria, ¿lo irracional es devaluar en lugar de, por ejemplo, hacer reformas estructurales, en lugar de que los empresarios se aboquen al manejo de costos racional buscando ganancias razonables y en lugar de que el Estado baje impuestos innecesarios? ¿Eso sería lo razonable y lo irracional es tener demasiado a mano la devaluación cuando todavía no se ha hecho eso?
-Claro, devaluando se pueden bajar los salarios y así hacer que un empresario sea competitivo. ¿Qué tal si somos competitivos porque tenemos buenos productos? Mirá lo que es Mercado Libre: los empresarios argentinos pueden ser extraordinarios.
-Cuando le pregunté por los empresarios y su rol en esta lógica de la devaluación, estaba pensando en esto: ¿el empresariado argentino está acostumbrado a plantear la devaluación? El Presidente hace esta composición de lugar: que parte del empresariado está acostumbrado a pedir devaluaciones en lugar de revisar puertas adentro de sus empresas para mejorar la efectividad de su estructura de costos y de su productividad. Y aparte, el rol del Gobierno es aportar infraestructura, reformas estructurales y bajar impuestos. ¿Así es el panorama?
-Sí, ésa es la parte más interesante de Milei. Es lo que estás señalando: de alguna manera, está intentando armar una opción de centroderecha legítima o “a la americana” en lugar de estar pensando en empresarios contratistas del Estado, cerrados, expertos en mercados regulados. Está tratando de instalar una concepción de empresarios que compiten y que son generadores de riqueza. En el mundo, las percepciones en torno al capitalismo no son todas parecidas. El capitalismo americano es bien distinto: no es como en ciertas partes de Europa, donde la concepción es que es injusto pero es más eficiente así que después le ponemos muchos impuestos. En Estados Unidos, el capitalismo es más justo: la percepción es que está bien que les vaya mejor a los tipos que generan más valor.
-Un capitalismo meritocrático.
-Sí, meritocrático. De alguna manera, a los americanos no les gusta ponerle impuestos a los ricos.
-Es un gran debate en Estados Unidos.
-De ahí viene la excepcionalidad americana con respecto a esto. El proyecto de Milei apunta un poquito a tratar de armar una derecha o una centro derecha argentina que defienda un capitalismo legítimo donde haya más competencia. Por eso castiga las fusiones entre empresas monopólicas y trata de abrir la economía. Milei no está ayudando a los empresarios. Es una derecha que no ayuda a los empresarios. Es bastante nueva en ese sentido, bastante interesante.
-En la Argentina, hay una discusión que plantea que el RIGI, con la institucionalización de reglas claras para la atracción de inversiones, es claramente un beneficio a ciertos sectores de negocios mientras que el Gobierno es mucho más duro con la base de la pirámide, por ejemplo, los jubilados.
-La economía que recibió Milei hace un año tenía una cantidad de desequilibrios extraordinarios y una cantidad de desgracias mundiales. Por ejemplo, el sistema jubilatorio, con gente que no había aportado y que se jubila con cantidad de beneficios, lo que había arruinado el sistema jubilatorio. Pensar que ahora se va a resolver en dos minutos no me parece realista. El Banco Central todavía no tiene reservas. Es una situación de una fragilidad espantosa. No hay que intelectualizar la cosa: estamos muy mal. A mí se me ocurren veintisiete ideas para criticar. Pero le estaríamos pifiando a qué es lo importante y qué cosas son ingeniosas, pero no aptas para este momento.
Milei, entre Elon Musk y Trump. ¿Una alianza conveniente? Autoridad y bullying
-En esta posibilidad bifronte que usted tiene, con un pie en Estados Unidos y otro en la Argentina, ¿cómo ve esa cercanía de Milei con Elon Musk? Hay una influencia mutua: Milei con la motosierra y las desregulaciones de Sturzenegger que Musk toma como modelo de acción a seguir para achicar el Estado americano. Y esta idea de hombre de negocio tan particular que Milei toma de Musk, con el viaje a Marte y el empresario como el nuevo explorador del futuro. ¿Cómo se ve ese vínculo desde Estados Unidos y cómo se ve en términos económicos, empresariales?
-No sé si puedo contestar. Es una pregunta muy difícil. Mi única reacción es ésta: Milei encontró algunas vetas políticas para su proyecto político bastante originales y raras. Una es la autoridad: gritonea y copia el estilo feo que tenemos los economistas, eso de invocar autoridad: es algo raro en política. Veo que es un invento de Milei.
