Dentro del mercado inmobiliario, los impactos de la estabilidad macroeconómica de largo plazo cambiarían las reglas del juego radicalmente

En Argentina, un país con años de crisis e inestabilidad político-económica, parece una utopía imaginar un futuro con una economía estable. El pasado parece condicionarnos, y la desconfianza y el escepticismo son profundos. Pero, ¿qué pasaría si finalmente logramos romper esa espiral de incertidumbre que nos precede?

Permitámonos creer y pensar que, si las variables macroeconómicas se alinean, si la inflación se controla y si se logra sostener políticas públicas de largo plazo, las posibilidades serían extraordinarias.

Dentro del mercado inmobiliario, los impactos de la estabilidad macroeconómica de largo plazo cambiarían las reglas del juego radicalmente. En ese contexto, el sector de la construcción, una de las industrias más intensivas en capital humano, podría transformarse en una herramienta clave para el desarrollo del país.

El sector de la construcción, una de las industrias más intensivas en capital humano, podría transformarse en una herramienta clave para el desarrollo del país

En la actualidad, luego de años de precios deprimidos, el valor del metro cuadrado comienza a repuntar.

Si esto estuviera acompañado de un contexto de mayor ingreso de dólares por exportaciones de energía, minería y agricultura, combinado con un costo de construcción que busca estabilizarse, se generaría un escenario propicio para una apreciación sostenida. No sería solo una recuperación, sino el inicio de un nuevo ciclo que redefiniría los fundamentos de nuestra industria.

Áreas como Vaca Muerta, el norte minero o provincias con inversiones estratégicas, como Mendoza, podrían consolidarse como polos de desarrollo urbano (Foto: Reuters)

En un escenario así, empezarían a emerger nuevos submercados en regiones del país históricamente postergadas. Áreas como Vaca Muerta, el norte minero o provincias con inversiones estratégicas, como Mendoza, podrían consolidarse como polos de desarrollo urbano.

Pero la verdadera revolución estaría en el retorno del crédito hipotecario.

La verdadera revolución estaría en el retorno del crédito hipotecario

En Argentina, donde el sector inmobiliario nunca ha estado apalancado, tanto desarrolladores como compradores enfrentarían un cambio estructural. Este sería el punto de inflexión. Con acceso a financiamiento, podríamos pasar de diseñar para el inversor intermedio a concebir proyectos pensados para quienes vivirán en ellos, democratizando el acceso a soluciones habitacionales y permitiendo que cada estrato social encuentre su lugar en el mercado.

En un país estable, el desarrollo inmobiliario podría incluir segmentos históricamente excluidos y no solo al ABC1, convirtiendo el sueño de la casa propia en una aspiración posible. Esto incentivaría el ahorro, fortalecería el capital humano y contribuiría al control de la inflación.

Desafío en términos culturales

Más allá de esta visión optimista a nivel personal, nos enfrentamos a un desafío muy profundo en términos culturales.

Los argentinos nos hemos “quemado con leche”, y esa desconfianza nos lleva a exigir rentabilidades altas para justificar riesgos. Cambiar esta mentalidad requiere años de estabilidad y crecimiento sostenido. La clave estará en construir confianza, en demostrar que el modelo puede funcionar y en abrir el camino para que el sector privado y los inversores extranjeros vean a Argentina como un destino viable y seguro.

El flujo de capital extranjero podría ser el acelerador definitivo. Ya existe interés de inversores internacionales que, al percibir un orden macroeconómico emergente, consideran a Argentina un mercado atractivo (Foto: EFE)

El flujo de capital extranjero podría ser el acelerador definitivo. Ya existe interés de inversores internacionales que, al percibir un orden macroeconómico emergente, consideran a Argentina un mercado atractivo. Si logramos consolidar esta confianza, el país podría atraer marcas globales a los sectores residenciales y hoteleros, siguiendo las tendencias de mercados más avanzados.

Todo esto depende de que creamos en nosotros mismos, en que este modelo de una Argentina más cara en dólares, pero estable, puede sostenerse en el tiempo. Si lo logramos, estaremos ante un horizonte lleno de oportunidades.

En un país con tanta riqueza natural, capital humano y creatividad, no hay límite para lo que podemos construir

En un país con tanta riqueza natural, capital humano y creatividad, no hay límite para lo que podemos construir. Pensemos todos juntos: ¿qué pasaría si, por primera vez, las cosas realmente funcionan? La respuesta está en nuestras manos.

El autor es co fundador de Grupo Nómada – empresario de Real Estate