-¿Busca autoridad citando a otros autores?
-Por ejemplo, decir, sos un idiota, no entendés nada. Eso es algo que hacemos los economistas, hacer bullying. A mí no me gusta pero entiendo que tiene su efecto. Lo usan los economistas. También encontró otra cosa: había una especie de olor de época, de hartazgo con la cosa woke: había un hartazgo importante. En la zona en la que vivo en EEUU, es realmente insoportable. Yo vengo de un pueblito chiquitito, Cambridge, en Boston. Ese tema es realmente infumable. Eso sumado a la idea de que las burocracias se te meten y generan estas cosas woke y también generan regulaciones.
Los economistas, y yo estoy entre ellos, creíamos que el enfoque de Milei era muy bestial y lo criticábamos. Y le fue mucho mejor de lo que predecíamos. No estaría mal un poco de humildad, sobre todo, después de pifiarla
-Dirigismo estatal.
-Sí, en la parte cultural y en la parte económica. Milei encontró que podía ser una especie de emblema de eso que seduce enormemente tanto a los políticos más de centro derecha del mundo como a los empresarios. El interés que hay en Milei es sorprende: nunca vi algo igual.
-¿Ese interés sigue vigente?
-Sí, a la gente le interesa muchísimo.
-¿Impactó el escándalo de $Libra?
-No lo veo como que sea algo muy relevante en su impacto.
Milei y la economía del delito. ¿Reprimir es ser progresista?
-Le propongo salir de las cuestiones macroeconómicas y meternos con el tema del delito en la Argentina. En Provincia de Buenos Aires, ha habido casos resonantes de asesinatos en los que participan menores de edad, algo muy preocupante. Milei insiste con que hay que cambiar la forma en que se concibe el delito. En temas macroeconómicos, hizo pedagogía con la Escuela Austríaca. En el tema del delito, insiste con Gary Becker y el costo del delito: dice que comprendiendo el delito de esa manera se va a llegar a solucionarlo. Usted estudió en algún momento ese tema. ¿Podría explicarnos de qué se trata la perspectiva de Becker?
-Sí, por supuesto. Hay una cantidad de autores, algunos economistas pero también de otras áreas, que piensan el delito en términos de los incentivos que tiene la gente para cometerlos y los castigos que pueden recibir. En ese mundo, hay muchas reformas lógicas para hacer que permiten bajar los incentivos al delito. Y cuando se castiga a la gente que cometió delitos, se puedan mejorar los castigos. Tenemos un sistema de prisiones ignominioso, lamentable: mandás una persona a una prisión y sale muchísimo peor. Con un colega mío, Ernesto Shargrodsky, hemos hecho estudios y proponemos que se usen más las pulseritas electrónicas como castigos intermedios, entre otras cosas. Hay muchísimas reformas para hacer teniendo en cuenta los incentivos. Pero el problema central es que en el tema de seguridad, la izquierda abrazó un proyecto que es malo para los pobres. Es una especie de cipayismo: copiamos lo que dicen los países ricos. En los países ricos, por supuesto que ser muy represivo implica que estás protegiendo a los ricos porque el delito afecta más a los ricos. En la Argentina, cuando aumenta el delito, le pega más a los pobres que a los ricos. Los aumentos de crimen en la Argentina son regresivos. Por eso ser represivo es progre.
-Es la misma lógica que el ajuste y la inflación. Ser represivo es una manera de ajustar y beneficiar a los más pobres, es decir, de ponerle un precio alto al delito para que el delincuente no salga a delinquir.
-De alguna manera, es así. La idea general es que hay proyectos que suenan represivos como el de bajar la edad de imputabilidad… Un ejemplo es (José Luis) Espert: es muy agresivo en sus propuestas.
-Cárcel o bala, propone.
-Claro, hiper agresivo. Eso, que baje el delito, es progre. Es una paradoja porque Espert no se ve a sí mismo como progre.
-Siempre que cuando dice “bala”, hable de una represión razonable.
-Sí, claro. Hay múltiples medidas de represión que son muy bajas en la Argentina para la cantidad de delito que hay. Por eso hay zonas donde la gente pide orden, porque el desorden es increíblemente regresivo.